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Rayados y Pumas se miden en un duelo lleno de historia y polémicas

Un duelo histórico donde más que balones, se juegan egos y revanchas bajo el reflector de la Liguilla.

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El partido que nadie pidió pero todos verán

Ah, el fútbol. Ese deporte donde once tipos corren tras un balón y millones de personas discuten como si les fuera la vida en ello. Este domingo, los Rayados de Monterrey y los Pumas de la UNAM se enfrentan en lo que los medios insisten en llamar un “partido crucial”. Porque, claro, ¿qué sería del fútbol sin adjetivos dramáticos?

Los regiomontanos llegan tras perder contra los Tuzos del Pachuca (1-2), demostrando una vez más que el fútbol es como un mal telenovela: siempre hay un giro inesperado. Ahora, luchan por no quedar fuera de la Liguilla, porque nada dice “éxito” como rasguñar el pase en el último minuto.

Mientras tanto, los felinos (sí, ese apodo que suena más a equipo de barrio que a institución seria) vencieron a los Bravos de Juárez en una tanda de penales que, según rumores, incluyó más arena del desierto que fútbol. ¿Polémica? Por supuesto. ¿Sorprendente? Para nada. El fútbol sin controversia es como un taco sin salsa: insípido.

Historia repetida, pero con distinto guión

Este será el sexto duelo entre ambos equipos por un pase a fase final. La estadística dice que están empatados: dos victorias por lado. ¿Coincidencia? No, es solo que el destino disfruta del suspenso. En 1978-1979 empataron como dos vecinos que discuten pero no quieren pelear. En el Apertura 2004, los Pumas ganaron 3-1 y se coronaron bicampeones bajo el mando de Hugo Sánchez, quien probablemente aún sueña con esos días.

Luego, en el Apertura 2010, los Rayados devolvieron el favor con un 2-0. Y en el Clausura 2011, los Pumas pasaron por… bueno, por “mérito administrativo” (empate 3-3, pero avanzaron por mejor posición). Porque nada grita “justicia deportiva” como clasificar sin ganar.

El último encuentro fue una paliza 6-3 de Monterrey, donde los felinos demostraron que una buena fase regular no sirve de nada si te derrumbas cuando importa. ¿Lección aprendida? Probablemente no.

¿Qué esperar este domingo?

En el majestuoso estadio BBVA (porque si algo tiene el fútbol moderno, son nombres corporativos), los Pumas buscarán vengar… algo. Los Rayados, en cambio, quieren “saldar deudas” con su afición, porque perder contra Pachuca y arrastrar polémicas extra cancha claramente exige una reparación histórica.

El partido será a las 19:30 horas, transmitido por TUDN, canal 5 y Vix. Por si alguien dudaba que el fútbol también es un negocio.

¿Quieres más análisis sarcásticos del mundo del fútbol? Comparte este artículo y sigue explorando nuestro contenido. Porque, admitámoslo, el deporte sin crítica es como un partido sin tarjetas amarillas: aburrido.

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Nick Taylor y Ben Griffin lideran el Memorial bajo la lluvia

El canadiense y Griffin dominan con estrategia impecable en un campo que pone a prueba hasta a los mejores.

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Cuando el golf se convierte en un maratón de paciencia (y putts)

Ah, el Memorial Tournament, ese evento donde el campo de Muirfield Village decide jugar al “¿Cuánto sufrimiento aguantas?” y los jugadores responden con sonrisas forzadas y tarjetas de score que parecen escritas por un masoquista. Este año, la madre naturaleza añadió su toque especial: lluvia constante, rough que parece maleza de película de terror y greens más traicioneros que un ex. Pero hey, Nick Taylor y Ben Griffin decidieron que esto era un challenge de TikTok y lo convirtieron en tendencia.

Taylor, el canadiense que jugó como si el clima fuera su aliado (spoiler: no lo era)

Nick Taylor, el tipo que probablemente tiene “Huskie de Washington” tatuado en el alma (o al menos en su bio de Instagram), demostró que un día lluvioso no es excusa para no brillar. Con un 68 golpes (-4) y putts de birdie en casi todos los hoyos —porque, ¿quién necesita bogeys cuando puedes ser básicamente un robot?—, el canadiense firmó una tarjeta tan limpia que hasta Scheffler se quedó mirando con envidia. “Fue agradable mantenerlo simple”, dijo Taylor, como si no hubiera estado jugando en modo hardcore.

Mientras tanto, Griffin, el otro líder, aprovechó una tregua de la lluvia para sacar un 72 (-7 acumulado), porque ¿qué es el golf sin un poco de drama? El campo, suave como mantequilla después del aguacero, le dio un respiro… aunque con rough tan denso que hasta un machete sería útil. “El rough aquí es como intentar sacar la bola de un bowl de ramen”, podría haber dicho cualquier jugador, pero Taylor lo resumió mejor: “Es casi insuperable”. Gracias, Nick, por confirmar que esto no es un paseo en el parque.

Scheffler, el número uno que siempre está ahí (como ese amigo que nunca deja de stalkearte)

Y luego está Scottie Scheffler, el actual campeón y jugador top del mundo, que rondó el campo como si estuviera en un slow-motion challenge. Un wedge al agua aquí, un birdie fallado allá, pero al final, su 70 golpes lo dejaron cerca, porque claro, ¿qué sería un torneo sin Scheffler acechando como un villano de película? “Hubo muchos buenos golpes”, dijo, omitiendo los momentos en que el golf le hizo preguntarse por qué no eligió el ajedrez.

El rough, por cierto, es tan brutal que los jugadores ya lo ven como entrenamiento para el Abierto de EE.UU. en Oakmont. “Torrey Pines fue denso, pero esto es otro nivel”, admitió Taylor. Traducción: si no estás en el fairway, mejor reza.

Así que ahí lo tienen: lluvia, rough que merece su propio documental en Netflix, y dos líderes que demostraron que a veces, el golf se trata de sobrevivir, no de lucirse. ¿Quién ganará? Nadie lo sabe, pero seguro será épico.

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Vikingo y Alberto El Patrón se juegan todo antes del megaevento WWE

El último combate antes de que AAA y WWE colisionen en un evento histórico. ¿Quién se llevará la gloria?

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AAA vs. WWE: El último round antes del caos

Imagínense esto: AAA está a punto de saltar al ring de WWE como si fuera un luchador con máscara de lentejuelas, y justo antes de que el mundo explote en World’s Collide, nos regalan un combate que promete más drama que un capítulo de La Rosa de Guadalupe. El Hijo del Vikingo, el tipo que vuela más que un influencer en primera clase, se enfrenta a Alberto El Patrón (sí, ese que tiene más altibajos que el bitcoin) por el Megacampeonato AAA. ¿El premio? Llegar a WWE como campeón y enfrentarse a Chad Gable, que seguro está practicando su alemán suplex por si acaso.

No solo es Vikingo: el undercard también pica

Mientras tanto, en el undercard, Pagano y Psycho Clown (la pareja que parece salida de un cómic de los 90) intentarán arrebatarles los títulos de parejas a Sansón y Forastero, aka La Nueva Generación Dinamita (NGD para los cuates). Estos últimos, por cierto, también tienen cita en World’s Collide, donde se verán las caras con el Legado del Fantasma (Santos Escobar y compañía), en lo que promete ser un lío de máscaras, patadas voladoras y probablemente algún que otro drama backstage.

Y por si no fuera suficiente, todo esto pasa en el Gimnasio Olímpico Juan de la Barrera, un lugar que ha visto más combates épicos que Twitter peleas de fandoms. La transmisión será por Canal Space y HBO Max, porque, seamos honestos, en 2025 quien no ve lucha libre en streaming vive en el pleistoceno.

¿Cuándo y dónde ver este espectáculo?

El evento empieza a las 20:00 horas (hora centro de México), pero como todo buen drama, la transmisión en vivo arrancará a las 21:15, porque ¿qué sería de la lucha libre sin un poco de suspenso? Así que preparen sus palomitas, sus memes favoritos y su mejor pose de “¡No puede ser!”, porque esto promete ser tan intenso como un grupo de WhatsApp familiar discutiendo política.

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Fidalgo confiesa que la derrota duele más que los tres títulos

El mediocampista del América revela cómo el equipo enfrenta el dolor de la final perdida mientras busca revancha.

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El dolor que no se borra ni con tres trofeos

Ah, el fútbol, ese deporte maravilloso donde ganar tres campeonatos seguidos no sirve de consuelo cuando pierdes uno. ¿No es genial? Álvaro Fidalgo, el mediocampista español que se ha convertido en el alma (y posiblemente el terapeuta no remunerado) del América, lo dijo clarito: “Esta derrota duele como si no hubiéramos ganado nada”. Vaya, qué alivio saber que los títulos anteriores valen lo mismo que un billete de Monopoly en este momento.

La terapia grupal de las Águilas

Imaginen la escena: un vestuario lleno de jugadores multimillonarios, abrazándose y llorando como si les hubieran cancelado Netflix. Fidalgo, en su papel de filósofo accidental, admite que “la página no se pasa rápido”. Claro, porque cuando pierdes una final, el manual exige un duelo prolongado, preferiblemente con música dramática de fondo y algún que otro tuit emotivo de la afición.

Pero aquí viene lo mejor: el partido contra el LAFC para el pase al Mundial de Clubes es, según él, “importantísimo”. ¡Qué sorpresa! ¿Acaso hay algo más trivial en el fútbol que clasificar a un torneo internacional? Por supuesto que no. Y aunque Fidalgo insiste en que “una cosa no quita la otra”, todos sabemos que en el fondo esperan que el dolor se cure mágicamente con un vuelo a Arabia Saudita. Spoiler: no funcionará.

“Fue uno de los momentos más jodidos desde que estoy aquí”, confesó el español, probablemente mirando al vacío como en una telenovela. Y uno se pregunta: ¿peor que perder una final? Quizás solo comparable con quedarse sin aguacate en el desayuno. Pero bueno, el drama es parte del ADN americanista, así que bienvenidos al show.

La afición, esos cómplices sentimentales

Los hinchas, esos seres que oscilan entre el amor incondicional y la ira desmedida en cuestión de segundos, también están “jodidos”, según Fidalgo. Pero no se preocupen, porque el jugador asegura que están orgullosos. ¿De qué? De perder, claro. O más bien, de llegar a cuatro finales seguidas, lo cual, en el mundo del fútbol, es como recibir un trofeo por participación. ¡Qué bonito!

Eso sí, el ibérico agradeció el apoyo con la elegancia de un político en campaña: “Agradecemos todo su apoyo y por darnos las gracias por estas cuatro finales”. ¿Cuántos equipos pueden presumir de perder con tanta clase? Pocos, muy pocos.

Así que ahí lo tienen: el América, entre lágrimas y sonrisas forzadas, intentando convertir el dolor en motivación. ¿Funcionará? Quién sabe. Pero mientras tanto, todos podemos disfrutar del espectáculo tragicómico que solo el fútbol sabe ofrecer.

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