Las tensiones entre Rusia y el Reino Unido alcanzan un nuevo punto crítico después de que Moscú emitiera una advertencia el lunes, amenazando con bombardear cualquier instalación o equipo militar británico en territorio ucraniano y más allá. Esta amenaza surge en respuesta a declaraciones del canciller británico David Cameron sobre el supuesto derecho de Ucrania a utilizar armamento británico contra Rusia.
El Ministerio ruso de Relaciones Exteriores comunicó esta advertencia al embajador británico en Moscú, Nigel Casey, después de las declaraciones de Cameron, que, según Rusia, contradicen las garantías previas dadas por el Reino Unido durante la entrega de misiles de largo alcance a Ucrania. Estas garantías aseguraban que el armamento no sería utilizado contra el territorio ruso.
El embajador británico fue convocado para reflexionar sobre las “consecuencias catastróficas” de las medidas hostiles adoptadas por Londres y para desmentir las declaraciones de Cameron, según afirmó la cancillería rusa en un comunicado.
La escalada de tensiones se intensifica con la reivindicación por parte del ejército ruso del control de dos pueblos en Ucrania: Kotliarivka, en el noreste, y Soloviove, en la región de Donetsk, en el este. Estos movimientos se suman a los avances registrados en el frente oriental, donde las tropas rusas han logrado capturar territorios estratégicos.
La situación es especialmente delicada ante la llegada de ayuda militar estadounidense a Ucrania, con un paquete de 61.000 millones de dólares aprobado a fines de abril. Se espera que esta ayuda fortalezca las fuerzas ucranianas y contribuya a estabilizar el frente, especialmente en el este, donde la presencia y los avances rusos han generado una crisis regional de gran magnitud.