Nacional
Docentes de la CNTE exigen romper relaciones con Israel durante marcha
Docentes exigen ruptura diplomática con Israel y rechazan ajustes salariales en medio de movilizaciones indefinidas.

Movilización docente une demandas educativas y solidaridad con Palestina
Un contingente de entre 150 y 200 integrantes de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) se unió este martes a la manifestación en apoyo a Palestina en la Ciudad de México. La protesta, encabezada por Elvira Vélez Morales, secretaria general de la sección 14 de Guerrero, partió del Ángel de la Independencia hacia el Zócalo capitalino, donde los educadores mantienen un plantón desde el 15 de mayo.
Exigencias políticas y educativas
Durante la movilización, los docentes demandaron a la presidenta Claudia Sheinbaum ruptura inmediata de relaciones diplomáticas con Israel. “Condenamos este genocidio y apelamos por el derecho a existir”, declaró Vélez Morales, enfatizando que la postura de la CNTE va más allá de reivindicaciones laborales. La líder sindical criticó además el aumento salarial del 9% ofrecido por el gobierno federal, calificándolo de insuficiente, y rechazó la propuesta de ampliación vacacional: “No venimos por una semana más de vacaciones”.
Entre las principales exigencias destacan:
- Abrogación de la reforma a la Ley del ISSSTE de 2007
- Derogación de la reforma educativa implementada durante los gobiernos de Peña Nieto y AMLO
- Establecimiento de mesas de diálogo con la Presidencia
Plantón indefinido con miras a negociación
Al ser cuestionada sobre la duración del plantón, Vélez Morales señaló que mantendrán la medida de presión hasta que el gobierno federal presente alternativas concretas. “Depende de la voluntad política de la presidenta para ofrecer soluciones a nuestras demandas centrales”, afirmó. La protesta docente coincide con un momento delicado en la política exterior mexicana, donde el conflicto en Gaza ha generado posiciones divididas.
Analistas políticos señalan que esta alianza entre demandas educativas y posturas internacionales refleja una estrategia de presión ampliada por parte del magisterio disidente. “La CNTE busca capitalizar el sentimiento antiisraelí en sectores progresistas para fortalecer su posición negociadora”, explicó el especialista en movimientos sociales Rodrigo Mendoza.
El movimiento docente ha ganado visibilidad internacional al vincular su lucha con el conflicto palestino, aunque algunos críticos argumentan que esta postura podría diluir el enfoque en las reivindicaciones educativas. Mientras tanto, el gobierno federal no ha emitido respuesta formal a las nuevas exigencias diplomáticas planteadas por los manifestantes.
¿Te interesa conocer más sobre movimientos sociales y política educativa? Comparte este análisis en tus redes sociales y explora nuestra sección especial sobre conflictos docentes en América Latina.
Nacional
El gobierno de la transformación recorta mil 984 millones a la cultura
La comunidad artística se moviliza contra una drástica reducción de fondos que amenaza con paralizar el sector.

Un Acto de “Fortalecimiento” con Motosierra Presupuestal
Parece que la tan cacareada transformación viene con un kit de supervivencia para las artes, porque los integrantes de la comunidad cultural, en un arranque de ingratitud monumental, se han puesto a reunir firmas. Su crimen: pedirle amablemente a la presidenta Claudia Sheinbaum que rectifique la genial idea de aplicar una cirugía mayor, sin anestesia, al presupuesto de la Secretaría de Cultura. Porque nada dice “fortalecer a los creadores” como una reducción de mil 984 millones 107 mil 853 pesos. Es una cifra tan específica y absurda que solo puede significar que alguien, con mucho odio, fue sumando centavo a centavo.
En el maravilloso Proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación 2026, el Ramo 48 Cultura aparece con una etiqueta de precio notablemente más baja. ¿El objetivo? Quizás fomentar la creatividad a través de la desesperación. O tal vez es una nueva estrategia gubernamental para que los artistas exploreen el expresionismo abstracto del hambre. Quién sabe.
Las Promesas de Campaña y Otras Ficciones Narrativas
En un giro argumental que ni el más talentoso dramaturgo del Teatro El Milagro hubiera podido imaginar, los firmantes se atreven a recordarle a la mandataria sus propias palabras. “Usted prometió en campaña fortalecer a los creadores, garantizar el acceso a la cultura y reconocer que el arte es un derecho de todos los mexicanos”, le espetan en la petición. ¡Qué detalle tan insignificante traer a colación! Todos sabemos que las promesas de campaña son como los finales de telenovela: bonitos en el momento, pero que no aguantan un análisis serio.
El mensaje continúa con una perla de obviedad sarcástica: “Un recorte a la cultura es un ataque a México“. ¡Toma ya! ¿Quién lo hubiera dicho? Aquí pensábamos que era una medida de austeridad para comprar más pintura dorada para los palacios. La petición, alojada en la plataforma change.org, no se anda con chiquitas y advierte de las previsibles consecuencias: la cancelación de proyectos y el cierre de espacios. Vamos, lo de siempre: agravar la ya de por sí dignísima precarización de los artistas.
Pero el fragmento más deliciosamente irónico es este: “Los artistas resistimos en condiciones indignas“. ¿Insinúan que ser un creador en México no es un camino de rosas y becas opulentas? ¡Qué revelación! Y rematan con la estocada final: “sosteniendo lo que el Estado ha abandonado, particularmente en los gobiernos que se presentan como de la transformación”. El cinismo de esta gente es admirable. Esperar coherencia entre el discurso y los hechos de un gobierno es, claramente, pedirle peras al olmo.
La susodicha petición, que por si alguien tiene curiosidad mórbida está en https://www.change.org/p/los-derechos-no-se-recortan, fue ideada por el mencionado teatro y ha logrado la astronómica cifra de 700 firmas. Un auténtico movimiento de masas, sin duda. ¿Lograrán estas setecientas almas hacer titubear la firme voluntad de ahorrar en cultura? El tiempo, y el presupuesto final, lo dirán. Mientras tanto, los artistas seguirán resistiendo. Porque, al parecer, esa es su verdadera función en la cuarta transformación: actuar de contrapunto trágico en esta comedia absurda.
¿Te indigna que lo primero en recortar sea siempre la cultura? No te quedes con los brazos cruzados. Comparte esta nota y ayúdanos a visibilizar este disparate. Explora más contenidos sobre cómo las políticas afectan al sector cultural en nuestro sitio.
Nacional
El arte resiliente de Alandia Pantoja renace en Bolivia
Un legado artístico rescatado de la destrucción dictatorial renace para inspirar a nuevas generaciones.

El Poder del Arte para Resistir y Transformar
Imagina un escenario de intensa adversidad: el año 1965, donde los regímenes militares extendían su sombra por América Latina. En medio de ese clima de opresión, Bolivia vivía bajo el gobierno de facto del general René Barrientos. Una de sus primeras órdenes fue asaltar los campamentos mineros, epicentros de la fuerza militante y la resistencia. Uno de los blancos clave fue el centro Milluni, en el altiplano de La Paz, hogar de la emblemática Radio La Voz del Minero. Los soldados irrumpieron, se llevaron equipos, hubo pérdidas humanas… pero fallaron en descubrir un secreto invaluable. Detrás de un muro falso de adobe, construido apresuradamente por los valientes trabajadores, se protegía un tesoro: un mural que narraba su historia de lucha y explotación. ¡Qué increíble ejemplo de cómo la creatividad humana y la determinación pueden triunfar incluso en los momentos más oscuros!
Un Legado Recuperado para la Eternidad
Esa obra maestra oculta era una de las 16 piezas murales creadas por el prodigioso Miguel Alandia Pantoja (Bolivia, 1914 – Perú, 1975), un artista integral, dirigente sindical y pilar de la intelectualidad de izquierda boliviana. Al ser considerado una voz opositora, el régimen dictatorial ordenó la destrucción sistemática de su obra pública. Muchas de estas piezas, cargadas de historia y emoción, fueron borradas para siempre. Pero el universo siempre conspira a favor de la belleza y la verdad. ¡Y hoy tenemos una noticia que llena el corazón de esperanza! Tras décadas de olvido, uno de sus murales más significativos, extraído y demolido del Palacio de Gobierno en 1964, ha sido meticulosamente reconstruido a partir de bocetos y estudios previos del artista. Esta joya restaurada es ahora la pieza central de la nueva sala permanente dedicada a Alandia en el Museo Nacional de Arte de Bolivia (MNA), inaugurada a finales de julio. Es un recordatorio poderoso de que ningún acto de opresión puede extinguir por completo la luz del arte y la memoria.
“Hemos cumplido un sueño del maestro que nos hizo conocer uno de sus hijos: reponer el mural construido en el hall del Palacio de Gobierno”, comparte con emoción Claribel Arandia, directora del MNA. Esta frase no es solo una declaración; es un grito de victoria, una prueba de que la perseverancia y el amor por la cultura siempre dan frutos. Para Alandia, la clase trabajadora no fue solo un motivo temático; fue el latir de su existencia. dedicó su vida a organizar sindicatos, a exigir derechos laborales en una época donde aún no se reconocían plenamente (¡no se promulgaron en Bolivia hasta 1942!). Su activismo político y su producción artística fueron dos caras de la misma moneda: un compromiso inquebrantable con la justicia y la dignidad humana. Su obra es un llamado a no tener miedo de usar nuestros dones para alzar la voz y defender lo que es correcto.
Los Orígenes de un Visionario: De la Tragedia al Triumfo
Para entender la magnitud de su legado, debemos viajar a sus raíces. Miguel Alandia Pantoja nació en el corazón mismo de la minería boliviana, en Catavi (Potosí), una tierra tan dura como hermosa, cubierta de sílice. Hijo de una vendedora de pan y un contador de la empresa minera, su vida estuvo marcada por la realidad de su comunidad. A la tierna edad de nueve años, fue testigo de un evento que marcaría para siempre su visión del mundo: la trágica masacre de Uncía en 1923. El Ejército disparó indiscriminadamente contra una manifestación pacífica de trabajadores en huelga que solo buscaban reconocimiento y mejoras en sus condiciones de vida. Nueve personas perdieron la vida ese día. Esta experiencia imborrable impregnó su lenguaje visual; la muerte, representada con tonos profundos y el imponente altiplano como testigo, se convirtió en una constante en su obra, como se aprecia en piezas conmovedoras como Homenaje a los líderes mineros asesinados (1965) o Cuatro mujeres y un yaciente (1969). Alandia transformó su dolor en arte, su rabia en belleza, y su lucha en un legado eterno. Nos enseña que nuestras experiencias más difíciles pueden convertirse en la chispa de nuestra mayor contribución al mundo.
La historia de Miguel Alandia Pantoja es mucho más que una lección de historia del arte; es un manifiesto de resiliencia. Es la prueba de que las ideas, cuando están alimentadas por la pasión y la convicción, son indestructibles. Nos invita a reflexionar: ¿Qué estamos haciendo nosotros con nuestros talentos? ¿Cómo estamos contribuyendo a preservar la memoria de nuestras luchas y victorias? El renacimiento de su mural es un símbolo potentísimo de que siempre hay lugar para la reconstrucción, la esperanza y el renacimiento. Su obra, ahora salvada y celebrada, sigue gritando, inspirando y motivando desde las paredes de un museo, recordándonos que el arte es un acto de valentía y una herramienta poderosa para el cambio. ¡Aprovecha esta inspiración! Comparte esta historia de resiliencia artística en tus redes sociales y ayúdanos a que este mensaje de superación llegue a más personas. Explora más contenido sobre cómo el arte transforma vidas y comunidades en nuestra web. ¡Juntos podemos celebrar y preservar las historias que nos inspiran a ser mejores!
Nacional
El Kentucky Club y la eterna disputa por la margarita perfecta
En la frontera más tensa, un bar legendario resiste con su receta disputada y su espíritu indomable.

Un Oasis de Ironía en un Desierto de Absurdos Fronterizos
Desde la acera, el Kentucky Club se presenta con la modestia fingida de un actor de telenovela que interpreta a un humilde campesino, pero que se retoca el bigote entre toma y toma. Parece el típico antro fronterizo, uno de esos que juran haber inventado algo genial, como la rueda o la paciencia. Pero oh, sorpresa, al traspasar su umbral te das cuenta de que has entrado en el sanctasanctórum de una de las disputas etílicas más sabrosas de la historia: la cuna de la margarita. O eso dicen ellos, porque en esto de los orígenes de los cócteles, todo el mundo miente más que un político en campaña.
Este templo de la tequila, enclavado en el corazón de la bulliciosa Ciudad Juárez, es el último mohicano de una era dorada de bares fronterizos que, supuestamente, fueron el Silicon Valley de la mixología mexicana. Porque, seamos sinceros, ¿qué sería de la cultura sin esos lugares que afirman con una sonrisa pícara ser los auténticos inventores de la ensalada César o del Surf and Turf? Es el sueño húmedo de todo negocio: pasar a la historia no por lo que vendes, sino por la leyenda que te inventas. Y el Kentucky Club juega en esa liga mayor, con una soberbia que merece una ovación.
¿La Margarita Original? Quizás. ¿La Mejor Historia? Sin Duda
Mientras las tensiones geopolíticas entre Estados Unidos y México suben y bajan como el mercurio en un termómetro averiado, este bar se erige como un faro de esperanza… o al menos de buen tequila. Se ha convertido en el único sobreviviente de una extinta raza de establecimientos que prometían aventura y camaradería en partes iguales, un lugar donde, al parecer, los problemas bilaterales se solucionan con un trago y una rodaja de lima. ¿Disputas arancelarias? Una margarita. ¿Muros fronterizos? Dos margaritas. Es una filosofía diplomática que, quién sabe, quizás deberían adoptar en la ONU.
El barman Teodoro Morales, con la sabiduría de quien ha visto derretirse más hielo que un iceberg en el Sahara, comenta con una ironía deliciosa que cada vez vienen más personas del otro lado de la frontera a celebrar las fiestas patrias mexicanas. Claro, porque nada grita “¡Viva México!” como una turista de Dallas buscando desesperadamente la margarita perfecta con la selfi perfecta. La curiosidad, al parecer, es el motor del turismo binacional.
La pareja formada por Stephanie Brancher y Scott Bernardi, llegados desde Texas, ejemplifica a la perfección esta peregrinación etílica. Bernardi declara, con el entusiasmo de quien acaba de descubrir la electricidad, que es un lugar “precioso, precioso, maravilloso”. Brancher, por su parte, lanza la pregunta del millón: “Ellos inventaron la margarita, ¿no?”. La sonrisa lo dice todo. Les importa un bledo la veracidad histórica; lo que compran es el sueño, la anécdota para contar en la próxima cena. ¿Es el Kentucky Club el verdadero inventor? Probablemente tanto como yo soy el heredero al trono de España, pero qué más da cuando la leyenda es tan sabrosa como el cóctel.
Rich Wright, un guía de El Paso, lo resume con una poeticidad que corta el aliento: “El Kentucky Club tiene alma… puedes sentir todas las bebidas derramadas sobre la barra”. Una declaración preciosa, y un poco asquerosa si lo piensas demasiado. ¿Cuántos gérmenes de cuántas décadas habitan esa madera? Mejor no ahondar y simplemente brindar por la historia, esa narradora mentirosa pero divertidísima.
Survival of the Tipsiest: Cómo Sobrevivir a Prohibiciones, Violencia y Mal Gusto
El bar debe su existencia a la gloriosa era de la Ley Seca en Estados Unidos, ese experimento social que demostró que prohibir algo solo hace que la gente lo desee más, lo compre en el mercado negro y se emborrache de manera mucho más interesante. Cuando el bourbon de Kentucky se volvió ilegal al norte del Río Bravo, los estadounidenses sedientos supieron que aquí, a pocos pasos del puente internacional Paso del Norte, encontrarían su elixir prohibido. El negocio era tan redondo que una destilería se mudó temporalmente a Juárez. Imagínense la escena: ejecutivos trajeados cruzando la frontera con maletas llenas de whiskey, como una comedia de enredos de los hermanos Marx.
Pero la fiesta, como siempre, se acabó. Los atentados del 11-S convirtieron los cruces fronterizos en un suplicio kafkiano, donde la paciencia era el principal requisito documental. Luego, la ola de violencia narca de los 2000 puso la guinda en este pastel envenenado. Los cárteles, siempre tan solícitos, empezaron a “ofrecer” sus servicios de protección a los dueños de los bares. Nada como una extorsión para matar el ambiente de un happy hour. Es un milagro que el Kentucky Club siguiera en pie, un testamento no solo de la terquedad humana, sino también de nuestra necesidad colectiva de beber en lugares con fotografías granuladas de estrellas de cine.
Hoy, sus paredes son un museo de la nostalgia, decoradas con iconos como María Félix, Jorge Negrete, Marilyn Monroe y Mick Jagger. Una colección ecléctica que sugiere que el dueño original simplemente pegaba cualquier foto que le parecía guapa. Pero funciona. Es el ambiente binacional perfecto: un surrealista crisol donde el cine de oro mexicano se codea con el rock anglosajón, uniendo culturas a base de alcohol y frames por segundo.
Así que, la próxima vez que la geopolítica le dé ansiedad, ya sabe. Cruce la frontera (con su pasaporte en regla, no somos animales), siéntese en la barra del Kentucky Club y pida una margarita. No porque sea necesariamente la primera, sino porque es la que sobrevivió a todo para contarte la mejor historia.
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