Estabilidad en el precio de la gasolina beneficia a los consumidores

El César Iván Escalante Ruiz, titular de la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco), confirmó que el precio promedio de la gasolina en México se mantiene en 23.59 pesos por litro, resultado de la Estrategia Nacional para Promover la Estabilización del Precio de la Gasolina. Durante su intervención en Palacio Nacional, resaltó que esta medida ha permitido un control efectivo de los costos del combustible, evitando fluctuaciones bruscas que afecten la economía familiar.

Impacto económico en los hogares mexicanos

En comparación con el período entre 2016 y 2018, cuando las familias destinaban más del 30% de sus ingresos al gasto en gasolina, actualmente este rubro representa menos del 14%. Este cambio significativo se atribuye a las políticas implementadas desde 2019 bajo el marco de la Cuarta Transformación, que priorizaron la accesibilidad y el poder adquisitivo de la población.

Escalante Ruiz enfatizó que, junto con el incremento del salario mínimo digno, la estrategia ha permitido que los ingresos de los mexicanos tengan un mayor alcance. “Hoy el ingreso rinde más gracias a un salario mínimo digno y al cumplimiento de esta estrategia”, declaró durante la conferencia matutina presidida por la mandataria Claudia Sheinbaum.

Contexto y proyecciones futuras

La estabilización del precio del combustible no solo beneficia a los conductores, sino que también tiene un efecto positivo en la cadena de suministro y los costos de transporte de mercancías. Expertos en economía señalan que mantener precios controlados en energéticos es clave para contener la inflación y fomentar el crecimiento económico.

Además, la Profeco monitorea constantemente las estaciones de servicio para garantizar que no existan irregularidades en el despacho o cobros excesivos. Esta supervisión refuerza la confianza de los consumidores y asegura el cumplimiento de las regulaciones establecidas.

Llamado a la acción

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El país va “muy bien”, según la narradora oficial

Ah, qué bonito es despertar con el aroma fresco del optimismo gubernamental recién horneado. La presidenta Claudia Sheinbaum, en su papel de cuentista oficial (perdón, queremos decir “informante matutina”), nos regaló otro capítulo de esa fascinante saga llamada “Todo está perfecto y si no lo ves es porque no quieres”. Desde su programa estrella “Las mañaneras del pueblo” (porque nada dice “pueblo” como un monólogo televisado a las 7 am), nos aseguró que México avanza tan bien que pronto empezaremos a exportar unicornios económicos.

Los números que (supuestamente) no mienten

Entre sorbos de café y cifras milagrosas, la mandataria enumeró los éxitos de su administración: récord en Inversión Extranjera Directa (aunque no especificó cuánto de eso se queda en paraísos fiscales), salarios más altos en 40 años (ignoren por favor esos molestos estudios sobre poder adquisitivo), y una pobreza laboral en mínimos históricos (siempre y cuando consideres “empleo” vender chicles en los semáforos). ¡Ah, y el peso! ¡El heroico peso mexicano que sobrevivió a una reforma que según los agoreros iba a hundirlo como Titanic económico!

Como cereza del pastel (un pastel que probablemente muchos mexicanos no pueden comprar), se mencionaron obras faraónicas como los trenes México-Pachuca y México-Querétaro, porque nada resuelve los problemas cotidianos como un billete de tren que cuesta el 30% de un salario mínimo. Y no olvidemos el Tren Maya, ese proyecto que ha generado más reportajes que pasajeros.

“Vamos muy bien, muy bien… hay crecimiento, hay bienestar”

La realidad vs. el relato

Mientras el discurso oficial pinta un cuadro idílico (digamos, algo estilo Bob Ross con happy little trees), los ciudadanos comunes siguen jugando al ¿Cómo pagaré la renta y comeré este mes?. Pero hey, ¿quién necesita alimentos cuando tienes estadísticas brillantes? Sheinbaum mencionó un aumento del 11% en ingresos públicos, lo que nos hace preguntar: ¿será ese el mismo porcentaje que aumentaron los impuestos a la clase media?

Lo más irónico del show matutino fue escuchar sobre estabilidad económica en un país donde el precio del aguacate tiene más altibajos que las telenovelas. Pero no se preocupen, el gobierno tiene todo bajo control… siempre y cuando definas “control” como “esperar que las cosas mejoren por arte de magia”.

¿El verdadero récord? Mantener una cara seria mientras se presentan estas cifras como reflejo fiel de la realidad nacional. Eso sí merece un premio.

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El “despertador” que nadie pidió

Imagina despertarte a la una de la mañana no con el suave arrullo de un gallo, sino con el estruendo de un ducto de combustible decidido a imitar un cohete espacial. Así empezó el día en Ulapa, Hidalgo, donde una explosión —presuntamente obra de los siempre “innovadores” ladrones de combustible— dejó dos personas literalmente calcinadas y a una docena más con ganas de borrar esa madrugada de su memoria. ¿El detonante? Una toma clandestina, porque ¿qué mejor idea que perforar un tubo lleno de líquido inflamable bajo la oscuridad de la noche?

El espectáculo pirotécnico no autorizado

Cuando llegaron las autoridades (bienvenidos al party, señores), encontraron un incendio que hacía honor a su nombre, cuatro camionetas reducidas a cenizas —con su preciosa carga de bidones de 1,000 litros de gasolina, porque nada dice “plan bien pensado” como transportar explosivos en vehículos no aptos—, y un paisaje digno de película apocalíptica. Los vecinos, entre el terror y la incredulidad, debieron pensar: “Vaya, esto no estaba en el contrato de vivir aquí”.

Por supuesto, los cuerpos de emergencia de medio Hidalgo (Atitalaquia, Tlahuelilpan, Tlaxcoapan…) tuvieron que unirse para evitar que las llamas decidieran hacer turismo por las casas aledañas. Mientras, la Guardia Nacional, el Ejército y hasta el equipo de Seguridad Física de Pemex jugaban a “¿quién apaga el fuego más rápido?”. Eso sí, alguien tuvo el buen sentido de cerrar las válvulas para que el combustible dejara de alimentar el circo.

Hidalgo: La capital no oficial de las malas ideas

Aquí llega lo irónico: aunque Hidalgo presume una disminución en tomas clandestinas, sigue liderando el ranking nacional de “¿Dónde perforamos hoy?”. Con una estadística que haría llorar a cualquier analista: una toma cada 3 horas y 35 minutos. Sí, el estado aporta el 25% de las perforaciones ilegales del país. ¿Premio? Un diploma imaginario en “Autosabotaje energético”.

Y por si alguien dudaba del compromiso hidalguense con el tema, este año ya suman 610 casos repartidos en 20 municipios. Vamos, que si esto fuera un negocio legítimo, hasta tendrían franquicias. Eso sí, con beneficios bastante cuestionables: muertes, heridos y un paisaje que parece salido de Mad Max.

¿Moraleja? Robar combustible no solo es ilegal, sino terriblemente peligroso. Pero hey, al menos nos deja titulares dramáticos y una pregunta existencial: ¿valió la pena ese litro de gasolina barata?

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