Internacional
Trump desafía la ciudadanía por nacimiento en la Corte Suprema
La batalla legal por un derecho constitucional centenario llega a su punto máximo. El fallo definiría quién es estadounidense.

El drama constitucional que nadie se esperaba (pero todos vimos venir)
Bueno, gente, agarren sus palomitas de maíz porque el reality show político favorito de todos (que nadie pidió pero todos miramos con horror y fascinación) está por dar un giro argumental digno de una temporada final. En la esquina derecha, con su característico estilo sutil como un martillo, el expresidente Donald Trump ha decidido que la Corte Suprema necesita un poco de acción en su vida. Su misión: respaldar una de esas órdenes ejecutivas que firma con la misma facilidad con la que uno publica un tweet a las 3 de la mañana. El tema en cuestión no es poca cosa; hablamos de redefinir quién es y quién no es ciudadano estadounidense por el simple y milagroso hecho de nacer en el país. Sí, leyeron bien. Están tocando el sagrado derecho de ser “americano” por defecto, un concepto que ha estado más arraigado que el meme del gato gruñón.
La jugada legal, una apelación que fue compartida con la prensa un sábado cualquiera –porque ¿qué mejor día para alterar los cimientos de la nacionalidad que un fin de semana?–, inicia un proceso judicial de alto voltaje. El escenario final será, si todo sale según el guion, un fallo definitivo de los jueces para principios del verano. La pregunta del millón de dólares, que seguramente dividirá familias en las cenas de Acción de Gracias, es si estas restricciones de ciudadanía son, en realidad, constitucionales. Hasta ahora, los tribunales de menor instancia, haciendo el papel de amigos sensatos que te quitan las llaves del coche cuando has bebido demasiado, han bloqueado cualquier intento de implementar esta política en cualquier lugar. Y ojo, porque la administración republicana, en un arranque de paciencia inusual, ni siquiera está pidiendo que se active la medida antes de que haya un veredicto. Algo es algo.
La batalla legal: constitucionalidad vs. política fronteriza
Mientras el Departamento de Justicia reparte copias de su petición entre los abogados de las partes que, obviamente, están impugnando la orden, la Corte Suprema aún no registra oficialmente el documento. La burocracia, amigas y amigos, es lenta incluso para los asuntos que podrían cambiar el país. Cualquier decisión sobre si aceptan el caso o no probablemente tardará meses, y los argumentos orales se presentarían hasta finales del invierno o principios de la primavera. Básicamente, tenemos tiempo de sobra para agotar el tema en todas las redes sociales posibles.
En una declaración que suena más a justificación de una temporada de una serie de streaming, el procurador general D. John Sauer soltó la perla de que los fallos de los tribunales inferiores “invalidaron una política de suma importancia para el presidente y su gobierno de una manera que socava nuestra seguridad fronteriza”. Y remató con el clásico: “Esas decisiones confieren, sin justificación legal, el privilegio de la ciudadanía estadounidense a cientos de miles de personas no calificadas”. Suena fuerte, ¿verdad? Pero, como en todo buen drama, hay otra cara de la moneda.
Del otro lado del ring, con la bandera de la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU) bien en alto, está el abogado Cody Wofsy. Representando a los niños que se verían afectados por esta movida, Wofsy no se anda con rodeos y declara que el plan del gobierno es claramente inconstitucional. En un correo electrónico que es pura dinamita, sentenció: “Esta orden ejecutiva es ilegal, punto final, y ninguna cantidad de maniobras por parte del gobierno va a cambiar eso. Continuaremos asegurándonos de que nunca se le quite la ciudadanía a ningún bebé por esta orden cruel y sin sentido”. Vamos, que la cosa está que arde y los argumentos están servidos.
Para entender la magnitud del terremoto, hay que retroceder al primer día del segundo mandato de Trump en la Casa Blanca. Ahí, entre otras cosas, firmó la orden ejecutiva que busca alterar más de 125 años de entendimiento sobre la 14ª Enmienda de la Constitución. Esta enmienda, por si alguien no la tenía fresca, es la que confiere la ciudadanía a todos los nacidos en suelo estadounidense, con excepciones muy específicas para los hijos de diplomáticos extranjeros y aquellos nacidos bajo una fuerza ocupante extranjera. Básicamente, es el “derecho de piso” legal que ha definido la identidad nacional por más de un siglo. Y ahora, un presidente en funciones quiere reescribir el manual. Nada más y nada menos.
Un pulso judicial con sabor a déjà vu
Lo irónico del asunto –y en esta historia la ironía es el pan de cada día– es que los tribunales inferiores ya han anulado esta orden ejecutiva en múltiples ocasiones, tachándola de inconstitucional, o al menos, probablemente inconstitucional. Y esto ha pasado incluso después de que la propia Corte Suprema emitiera un fallo a finales de junio que limitaba el uso de medidas cautelares a nivel nacional por parte de los jueces. Es como si el universo legal le estuviera diciendo “no tan rápido” a cada paso.
Pero, atención al detalle, porque aquí viene el plot twist: aunque el máximo tribunal limitó esas medidas cautelares de aplicación nacional, no descartó otras órdenes judiciales que podrían tener efectos igual de amplios. Hablamos de demandas colectivas o aquellas interpuestas por los estados. Es decir, el campo de batalla legal sigue abierto y con múltiples frentes. Y lo más crucial: en ese entonces, los jueces no se pronunciaron sobre si la orden de ciudadanía subyacente es constitucional. Dejaron el tema picando, como un cliffhanger exasperante, para que ahora tengamos este momento de tensión dramática.
En resumen, lo que estamos presenciando es un pulso histórico que va más allá de una simple política migratoria. Es un debate sobre la identidad nacional, los límites del poder ejecutivo y la interpretación de una enmienda que ha sido pilar de la sociedad estadounidense. Y todo esto, envuelto en el estilo confrontativo y polarizador que ha caracterizado a esta era política. Mientras los jueces se preparan para lo que podría ser una de las decisiones más significativas de la década, el resto de nosotros nos quedamos mirando, esperando el próximo capítulo de este thriller constitucional que, les guste o no, está redefiniendo las reglas del juego.
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Internacional
Wall Street sufre su peor jornada tras amenaza arancelaria de Trump
Los índices principales registran pérdidas históricas tras el anuncio que reactiva el conflicto comercial bilateral y genera incertidumbre global.

Análisis de la Jornada Bursal y sus Implicaciones
Una prolongada fase de estabilidad en los mercados financieros estadounidenses llegó a su fin de manera abrupta el viernes, cuando los principales índices bursátiles experimentaron una pronunciada caída. Este evento fue catalizado directamente por las declaraciones del presidente Donald Trump, quien a través de sus canales en redes sociales amenazó con imponer un incremento masivo de aranceles a los productos provenientes de China. La amenaza comercial no surgió en un vacío; fue una respuesta explícita a las recientes restricciones impuestas por el gigante asiático sobre la exportación de tierras raras, materiales esenciales para la manufactura de tecnología avanzada, desde electrónica de consumo hasta equipos de defensa.
El índice S&P 500, considerado el barómetro más representativo de la salud del mercado de valores estadounidense, registró un descenso del 2.7%, marcando su peor desempeño diario desde el mes de abril. En términos absolutos, el Promedio Industrial Dow Jones cedió 878.82 puntos, equivalente a una caída del 1.9%, mientras que el compuesto Nasdaq, con una alta concentración de empresas tecnológicas, fue el más afectado, con un desplome del 3.6%. La sesión había comenzado con ligeras ganancias, pero el panorama se revirtió completamente tras la publicación de Trump en Truth Social, donde cuestionó la viabilidad de una reunión futura con el presidente chino, Xi Jinping.
El Contexto de la Tensión Comercial y su Impacto Sistémico
La escalada en las fricciones comerciales entre las dos mayores economías del mundo desencadenó una venta generalizada de activos de riesgo. Aproximadamente seis de cada siete valores componentes del S&P 500 cerraron en territorio negativo. La liquidación de posiciones fue transversal, afectando por igual a los gigantes tecnológicos como Nvidia y Apple, y a empresas de menor capitalización, más vulnerables a la incertidumbre en las cadenas de suministro y a la volatilidad en los costos provocada por los derechos de importación.
Es crucial contextualizar que los mercados podrían haber estado particularmente susceptibles a una corrección. Previo a este evento, diversas voces dentro del ámbito financiero habían señalado que las valoraciones bursátiles se habían extendido significativamente, con los precios de las acciones subiendo a un ritmo muy superior al crecimiento de las ganancias corporativas. Este divorcio entre precio y fundamento económico generaba un terreno fértil para un ajuste. Sectores como el de la inteligencia artificial eran objeto de especial escrutinio, donde algunos analistas percibían ecos de la burbuja de las punto-com a finales de los años noventa. Para que las valoraciones retornen a niveles considerados sostenibles, se requiere o bien una contracción en los precios de los títulos, o una aceleración sustancial en los beneficios de las compañías.
Un caso ilustrativo de esta dinámica fue el de la emblemática empresa de indumentaria, Levi Strauss, cuya cotización se desplomó un 12.6%. Este movimiento ocurrió a pesar de que la firma reportó resultados trimestrales que superaron las proyecciones de los analistas financieros. Incluso su pronóstico de beneficios para el ejercicio anual se alineaba con las estimaciones de Wall Street. La explicación más plausible reside en el fenómeno de las expectativas elevadas: después de una notable apreciación previa, cualquier noticia que no supere ampliamente el optimismo descontado puede precipitar una reevaluación severa por parte de los inversores.
Al cierre de la sesión, los números concretos reflejaban la magnitud del shock: el S&P 500 concluyó en 6,552.51 puntos, tras una pérdida de 182.60 unidades. El Dow Jones se estableció en 45,479.60, y el Nasdaq cerró en 22,204.43, tras ceder 820.20 puntos.
Efectos Colaterales en Materias Primas y Percepción del Consumidor
La volatilidad no se limitó al mercado de valores. El mercado de commodities también experimentó fuertes movimientos, particularmente en el sector energético. El barril de crudo de referencia WTI (West Texas Intermediate) cayó un 4.2%, situando su precio en 58.90 dólares. Las pérdidas se intensificaron tras la amenaza arancelaria, ya que los operadores anticiparon que un mayor deterioro del comercio internacional podría ralentizar la actividad económica global, reduciendo así la demanda de combustibles y otros energéticos. El crudo Brent, estándar internacional, siguió la misma tendencia, con un retroceso del 3.8% hasta los 62.73 dólares por barril.
Paralelamente, el mercado de renta fija mostró un comportamiento característico en escenarios de aversión al riesgo. El rendimiento del bono del Tesoro estadounidense a 10 años, que funciona como un activo refugio por excelencia, descendió desde el 4.14% hasta el 4.05%. Esta caída en la rentabilidad indica un aumento en el precio de los bonos, ya que los inversores trasladan capital desde activos riesgosos como las acciones hacia instrumentos considerados más seguros. Cabe destacar que este rendimiento ya se encontraba a la baja antes del anuncio de Trump, influenciado por un informe desalentador de la Universidad de Michigan que reveló un continuo deterioro en la confianza del consumidor estadounidense.
Según expuso Joanne Hsu, directora de las Encuestas de Consumidores, “Los problemas para el bolsillo, como los precios elevados y el débil panorama laboral, siguen siendo la principal preocupación de los consumidores. En este momento, los consumidores no esperan una mejora significativa en estos factores”. Este pesimismo se enmarca en un contexto de desaceleración del mercado laboral, lo cual llevó a la Reserva Federal a ejecutar un recorte en su tasa de interés de referencia el mes pasado, el primero del año. Si bien las proyecciones de los funcionarios de la Fed prevén más recortes para el próximo ejercicio, su presidente, Jerome Powell, ha mantenido una postura cautelosa, subrayando la posibilidad de modificar el rumbo si la persistencia de la inflación no muestra señales claras de remitir, dado que unas condiciones monetarias excesivamente laxas podrían avivar aún más las presiones sobre los precios.
Esta jornada constituye un recordatorio contundente de la profunda interconexión entre la geopolítica, la política económica y la estabilidad de los mercados globales. La reactivación de la guerra comercial entre Estados Unidos y China introduce un nuevo elemento de incertidumbre macroeconómica que probablemente seguirá influyendo en la volatilidad y en las decisiones de inversión en el corto y mediano plazo.
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Internacional
La frágil tregua comercial entre Estados Unidos y China se resquebraja
Una nueva ronda de medidas de represalia sacude la estabilidad global y genera incertidumbre en los mercados financieros.

El Resurgimiento de las Hostilidades Comerciales entre Superpotencias
Tras un período de aparente distensión caracterizado por un discurso de deshielo y acuerdos tácitos, la pugna económica entre Estados Unidos y la República Popular China ha experimentado una reaceleración significativa. La narrativa de una tregua sostenible se ha desvanecido con celeridad, sustituida por una nueva y alarmante fase de medidas de represalia que han colocado el conflicto comercial bilateral en el epicentro de la atención geopolítica y financiera mundial. Esta escalada, cuyas primeras manifestaciones han provocado una palpable convulsión en los índices bursátiles, plantea interrogantes fundamentales sobre la sostenibilidad de la cooperación económica global y la reconfiguración de las cadenas de suministro internacionales.
El contexto de esta renovada confrontación trasciende las coyunturas políticas inmediatas. Si bien el retorno de Donald Trump a la presidencia estadounidense introdujo un renovado nivel de aspereza retórica y proteccionismo, las tensiones subyacentes son estructurales y se enmarcan en una competencia estratégica de largo alcance por la supremacía tecnológica y económica. La primera mitad del año fue testigo de la imposición, aumento y posterior moderación de una serie de gravámenes arancelarios, a los que el gobierno del Presidente Xi Jinping respondió con contramedidas proporcionales. No obstante, el panorama había evolucionado hacia una calma relativa durante los últimos meses, una calma que los acontecimientos de la presente semana han quebrado de manera decisiva.
Mecanismos de una Escalada: Acciones y Repercusiones Inmediatas
El detonante de esta nueva crisis fue el anuncio por parte de China de la imposición de restricciones cuantitativas severas a la exportación de minerales de tierras raras, elementos críticos para la fabricación de una amplia gama de productos de alta tecnología, desde vehículos eléctricos hasta sistemas de defensa. Esta jugada, interpretada por los analistas como un movimiento estratégico para presionar puntos vulnerables de la industria norteamericana, fue respondida por la administración Trump con la amenaza de un arancel punitivo del 100% sobre todas las importaciones de origen chino, programado para entrar en vigor el primer día de noviembre. Adicionalmente, Washington ha esbozado la posibilidad de establecer controles a la exportación de software estadounidense, mientras ambas naciones han implementado nuevas tarifas portuarias para los buques mercantes de la contraparte.
La incertidumbre respecto a si estas medidas públicas constituyen un preludio para una negociación más dura o representan el colapso definitivo del diálogo es uno de los factores clave que alimentan la volatilidad. Los mercados financieros reaccionaron con contundencia: el índice S&P 500 registró su peor desempeño diario desde el mes de abril, una clara señal del nerviosismo reinante entre los inversores. Como expresa Marc Chandler, estratega jefe de mercado en Bannockburn Capital Markets, “Existen dos escenarios plausibles. O bien la llamada tregua arancelaria ha concluido y ambas partes se encaminan hacia una escalada rápida, o estas son maniobras calculadas para mejorar sus respectivas posiciones de negociación”. La dificultad para discernir la estrategia real subyacente aumenta la percepción de riesgo.
Análisis de la Correlación de Fuerzas y Ventajas Competitivas
En cualquier conflicto de esta magnitud, evaluar el balance de poder es fundamental. En la actual coyuntura, con un elevado grado de desconocimiento sobre posibles canales de diálogo reservados, determinar qué nación ostenta una ventaja táctica resulta complejo. Sin embargo, existen indicios de que China podría percibir una oportunidad estratégica. La administración Trump se encuentra actualmente absorbida por un cierre gubernamental y por los efectos económicos internos de la propia disputa comercial, lo que potencialmente limita su capacidad de maniobra.
Un examen detallado de los sectores afectados revela vulnerabilidades significativas para Estados Unidos. Los agricultores estadounidenses de soja, que históricamente dependieron del mercado chino, observan cómo sus exportaciones son sistemáticamente reemplazadas por las de Brasil, Argentina y otros proveedores globales. Paralelamente, mientras el mercado bursátil norteamericano se ha visto impulsado por el entusiasmo en torno a la inteligencia artificial, China mantiene un dominio casi hegemónico en la cadena de suministro de los minerales críticos indispensables para el hardware que sustenta dicha revolución tecnológica. Esta dependencia estructural concede a Beijing un considerable poder de negociación. El economista Aleksandar Tomic de Boston College lo sintetiza de manera elocuente: “El dilema se reduce a quién puede reconfigurar sus cadenas de suministro con mayor celeridad. Y, al menos en el corto plazo, la evidencia sugiere que China está ganando esa carrera. No conozco el ciclo de cultivo de la soja, pero me atrevería a afirmar que se puede cultivar una soja más rápidamente de lo que se puede construir y poner en marcha una fábrica de semiconductores o de componentes tecnológicos complejos”.
Estrategia o Imprudencia: El Enigma de las Amenazas Arancelarias
Un elemento crucial para proyectar la evolución de este conflicto reside en descifrar la autenticidad de las amenazas. Donald Trump ha insinuado que un acuerdo sigue siendo una posibilidad, y su historial está plagado de advertencias severas que posteriormente se revelaron como instrumentos de una estrategia de negociación de alto riesgo destinada a intimidar a la contraparte. Hasta el momento, la Casa Blanca no ha cancelado formalmente una reunión bilateral prevista entre Trump y Xi, programada para finales de este mes en el marco de la Cumbre de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC), aunque el propio Trump ha sembrado dudas sobre su celebración. Desde la Oficina Oval, declaró con ambigüedad: “No sé si finalmente tendrá lugar. Voy a estar allí de todos modos, así que supongo que podríamos celebrarla”.
Esta ambigüedad calculada es característica de una confrontación que, si bien parece estallar de forma súbita y dramática, es en realidad la continuación de una disputa amarga y prolongada. La analogía que propone Marc Chandler resulta particularmente ilustrativa: “Se asemeja a un proceso de divorcio: los cónyuges se acusan mutuamente de cuestiones que, para un observador externo, presentan matices mucho más complejos. En este tipo de narrativa no existe un héroe claro. Nuestra tendencia es identificar un héroe y un villano, pero la realidad es que se trata de dos grandes naciones que persiguen, de forma legítima desde su perspectiva, su propio interés nacional y ventaja estratégica“. Esta perspectiva desapasionada subraya la naturaleza sistémica de un conflicto cuyas raíces se extienden más allá de los liderazgos individuales y cuyas consecuencias reconfigurarán el orden económico mundial en las próximas décadas.
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Internacional
María Corina Machado recibe el Premio Nobel de la Paz
La opositora venezolana es reconocida por su lucha pacífica y su papel unificador en la resistencia democrática del país.

Reconocimiento a la Lucha Democrática en Venezuela
La líder opositora venezolana María Corina Machado ha sido galardonada con el Premio Nobel de la Paz en una decisión histórica anunciada este viernes desde Oslo, Noruega. El Comité Noruego del Nobel distinguió a la excandidata presidencial por su incansable labor para mantener “viva la llama de la democracia en medio de una creciente oscuridad”, un reconocimiento que resuena profundamente en el contexto de la compleja situación sociopolítica de la nación sudamericana.
Jørgen Watne Frydnes, presidente del organismo deliberante, enfatizó que Machado ha emergido como una “figura clave y unificadora” dentro de un espectro opositor que históricamente ha enfrentado profundas divisiones frente al gobierno del presidente Nicolás Maduro. Este papel aglutinador resulta fundamental para comprender el impacto de su liderazgo en la configuración de una alternativa política coherente y representativa.
Resistencia en Condiciones de Clandestinidad
Watne Frydnes destacó las circunstancias extremadamente adversas bajo las cuales Machado ha desarrollado su activismo durante el último año, señalando que “la señora Machado se ha visto obligada a vivir en la clandestinidad”. A pesar de enfrentar “graves amenazas contra su vida“, la galardonada optó por permanecer en Venezuela, una decisión que, según el Comité, “ha inspirado a millones de personas”.
Esta dimensión de sacrificio personal en aras de la causa democrática subraya un principio fundamental que el Nobel busca reconocer: “Cuando los autoritarios toman el poder, es crucial reconocer a los valientes defensores de la libertad que se levantan y resisten”. La permanencia de Machado en el territorio nacional constituye en sí misma un potente símbolo de resistencia no violenta y compromiso con el proceso de transformación política desde dentro.
La reacción inmediata desde el exilio venezolano no se hizo esperar. Edmundo González, aliado político de Machado radicado en España, calificó la distinción como un “merecidísimo reconocimiento” que honra tanto su lucha personal como la del pueblo venezolano en su conjunto por la libertad y la restauración democrática. González documentó este momento histórico mediante la publicación de un breve video en la red social X, donde aparece manteniendo una conversación telefónica con la galardonada.
Una Victoria Colectiva para Venezuela
La propia Machado manifestó su conmoción ante el galardón, afirmando “Estoy en shock, no puedo creerlo”. Sin embargo, en declaraciones posteriores al Comité Noruego del Nobel, la opositora desplazó rápidamente el foco desde su persona hacia el movimiento que representa, afirmando contundentemente que “Esto es algo que el pueblo venezolano se merece“.
En una conversación telefónica que revela su perspectiva estratégica, Machado se describió a sí misma como “solo parte de un gran movimiento“, expresando sentirse “honrada, agradecida y privilegiada no solo por este reconocimiento, sino también por formar parte de lo que está sucediendo hoy en Venezuela”. Esta conceptualización del proceso de cambio como un esfuerzo colectivo refleja la madurez política de un liderazgo que comprende la naturaleza participativa de las transformaciones sociales sostenibles.
La galardonada proyectó optimismo mesurado sobre el futuro inmediato de su país, afirmando que “Creo que estamos muy cerca de lograr, por fin, la libertad para nuestro país y la paz para la región”. Este optimismo se sustenta en la notable resiliencia demostrada por la sociedad civil venezolana que, según señaló, “a pesar de que enfrentamos la violencia más brutal, nuestra sociedad ha resistido”, manteniéndose firme en el compromiso con la lucha pacífica como metodología de transformación política.
“Creo que el mundo entenderá ahora lo urgente que es, por fin, tener éxito”, declaró.
Esta declaración encapsula la expectativa de que el reconocimiento internacional representado por el Nobel catalice la atención global sobre la situación venezolana, generando un impulso adicional hacia la resolución democrática de la crisis. El premio trasciende así el ámbito del reconocimiento individual para convertirse en una herramienta de diplomacia ciudadana y presión moral sobre la comunidad internacional.
El análisis del contexto histórico revela que esta distinción se produce en un momento particularmente delicado para la transición política venezolana, donde la visibilidad internacional puede jugar un papel protector para los actores de la oposición y fortalecer su posición negociadora. El Nobel de la Paz otorgado a Machado representa no solo un reconocimiento a su trayectoria personal, sino una legitimación de la lucha democrática venezolana en su conjunto, dotándola de una plataforma global sin precedentes.
Desde una perspectiva de derechos humanos, el galardón envía un mensaje contundente sobre la validez de la resistencia civil no violenta frente a regímenes autoritarios, estableciendo un precedente significativo para movimientos democráticos en contextos similares a nivel global. La decisión del Comité Noruego refleja una comprensión profunda de las dinámicas del poder blando y su potencial para alterar equilibrios políticos aparentemente inamovibles.
La repercusión de este premio probablemente se extenderá más allá de las fronteras venezolanas, influyendo en las relaciones internacionales de la región y reconfigurando las estrategias diplomáticas hacia el gobierno de Maduro. Para la oposición venezolana, constituye una inyección de moral y una validación histórica de su causa, en un momento donde la esperanza y la perseverance se convierten en sus principales activos políticos.
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