Nacional
La detección temprana eleva a 90% la curación del cáncer de mama
Una estrategia clara que puede salvar vidas, con datos esperanzadores y una meta concreta de equipamiento en la capital.
No es un drama, es data: la detección a tiempo es tu mejor aliada
Vamos a hablar de algo serio, pero sin el tono de documental aburrido de las 3 de la tarde, ¿vale? Resulta que, aunque el cáncer de mama no se puede prevenir con un chasquido de dedos (ojalá), detectarlo a tiempo es el equivalente a tener el power-up más poderoso en un videojuego. Según Nadine Gasman Zylbermann, la secretaria de Salud de la CDMX –básicamente, la que tiene los datos que nos deberían importar a todos–, un diagnóstico temprano cambia las reglas del juego por completo. Traducción: si se pilla a tiempo y se trata, las posibilidades de mandar esta enfermedad a freír espárragos son de un 90%. Sí, leíste bien, un noventa por ciento. Es una estadística que da más esperanza que encontrar una serie nueva que enganche desde el primer capítulo.
Pero, y siempre hay un pero, esta es la parte donde la realidad nos da un zape. Este tipo de cáncer es, literalmente, el villano principal en la vida de las mujeres. Es la primera causa de muerte para las mayores de 25 años en la Ciudad de México y el tumor más frecuente a nivel nacional y mundial. O sea, no es un tema del que podamos hacer scroll rápido mientras vemos memes de gatitos.
Conoce tu cuerpo mejor que tu perfil de Instagram
La doctora Gasman lo deja claro con una lógica que hasta tu comadre más escéptica entendería: “Tenemos una enfermedad muy frecuente que podemos lograr que se cure, y eso no lo podemos decir de todos los cánceres”. Por eso, el mantra aquí es crear conciencia y hablar del tema sin tabúes, como si fuera el último chisme del grupo de WhatsApp. La estrategia es clara: que desde jóvenes, las mujeres empiecen a conocer su cuerpo en general, y sus senos en particular. Spoiler alert: conocerte bien es más útil que tener muchos seguidores.
Y ahora, hablemos de la prueba reina, la que no miente: la mastografía. Según la experta, este es “realmente el método más efectivo” para el diagnóstico. La recomendación oficial es hacérsela entre los 40 y los 64 años. Pero la conciencia, como aprender a bailar en TikTok, debe empezar mucho antes.
Aquí te va el protocolo de supervivencia, paso a paso, sin tecnicismos aburridos:
A partir de los 20: Tu misión, si decides aceptarla, es explorar tus chichis una vez al mes. No es una carrera, hazlo con calma y con un método que te permita conocer tu propio tejido. El objetivo es detectar cualquier bultito, engrosamiento o cambio que te haga decir “esto antes no estaba aquí”. Piensa en ello como revisar tu celular en busca de rayones, pero en tu cuerpo y con consecuencias más importantes.
A partir de los 25: Sube de nivel. Además de la autoexploración mensual, es hora de llevar el caso a un profesional. Acude con un médico o enfermera para que hagan una exploración clínica. Ellos tienen el ojo entrenado.
A partir de los 40: Llega el momento de la verdad: la mastografía. Esa radiografía que, seamos honestos, no es la experiencia más placentera del mundo, pero que puede salvarte la vida. Es el estándar de oro, el ritual anual que toda mujer debería considerar no postergar.
La misión: 100 mastógrafos móviles para llegar a todas
Y para que las excusas de “no tengo tiempo” o “queda muy lejos” dejen de ser válidas, el gobierno de la CDMX se puso las pilas. Hace un año, en pleno mes de la sensibilización del cáncer de mama, la administración actual se comprometió a adquirir 100 mastógrafos nuevos. ¿El reporte de avance? Este año ya llegaron 20 mastógrafos móviles, de los cuales 8 ya están operando y recorriendo las colonias de la ciudad. El resto de estos héroes tecnológicos llegarán antes de que termine el año.
¿Y por qué son tan importantes estos mastógrafos sobre ruedas? Porque la idea es llevar la prueba hasta donde están las mujeres. Es una campaña que busca específicamente a aquellas entre 50 y 64 años que nunca se han hecho una mastografía. La estrategia es ir a la periferia, a las comunidades, buscando justo a esas mujeres que por la razón que sea no han podido o no se han animado a hacerse el estudio. Es como el Uber de la prevención, pero gratuito y que te puede salvar la vida.
Y parece que el mensaje está calando. Como publicó EL UNIVERSAL, mujeres en alcaldías como Coyoacán ya ven el practicarse una mastografía no como una obligación tediosa, sino como un acto de responsabilidad y, sobre todo, de cariño hacia ellas mismas. No se trata solo de prevenir (que no se puede), sino de detectar a tiempo si la enfermedad está ahí. Es el acto de amor propio más concreto que existe: checarte para poder seguir disfrutando de la vida, los cafés, las series y los malos momentos con tus amigas.
En resumen, en la batalla contra el cáncer de mama, la información es poder y la acción temprana es el superpoder. Conocerte, explorarte y hacerte los estudios necesarios no es alarmista, es inteligente. Es tomar el control de tu salud con la misma determinación con la que planeas un viaje o eliges qué ver en streaming. Porque tu salud es el trending topic más importante de tu vida.
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Nacional
Advertencias Ignoradas Agravaron la Tragedia del Río Cazones
Documentos internos revelan la falta de acción ante alertas técnicas previas, agravando la emergencia climática.
Análisis de una Tragedia Anunciada en la Cuenca del Río Cazones
La República Mexicana se encuentra inmersa en un complejo proceso de recuperación tras las lluvias torrenciales que, durante el fin de semana anterior, provocaron estragos en cinco entidades federativas: Hidalgo, Puebla, Querétaro, San Luis Potosí y Veracruz. El análisis de los datos oficiales revela un impacto desproporcionado en la región del Golfo de México, la cual concentra 32 de las 72 víctimas mortales reportadas y 14 de las 48 personas que permanecen en calidad de no localizadas. Esta distribución geográfica de los daños subraya la vulnerabilidad específica de las zonas costeras ante fenómenos meteorológicos extremos.
El epicentro de la catástrofe se localiza en el municipio de Poza Rica, al norte de Veracruz, donde se registran 26 decesos directamente atribuibles a la crecida histórica del río Cazones. Una investigación detallada de la documentación técnica municipal evidencia que este escenario de desastre fue previsto con antelación. Al menos desde 2019, informes de planeación urbana y desarrollo municipal calificaban como prioridad alta la construcción y conclusión de infraestructuras de contención para mitigar este riesgo latente. No obstante, a pesar de estas alertas técnicas, ni las autoridades locales ni los organismos federales competentes ejecutaron las obras de protección necesarias, lo que constituye una falla crítica en la gestión de riesgos.
Planificación Ignorada y Obras Inconclusas
El Plan de Desarrollo Municipal de Poza Rica para el periodo 2018-2021 establecía de manera explícita y clara la necesidad “prioritaria” de continuar con la construcción del muro de contención del río Cazones en un tramo crítico de la ciudad, conocido topográficamente como La Quebradora, en la colonia Morelos, hacia la zona sur del municipio. Este proyecto de infraestructura hidráulica, diseñado para proteger a la población y sus bienes, nunca fue concluido. La falta de continuidad en las políticas públicas y la asignación de recursos se manifiesta como un factor determinante en esta tragedia.
El actual presidente municipal, Fernando Luis Remes, perteneciente al partido Morena, reconoció públicamente en diciembre de 2023 —cuatro años después de que el riesgo fuera formalmente identificado— que gestionaría una reunión con la Comisión Nacional del Agua (Conagua) para reactivar los trabajos de contención. Sin embargo, una revisión exhaustiva de las bases de datos públicas de contrataciones, tanto del organismo federal como del propio ayuntamiento, no arroja ningún registro de licitaciones, adjudicaciones o compromisos de gasto destinados a esta obra crítica durante 2024 ni en lo que va de 2025. Esta ausencia de acción concreta posterior al anuncio público refleja una desconexión entre la declaración de intenciones y la ejecución presupuestaria.
El documento técnico de 2019, elaborado durante la administración del antecesor de Remes, el también morenista Francisco Javier Velázquez, fundamentaba la urgencia de la obra señalando que la zona de La Quebradora presentaba una cota topográfica muy baja, quedando expuesta de manera inherente a inundaciones recurrentes durante la temporada de lluvias intensas. El diagnóstico proyectaba, a medio plazo, una asignación financiera estimada en 145.2 millones de pesos (equivalente a aproximadamente 7.8 millones de dólares de la época) para prolongar el muro de contención y así contrarrestar el riesgo inminente de desbordamiento del cauce fluvial. De manera coherente, el Programa de Desarrollo Urbano que finalmente fue ratificado por el cabildo ese mismo año también hacía referencia expresa a la vulnerabilidad de ciertas áreas urbanas precisamente “por muro de contención inconcluso”, consolidando una advertencia técnica unánime y repetida.
Este caso ejemplifica un patrón recurrente en la gestión de desastres: la brecha entre el conocimiento del riesgo y la implementación de medidas de mitigación. Los instrumentos de planeación urbana cumplieron su función al identificar y cuantificar la amenaza, pero el sistema de toma de decisiones políticas y la asignación de recursos no respondió con la celeridad y la determinación que la situación demandaba. La ingeniería hidráulica y la geotecnia ofrecen soluciones técnicas viables para el control de avenidas, pero su eficacia está supeditada a la voluntad política y a la continuidad administrativa. La tragedia de Poza Rica no es, por tanto, un evento puramente natural, sino un desastre socio-natural donde la componente humana, en su faceta de gestión y prevención, jugó un papel decisivo en la magnitud del resultado final.
La lección técnica que deja este evento es contundente: la inversión preventiva en infraestructura resiliente es económicamente más eficiente y humanamente indispensable frente a los costos multimillonarios de la reconstrucción y, lo que es más importante, la irreparable pérdida de vidas humanas. La actual temporada de lluvias, intensificada por patrones climáticos cambiantes, actúa como un estrés-test que pone en evidencia las debilidades estructurales de los sistemas de protección civil y de la planeación territorial en México. La actualización constante de los atlas de riesgo y su integración obligatoria en la toma de decisiones de desarrollo urbano se erigen como imperativos técnicos y éticos para evitar la repetición de estas tragedias.
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Nacional
Inundaciones amenazan con revertir avances contra la pobreza
Millones de personas que habían superado la pobreza enfrentan un retroceso devastador tras las inundaciones, perdiendo hogares y sustento.
Un Paso Adelante y Dos Atrás: El Impacto de las Lluvias en la Pobreza
Amigos, hoy quiero compartir con ustedes una historia de resiliencia, pero también una llamada de atención. Imaginen por un momento el esfuerzo titánico, la determinación inquebrantable que requiere para una familia salir de la pobreza. Es un camino empedrado de sacrificios, de sueños pospuestos y de una fe inquebrantable en un futuro mejor. El año pasado, 38.1% de la población de Veracruz, Hidalgo, Puebla, San Luis Potosí y Querétaro, los estados más golpeados por las recientes lluvias, conocía ese camino. Eso representaba 8.9 millones de habitantes, una cifra que, con esperanza, mostraba 3.5 millones menos de personas en situación de pobreza comparado con 2020, de acuerdo con las estadísticas del Inegi. ¡Cada uno de esos 3.5 millones era una victoria, una vida transformada!
Sin embargo, la vida a veces nos pone a prueba con fuerza abrumadora. El reciente desastre climático, con sus inundaciones devastadoras, amenaza con borrar ese progreso tan duramente ganado. Expertos en desarrollo social alertan con preocupación sobre un riesgo inminente: una parte significativa de esos 3.5 millones de guerreros que habían superado la pobreza podrían retroceder a esta situación, o incluso caer en la pobreza extrema. ¿La razón? La pérdida brutal de sus viviendas y, lo que es aún más crítico, de sus medios de subsistencia. Es como construir un castillo de naipes y que una ráfaga de viento lo tumbe; el esfuerzo fue real, pero el resultado es frágil.
José Nabor Cruz, quien fue secretario ejecutivo del Coneval y ahora es profesor e investigador del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, lo explica con claridad: “En los últimos cinco años, algunos habitantes de los municipios afectados podrían haber superado su estado de pobreza o pobreza extrema, pero lamentablemente por las afectaciones de las fuertes inundaciones, podrían haber retrocedido de nueva cuenta a ese estatus”. Esta no es solo una estadística fría; son historias de esfuerzo truncadas, son sueños que se desdibujan bajo el agua.
La Cruda Realidad de los Municipios Más Golpeados
Pongamos el foco en el epicentro de esta emergencia. Aproximadamente 3 millones de personas habitaban los 91 municipios más afectados por las lluvias en estas cinco entidades. De ellos, en 2020, según la última medición municipal del Coneval, 2 millones (67% de su población) estaban en situación de pobreza. Pero la situación a nivel local es aún más desgarradora. En muchos de estos ayuntamientos, la proporción de población vulnerable era ya alarmante y, sin duda, el desastre climático no ha hecho más que empeorar una realidad ya de por sí compleja.
¿Por qué seguimos hablando de datos de 2020? Nabor Cruz lo aclara: “Hoy es válido tomar los datos de pobreza a nivel municipal de hace cinco años, porque es el último registro que tenemos de información oficial que nos podrían servir como punto de referencia de la situación en estas localidades”. Esta es la fotografía base con la que debemos trabajar para entender la magnitud del retroceso.
Esa fotografía ya mostraba grandes carencias. En 2020, en estos mismos municipios, el Coneval encontró que 1.6 millones de habitantes (54%) carecían de acceso a servicios básicos en la vivienda. Imaginen vivir sin agua potable, sin drenaje, sin electricidad de manera constante. Además, 851 mil personas (28%) tenían problemas para conseguir alimentación nutritiva y de calidad. La lucha diaria no era solo por el progreso, sino por la supervivencia misma. A esto se sumaban 540 mil personas (18%) que sufrían por la calidad y espacios de su vivienda, y 539 mil (18%) que carecían de acceso a los servicios de salud. Las recientes lluvias han convertido estas carencias en una crisis humanitaria.
La tragedia se profundiza cuando analizamos los reportes oficiales: los municipios donde el impacto de las lluvias e inundaciones fue más severo registraban, en su mayoría, tasas de pobreza superiores al 70% de sus habitantes en 2020. Por ejemplo, Coyutla, en Veracruz, tenía un 84% de su población en pobreza. Espinal, también en Veracruz, alcanzaba el 78%. En Hidalgo, Tianguistengo registraba un 79% y Huehuetla un 76%. En Puebla, la situación era igual de crítica: Tlacuilotepec con un 84% y Pahuatlán con un 83%. San Luis Potosí presentaba casos como Tampacán y San Vicente Tancuayalab, ambos con un 77.1%. Incluso en Querétaro, Pinal de Amoles tenía una tasa del 72%. Estos no son números; son comunidades enteras que partían de una situación de extrema vulnerabilidad.
Los Cuatro Pilares de la Recuperación: Reconstruir no Solo Casas, sino Oportunidades
Frente a este panorama, Nabor Cruz identifica cuatro factores clave que impactan a la población en general, y con mayor crudeza a quienes viven en situación de pobreza. Superar este momento histórico requiere de un enfoque estratégico y una acción concertada en estas áreas.
El primer pilar es la reactivación económica local. La pregunta crucial es: ¿qué tan rápido se pueden recuperar las actividades económicas en estos municipios? La destrucción de caminos y carreteras ha paralizado por completo las actividades agrícolas, ganaderas y comerciales. Esta interrupción forzosa se traduce, de manera inmediata, en una pérdida temporal de empleo e ingresos laborales. Para una familia que vivía al día, esta suspensión de actividades no es un inconveniente, es una catástrofe. La recuperación económica debe ser la prioridad número uno.
El segundo factor, íntimamente ligado al primero, es la rehabilitación urgente de la infraestructura vial. La rapidez con que se restauren las vías de acceso es literalmente un salvavidas. De ello depende no solo la reanudación de los servicios privados, sino, y sobre todo, la prestación de servicios públicos gubernamentales esenciales, en especial los educativos y de salud. Un camino cortado es una escuela cerrada y un centro de salud inaccesible. Restablecer la conectividad es restablecer la vida.
El tercer elemento es, quizás, el más visible y doloroso: el estado de la vivienda. Las inundaciones han dejado un escenario desolador de pérdida total de hogares. Muchas familias lo han perdido absolutamente todo. Para otras, la afectación se manifiesta en la interrupción de los servicios de luz, drenaje y agua potable. Sin un techo seguro y servicios básicos, la dignidad y la salud de las personas se ven profundamente comprometidas. La reconstrucción de viviendas debe ir más allá de los ladrillos; debe reconstruir la sensación de seguridad y hogar.
Finalmente, el cuarto pilar es la seguridad alimentaria. En un estado de emergencia como el actual, la temática y la calidad de la alimentación que reciben las personas se ve severamente afectada. El riesgo de desnutrición, especialmente en niños y adultos mayores, aumenta exponencialmente. Garantizar el acceso a alimentos nutritivos no es una ayuda, es un derecho fundamental que no puede esperar.
Comunidad, esta situación nos recuerda la profunda interconexión que tenemos como sociedad. El progreso de unos es el progreso de todos, y el retroceso de estos millones de personas nos afecta como nación. Pero en cada crisis yace una oportunidad. Una oportunidad para reconstruir de manera más inteligente, más justa y más resiliente. Una oportunidad para demostrar que la solidaridad es más fuerte que la adversidad. La transformación positiva nace de la acción consciente y del apoyo mutuo. Comparte este mensaje para que más personas conozcan la realidad que se vive en estos estados y juntos, con conciencia y determinación, podamos apoyar la reconstrucción de vidas y esperanzas. ¿Conoces iniciativas de apoyo a los afectados? Compártelas en tus redes sociales y ayudemos a que esta ola de solidaridad crezca aún más. Explora más contenido sobre desarrollo social y sostenibilidad para entender cómo podemos construir un futuro más fuerte para todos.
Nacional
Álamo Temapache enfrenta su peor desastre natural en 26 años
Una semana después, la comunidad lucha contra el lodo y las enfermedades, mientras la ayuda intenta llegar a las 48 colonias afectadas.
Una comunidad resiliente frente a la adversidad climática
A una semana de las afectaciones meteorológicas que sumergieron a la región, los residentes del municipio de Álamo Temapache libran una batalla exhaustiva para recuperarse de lo que ya se considera el peor desastre natural en más de un cuarto de siglo. Para habitantes como el profesor Armando Cruz, la perspectiva de enfrentar una tercera contingencia de esta magnitud resulta aterradora, al punto de contemplar la venta de su vivienda por considerar que un nuevo evento podría ser fatal para su grupo familiar.
La labor parece interminable. Los alamenses continúan extrayendo agua y sedimentos de sus inmuebles, muchos de los cuales permanecen anegados. Esta titánica tarea de limpieza y rehabilitación se realiza, en numerosos casos, con el apoyo logístico de elementos del Ejército Mexicano, la Marina Armada y la Guardia Nacional. A pesar del agotamiento físico y emocional, el espíritu de la comunidad permanece inquebrantable. Algunos atribuyen esta catástrofe a una prueba divina, mientras que otros, con una mirada más terrenal, la vinculan directamente a las consecuencias del cambio climático y a la vulnerabilidad de la zona ante fenómenos hidrometeorológicos extremos.
La dimensión oficial de la emergencia es abrumadora. De las 51 colonias que conforman la cabecera municipal, 48 permanecen en estado de siniestro total, según la declaración de la presidenta municipal morenista, Blanca Lilia Arrieta Pardo. Durante una breve visita a la zona, la entonces presidenta Claudia Sheinbaum Pardo se reunió con familias y comerciantes damnificados, en lo que constituyó su primer acercamiento directo con la crítica situación que atraviesa este municipio veracruzano.
Las secuelas de la inundación: salud pública y colapso de servicios
Dania Mitzel Sánchez López, vecina de la colonia Gabino González, expresa la fatiga colectiva que embarga a la población. “Estamos cansados de estar jalando tanto lodo, yo ya me desesperé, no le veo fin. Ahora imagínense los que tienen agua todavía en su casa”, relata desde la entrada principal del albergue “Enrique C. Rebsamen”, ubicado en la comunidad Pueblo Nuevo. Como maestra de educación primaria, acudió al refugio en busca de gasas estériles para atender a su madre, quien sufrió una cortadura en un pie mientras intentaba rescatar un refrigerador del interior de su restaurante, ya inundado.
Más allá de la destrucción material inmediata, ahora emerge una amenaza secundaria igualmente peligrosa: las infecciones. El agua estancada, combinada con la putrefacción de animales muertos, la proliferación de mosquitos y la acumulación masiva de residuos sólidos en las vías públicas, crea un caldo de cultivo ideal para enfermedades. Los servicios municipales de limpia se encuentran absolutamente colapsados, incapaces de dar abasto con la monumental tarea de recolectar los escombros y la basura generada por la inundación, lo que profundiza la crisis sanitaria.
Historias de pérdida y la sombra de un futuro incierto
En la colonia Francisco I. Madero, la historia del profesor Armando Cruz Francisco ilustra la dura realidad que viven miles. El cansancio acumulado por días de trabajo ininterrumpido es evidente. Su rutina consiste en limpiar enseres domésticos y retirar electrodomésticos irremediablemente dañados por la crecida de los ríos Pantepec y Vinazco, cuyos desbordamientos fueron los detonantes principales de esta tragedia. Junto a su esposa, inicia sus labores a las ocho de la mañana, logrando hasta el momento un avance aproximado del 60% en la rehabilitación de su hogar.
“Por la labor de limpieza principalmente, lo que hay es cansancio y ya estamos batallando bastante; sin embargo, no nos rendimos, seguimos en la lucha para tratar de levantarnos de esta tragedia”, afirma con determinación. Esta no es la primera vez que Cruz Francisco enfrenta una catástrofe de esta índole; la anterior ocurrió en 1999, cuando el nivel del agua alcanzó los 30 centímetros por debajo del umbral de su puerta. Ante la recurrencia de estos eventos extremos, su madre, propietaria de la vivienda donde reside con su familia, considera seriamente la opción de vender la propiedad. El temor a una tercera contingencia, potencialmente más devastadora, se ha instalado en su pensamiento.
“Tal vez a la tercera, llegue el cambio climático más arriba de lo de hoy y pues ya nos da un poco de miedo ante la situación. Gracias a Dios no tuvimos aquí decesos de vecinos, todos nos encontramos, pero sí hay colonias donde sabemos que hay gente que desapareció y todavía no encuentran”, comenta mientras utiliza un azadón para remover el lodo que cubre el piso de su casa. Aferrándose a la esperanza, concluye: “Gracias a Dios estamos vivos, es lo que cuenta, los años de esfuerzo tendremos que levantarnos, trabajar y echarle más ganas para volver acondicionar la casa como está ahora”. Su principal anhelo, compartido por toda la comunidad, es que los apoyos gubernamentales lleguen con prontitud para poder recuperar, al menos, lo más esencial de lo que las intensas lluvias les arrebataron.
La situación en Álamo Temapache es un crudo recordatorio de la vulnerabilidad de muchas comunidades mexicanas frente a la nueva normalidad climática. La resiliencia de sus habitantes choca contra la magnitud de un desastre que ha superado toda capacidad local de respuesta, poniendo sobre la mesa la urgente necesidad de políticas públicas robustas de adaptación al cambio climático, gestión de riesgos y reconstrucción con un enfoque de prevención a largo plazo.
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