Internacional
Letitia James enfrenta acusación por fraude hipotecario
La fiscal de Nueva York enfrenta cargos penales en medio de una batalla legal que sacude los cimientos del sistema judicial estadounidense.

El giro irónico que nadie vio venir en la temporada final de la política estadounidense
Parece que en el universo paralelo que es la política estadounidense, los guionistas se quedaron sin ideas originales y decidieron reciclar el mismo plot twist con distintos personajes. En el capítulo de esta semana: Letitia James, la fiscal general de Nueva York que se hizo famosa por hacer que Donald Trump viera el color rojo sin necesidad de filtros de Instagram, ahora protagoniza su propio drama legal. Y el director de esta producción, adivinen quién, parece tener un fetiche con convertir a sus antagonistas en acusados.
El jueves, mientras tú y yo decidíamos qué ver en Netflix, a James le caía una acusación formal por fraude hipotecario. Sí, la misma mujer que había estado persiguiendo legalmente al expresidente y su imperio empresarial ahora encuentra las tornas cambiadas en lo que muchos describen como el crossover judicial más dramático desde que Kim Kardashian decidió estudiar abogacía. La ironía aquí es más densa que el plot de un thriller de Christopher Nolan.
Cuando el cazador se convierte en presa (o la venganza se sirve fría)
Resulta que la investigación que llevó a James al banquillo de los acusados fue impulsada enérgicamente por la administración Trump, porque aparentemente en Washington el concepto de “dejar el pasado atrás” es tan relevante como los discos de vinilo en un club de techno. La fiscal, que había logrado hacer hervir la sangre naranja de Trump al demandarlo por fraude mientras él se postulaba para volver a la Casa Blanca, ahora enfrenta cargos por fraude bancario y declaraciones falsas ante una institución financiera.
Pero aquí viene el detalle jugoso que hace esto más sospechoso que el silencio de tu ex cuando subes una foto nueva: el caso llegó a un jurado investigador en Virginia gracias a Lindsey Halligan, una asistente de la Casa Blanca que hasta hace poco era la abogada personal de Trump y que, atención al dato, nunca en su vida había ejercido como fiscal federal. Es como si de repente te pusieran a dirigir la NASA porque una vez armaste un cohete de juguete.
La trama se pone más convoluta que entender por qué la gente sigue usando TikTok: resulta que Halligan reemplazó a Erik Siebert, el fiscal veterano que llevaba meses supervisando estas investigaciones y que, según fuentes, había estado resistíendo la presión para presentar cargos. Básicamente, cambiaron al jugador experimentado por alguien del equipo B cuando vieron que el partido no iba en su dirección. ¿Coincidencia? En el mundo de Trump, las coincidencias son tan frecuentes como los tweets en mayúsculas.
Y por si el drama no era suficiente, esta acusación llega apenas dos semanas después de que James Comey, el exdirector del FBI que también tuvo sus roces con el expresidente, enfrentara su propio proceso legal por acusaciones de mentir al Congreso. El patrón aquí es más claro que el algoritmo de Spotify: si alguna vez investigaste a Trump, mejor ten un buen abogado en tu lista de contactos favoritos.
La defensa responde con toda la artillería verbal
James, en una declaración que probablemente escribió entre sorbos de un café cargado y suspiros de incredulidad, no se mordió la lengua. Calificó la acusación como “nada más que una continuación del desesperado uso por parte del presidente del sistema de justicia para fines de confrontación”. En cristiano: esto es pura venganza disfrazada de proceso legal.
“Estos cargos son infundados, y las propias declaraciones públicas del presidente dejan claro que su único objetivo es la represalia política a cualquier costo”, añadió la fiscal, en lo que podría ser el subtítulo no oficial de toda la administración Trump. También señaló que estas acciones representan “una grave violación de nuestro orden constitucional” que ha generado críticas de ambos partidos políticos. O sea, hasta los que normalmente estarían de su lado están levantando las cejas ante este movimiento.
El origen de toda esta telenovela jurídica se remonta a una carta enviada en abril por William Pulte, director de la Agencia Federal de Financiamiento de la Vivienda, a la secretaria de Justicia Pam Bondi, pidiendo que investigaran a James por su papel en la compra de una casa en Norfolk, Virginia, en 2023. Porque en la política de alto nivel, hasta la compra de una vivienda puede convertirse en material de escándalo.
Lo que estamos presenciando es el equivalente legal de esa pelea en el patio del colegio donde ambos contendientes insisten en que el otro empezó primero. Mientras Trump acusa a James de persecución política, James acusa a Trump de usar el Departamento de Justicia como arma de represalia personal. Y en medio, el sistema judicial estadounidense parece más un campo de batalla partidista que un pilar de imparcialidad.
Este caso plantea preguntas incómodas sobre la independencia del sistema de justicia y hasta qué punto puede ser instrumentalizado para settle scores políticos. Si cada cambio de administración viene acompañado de procesos judiciales contra los funcionarios de la administración anterior, estamos convirtiendo la democracia en un juego de suma cero donde todos pierden.
Más allá de los tecnicismos legales, lo que realmente está en juego aquí es la credibilidad de las instituciones estadounidenses. Cuando la ciudadanía percibe que la justicia se aplica de manera selectiva según afiliaciones políticas, la democ misma se resquebraja. Y en un país ya profundamente dividido, estos episodios no hacen más que ampliar la grieta.
Así que prepárense para seguir este caso, que promete tener más giros argumentales que la temporada final de Game of Thrones (pero ojalá con un final más satisfactorio). Porque cuando la política se convierte en espectáculo, todos nos convertimos en audience de un reality show que no pedimos pero no podemos dejar de ver.
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Internacional
Wall Street sufre su peor jornada tras amenaza arancelaria de Trump
Los índices principales registran pérdidas históricas tras el anuncio que reactiva el conflicto comercial bilateral y genera incertidumbre global.

Análisis de la Jornada Bursal y sus Implicaciones
Una prolongada fase de estabilidad en los mercados financieros estadounidenses llegó a su fin de manera abrupta el viernes, cuando los principales índices bursátiles experimentaron una pronunciada caída. Este evento fue catalizado directamente por las declaraciones del presidente Donald Trump, quien a través de sus canales en redes sociales amenazó con imponer un incremento masivo de aranceles a los productos provenientes de China. La amenaza comercial no surgió en un vacío; fue una respuesta explícita a las recientes restricciones impuestas por el gigante asiático sobre la exportación de tierras raras, materiales esenciales para la manufactura de tecnología avanzada, desde electrónica de consumo hasta equipos de defensa.
El índice S&P 500, considerado el barómetro más representativo de la salud del mercado de valores estadounidense, registró un descenso del 2.7%, marcando su peor desempeño diario desde el mes de abril. En términos absolutos, el Promedio Industrial Dow Jones cedió 878.82 puntos, equivalente a una caída del 1.9%, mientras que el compuesto Nasdaq, con una alta concentración de empresas tecnológicas, fue el más afectado, con un desplome del 3.6%. La sesión había comenzado con ligeras ganancias, pero el panorama se revirtió completamente tras la publicación de Trump en Truth Social, donde cuestionó la viabilidad de una reunión futura con el presidente chino, Xi Jinping.
El Contexto de la Tensión Comercial y su Impacto Sistémico
La escalada en las fricciones comerciales entre las dos mayores economías del mundo desencadenó una venta generalizada de activos de riesgo. Aproximadamente seis de cada siete valores componentes del S&P 500 cerraron en territorio negativo. La liquidación de posiciones fue transversal, afectando por igual a los gigantes tecnológicos como Nvidia y Apple, y a empresas de menor capitalización, más vulnerables a la incertidumbre en las cadenas de suministro y a la volatilidad en los costos provocada por los derechos de importación.
Es crucial contextualizar que los mercados podrían haber estado particularmente susceptibles a una corrección. Previo a este evento, diversas voces dentro del ámbito financiero habían señalado que las valoraciones bursátiles se habían extendido significativamente, con los precios de las acciones subiendo a un ritmo muy superior al crecimiento de las ganancias corporativas. Este divorcio entre precio y fundamento económico generaba un terreno fértil para un ajuste. Sectores como el de la inteligencia artificial eran objeto de especial escrutinio, donde algunos analistas percibían ecos de la burbuja de las punto-com a finales de los años noventa. Para que las valoraciones retornen a niveles considerados sostenibles, se requiere o bien una contracción en los precios de los títulos, o una aceleración sustancial en los beneficios de las compañías.
Un caso ilustrativo de esta dinámica fue el de la emblemática empresa de indumentaria, Levi Strauss, cuya cotización se desplomó un 12.6%. Este movimiento ocurrió a pesar de que la firma reportó resultados trimestrales que superaron las proyecciones de los analistas financieros. Incluso su pronóstico de beneficios para el ejercicio anual se alineaba con las estimaciones de Wall Street. La explicación más plausible reside en el fenómeno de las expectativas elevadas: después de una notable apreciación previa, cualquier noticia que no supere ampliamente el optimismo descontado puede precipitar una reevaluación severa por parte de los inversores.
Al cierre de la sesión, los números concretos reflejaban la magnitud del shock: el S&P 500 concluyó en 6,552.51 puntos, tras una pérdida de 182.60 unidades. El Dow Jones se estableció en 45,479.60, y el Nasdaq cerró en 22,204.43, tras ceder 820.20 puntos.
Efectos Colaterales en Materias Primas y Percepción del Consumidor
La volatilidad no se limitó al mercado de valores. El mercado de commodities también experimentó fuertes movimientos, particularmente en el sector energético. El barril de crudo de referencia WTI (West Texas Intermediate) cayó un 4.2%, situando su precio en 58.90 dólares. Las pérdidas se intensificaron tras la amenaza arancelaria, ya que los operadores anticiparon que un mayor deterioro del comercio internacional podría ralentizar la actividad económica global, reduciendo así la demanda de combustibles y otros energéticos. El crudo Brent, estándar internacional, siguió la misma tendencia, con un retroceso del 3.8% hasta los 62.73 dólares por barril.
Paralelamente, el mercado de renta fija mostró un comportamiento característico en escenarios de aversión al riesgo. El rendimiento del bono del Tesoro estadounidense a 10 años, que funciona como un activo refugio por excelencia, descendió desde el 4.14% hasta el 4.05%. Esta caída en la rentabilidad indica un aumento en el precio de los bonos, ya que los inversores trasladan capital desde activos riesgosos como las acciones hacia instrumentos considerados más seguros. Cabe destacar que este rendimiento ya se encontraba a la baja antes del anuncio de Trump, influenciado por un informe desalentador de la Universidad de Michigan que reveló un continuo deterioro en la confianza del consumidor estadounidense.
Según expuso Joanne Hsu, directora de las Encuestas de Consumidores, “Los problemas para el bolsillo, como los precios elevados y el débil panorama laboral, siguen siendo la principal preocupación de los consumidores. En este momento, los consumidores no esperan una mejora significativa en estos factores”. Este pesimismo se enmarca en un contexto de desaceleración del mercado laboral, lo cual llevó a la Reserva Federal a ejecutar un recorte en su tasa de interés de referencia el mes pasado, el primero del año. Si bien las proyecciones de los funcionarios de la Fed prevén más recortes para el próximo ejercicio, su presidente, Jerome Powell, ha mantenido una postura cautelosa, subrayando la posibilidad de modificar el rumbo si la persistencia de la inflación no muestra señales claras de remitir, dado que unas condiciones monetarias excesivamente laxas podrían avivar aún más las presiones sobre los precios.
Esta jornada constituye un recordatorio contundente de la profunda interconexión entre la geopolítica, la política económica y la estabilidad de los mercados globales. La reactivación de la guerra comercial entre Estados Unidos y China introduce un nuevo elemento de incertidumbre macroeconómica que probablemente seguirá influyendo en la volatilidad y en las decisiones de inversión en el corto y mediano plazo.
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Internacional
La frágil tregua comercial entre Estados Unidos y China se resquebraja
Una nueva ronda de medidas de represalia sacude la estabilidad global y genera incertidumbre en los mercados financieros.

El Resurgimiento de las Hostilidades Comerciales entre Superpotencias
Tras un período de aparente distensión caracterizado por un discurso de deshielo y acuerdos tácitos, la pugna económica entre Estados Unidos y la República Popular China ha experimentado una reaceleración significativa. La narrativa de una tregua sostenible se ha desvanecido con celeridad, sustituida por una nueva y alarmante fase de medidas de represalia que han colocado el conflicto comercial bilateral en el epicentro de la atención geopolítica y financiera mundial. Esta escalada, cuyas primeras manifestaciones han provocado una palpable convulsión en los índices bursátiles, plantea interrogantes fundamentales sobre la sostenibilidad de la cooperación económica global y la reconfiguración de las cadenas de suministro internacionales.
El contexto de esta renovada confrontación trasciende las coyunturas políticas inmediatas. Si bien el retorno de Donald Trump a la presidencia estadounidense introdujo un renovado nivel de aspereza retórica y proteccionismo, las tensiones subyacentes son estructurales y se enmarcan en una competencia estratégica de largo alcance por la supremacía tecnológica y económica. La primera mitad del año fue testigo de la imposición, aumento y posterior moderación de una serie de gravámenes arancelarios, a los que el gobierno del Presidente Xi Jinping respondió con contramedidas proporcionales. No obstante, el panorama había evolucionado hacia una calma relativa durante los últimos meses, una calma que los acontecimientos de la presente semana han quebrado de manera decisiva.
Mecanismos de una Escalada: Acciones y Repercusiones Inmediatas
El detonante de esta nueva crisis fue el anuncio por parte de China de la imposición de restricciones cuantitativas severas a la exportación de minerales de tierras raras, elementos críticos para la fabricación de una amplia gama de productos de alta tecnología, desde vehículos eléctricos hasta sistemas de defensa. Esta jugada, interpretada por los analistas como un movimiento estratégico para presionar puntos vulnerables de la industria norteamericana, fue respondida por la administración Trump con la amenaza de un arancel punitivo del 100% sobre todas las importaciones de origen chino, programado para entrar en vigor el primer día de noviembre. Adicionalmente, Washington ha esbozado la posibilidad de establecer controles a la exportación de software estadounidense, mientras ambas naciones han implementado nuevas tarifas portuarias para los buques mercantes de la contraparte.
La incertidumbre respecto a si estas medidas públicas constituyen un preludio para una negociación más dura o representan el colapso definitivo del diálogo es uno de los factores clave que alimentan la volatilidad. Los mercados financieros reaccionaron con contundencia: el índice S&P 500 registró su peor desempeño diario desde el mes de abril, una clara señal del nerviosismo reinante entre los inversores. Como expresa Marc Chandler, estratega jefe de mercado en Bannockburn Capital Markets, “Existen dos escenarios plausibles. O bien la llamada tregua arancelaria ha concluido y ambas partes se encaminan hacia una escalada rápida, o estas son maniobras calculadas para mejorar sus respectivas posiciones de negociación”. La dificultad para discernir la estrategia real subyacente aumenta la percepción de riesgo.
Análisis de la Correlación de Fuerzas y Ventajas Competitivas
En cualquier conflicto de esta magnitud, evaluar el balance de poder es fundamental. En la actual coyuntura, con un elevado grado de desconocimiento sobre posibles canales de diálogo reservados, determinar qué nación ostenta una ventaja táctica resulta complejo. Sin embargo, existen indicios de que China podría percibir una oportunidad estratégica. La administración Trump se encuentra actualmente absorbida por un cierre gubernamental y por los efectos económicos internos de la propia disputa comercial, lo que potencialmente limita su capacidad de maniobra.
Un examen detallado de los sectores afectados revela vulnerabilidades significativas para Estados Unidos. Los agricultores estadounidenses de soja, que históricamente dependieron del mercado chino, observan cómo sus exportaciones son sistemáticamente reemplazadas por las de Brasil, Argentina y otros proveedores globales. Paralelamente, mientras el mercado bursátil norteamericano se ha visto impulsado por el entusiasmo en torno a la inteligencia artificial, China mantiene un dominio casi hegemónico en la cadena de suministro de los minerales críticos indispensables para el hardware que sustenta dicha revolución tecnológica. Esta dependencia estructural concede a Beijing un considerable poder de negociación. El economista Aleksandar Tomic de Boston College lo sintetiza de manera elocuente: “El dilema se reduce a quién puede reconfigurar sus cadenas de suministro con mayor celeridad. Y, al menos en el corto plazo, la evidencia sugiere que China está ganando esa carrera. No conozco el ciclo de cultivo de la soja, pero me atrevería a afirmar que se puede cultivar una soja más rápidamente de lo que se puede construir y poner en marcha una fábrica de semiconductores o de componentes tecnológicos complejos”.
Estrategia o Imprudencia: El Enigma de las Amenazas Arancelarias
Un elemento crucial para proyectar la evolución de este conflicto reside en descifrar la autenticidad de las amenazas. Donald Trump ha insinuado que un acuerdo sigue siendo una posibilidad, y su historial está plagado de advertencias severas que posteriormente se revelaron como instrumentos de una estrategia de negociación de alto riesgo destinada a intimidar a la contraparte. Hasta el momento, la Casa Blanca no ha cancelado formalmente una reunión bilateral prevista entre Trump y Xi, programada para finales de este mes en el marco de la Cumbre de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC), aunque el propio Trump ha sembrado dudas sobre su celebración. Desde la Oficina Oval, declaró con ambigüedad: “No sé si finalmente tendrá lugar. Voy a estar allí de todos modos, así que supongo que podríamos celebrarla”.
Esta ambigüedad calculada es característica de una confrontación que, si bien parece estallar de forma súbita y dramática, es en realidad la continuación de una disputa amarga y prolongada. La analogía que propone Marc Chandler resulta particularmente ilustrativa: “Se asemeja a un proceso de divorcio: los cónyuges se acusan mutuamente de cuestiones que, para un observador externo, presentan matices mucho más complejos. En este tipo de narrativa no existe un héroe claro. Nuestra tendencia es identificar un héroe y un villano, pero la realidad es que se trata de dos grandes naciones que persiguen, de forma legítima desde su perspectiva, su propio interés nacional y ventaja estratégica“. Esta perspectiva desapasionada subraya la naturaleza sistémica de un conflicto cuyas raíces se extienden más allá de los liderazgos individuales y cuyas consecuencias reconfigurarán el orden económico mundial en las próximas décadas.
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Internacional
María Corina Machado recibe el Premio Nobel de la Paz
La opositora venezolana es reconocida por su lucha pacífica y su papel unificador en la resistencia democrática del país.

Reconocimiento a la Lucha Democrática en Venezuela
La líder opositora venezolana María Corina Machado ha sido galardonada con el Premio Nobel de la Paz en una decisión histórica anunciada este viernes desde Oslo, Noruega. El Comité Noruego del Nobel distinguió a la excandidata presidencial por su incansable labor para mantener “viva la llama de la democracia en medio de una creciente oscuridad”, un reconocimiento que resuena profundamente en el contexto de la compleja situación sociopolítica de la nación sudamericana.
Jørgen Watne Frydnes, presidente del organismo deliberante, enfatizó que Machado ha emergido como una “figura clave y unificadora” dentro de un espectro opositor que históricamente ha enfrentado profundas divisiones frente al gobierno del presidente Nicolás Maduro. Este papel aglutinador resulta fundamental para comprender el impacto de su liderazgo en la configuración de una alternativa política coherente y representativa.
Resistencia en Condiciones de Clandestinidad
Watne Frydnes destacó las circunstancias extremadamente adversas bajo las cuales Machado ha desarrollado su activismo durante el último año, señalando que “la señora Machado se ha visto obligada a vivir en la clandestinidad”. A pesar de enfrentar “graves amenazas contra su vida“, la galardonada optó por permanecer en Venezuela, una decisión que, según el Comité, “ha inspirado a millones de personas”.
Esta dimensión de sacrificio personal en aras de la causa democrática subraya un principio fundamental que el Nobel busca reconocer: “Cuando los autoritarios toman el poder, es crucial reconocer a los valientes defensores de la libertad que se levantan y resisten”. La permanencia de Machado en el territorio nacional constituye en sí misma un potente símbolo de resistencia no violenta y compromiso con el proceso de transformación política desde dentro.
La reacción inmediata desde el exilio venezolano no se hizo esperar. Edmundo González, aliado político de Machado radicado en España, calificó la distinción como un “merecidísimo reconocimiento” que honra tanto su lucha personal como la del pueblo venezolano en su conjunto por la libertad y la restauración democrática. González documentó este momento histórico mediante la publicación de un breve video en la red social X, donde aparece manteniendo una conversación telefónica con la galardonada.
Una Victoria Colectiva para Venezuela
La propia Machado manifestó su conmoción ante el galardón, afirmando “Estoy en shock, no puedo creerlo”. Sin embargo, en declaraciones posteriores al Comité Noruego del Nobel, la opositora desplazó rápidamente el foco desde su persona hacia el movimiento que representa, afirmando contundentemente que “Esto es algo que el pueblo venezolano se merece“.
En una conversación telefónica que revela su perspectiva estratégica, Machado se describió a sí misma como “solo parte de un gran movimiento“, expresando sentirse “honrada, agradecida y privilegiada no solo por este reconocimiento, sino también por formar parte de lo que está sucediendo hoy en Venezuela”. Esta conceptualización del proceso de cambio como un esfuerzo colectivo refleja la madurez política de un liderazgo que comprende la naturaleza participativa de las transformaciones sociales sostenibles.
La galardonada proyectó optimismo mesurado sobre el futuro inmediato de su país, afirmando que “Creo que estamos muy cerca de lograr, por fin, la libertad para nuestro país y la paz para la región”. Este optimismo se sustenta en la notable resiliencia demostrada por la sociedad civil venezolana que, según señaló, “a pesar de que enfrentamos la violencia más brutal, nuestra sociedad ha resistido”, manteniéndose firme en el compromiso con la lucha pacífica como metodología de transformación política.
“Creo que el mundo entenderá ahora lo urgente que es, por fin, tener éxito”, declaró.
Esta declaración encapsula la expectativa de que el reconocimiento internacional representado por el Nobel catalice la atención global sobre la situación venezolana, generando un impulso adicional hacia la resolución democrática de la crisis. El premio trasciende así el ámbito del reconocimiento individual para convertirse en una herramienta de diplomacia ciudadana y presión moral sobre la comunidad internacional.
El análisis del contexto histórico revela que esta distinción se produce en un momento particularmente delicado para la transición política venezolana, donde la visibilidad internacional puede jugar un papel protector para los actores de la oposición y fortalecer su posición negociadora. El Nobel de la Paz otorgado a Machado representa no solo un reconocimiento a su trayectoria personal, sino una legitimación de la lucha democrática venezolana en su conjunto, dotándola de una plataforma global sin precedentes.
Desde una perspectiva de derechos humanos, el galardón envía un mensaje contundente sobre la validez de la resistencia civil no violenta frente a regímenes autoritarios, estableciendo un precedente significativo para movimientos democráticos en contextos similares a nivel global. La decisión del Comité Noruego refleja una comprensión profunda de las dinámicas del poder blando y su potencial para alterar equilibrios políticos aparentemente inamovibles.
La repercusión de este premio probablemente se extenderá más allá de las fronteras venezolanas, influyendo en las relaciones internacionales de la región y reconfigurando las estrategias diplomáticas hacia el gobierno de Maduro. Para la oposición venezolana, constituye una inyección de moral y una validación histórica de su causa, en un momento donde la esperanza y la perseverance se convierten en sus principales activos políticos.
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