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México conquista 45 medallas en los Juegos Panamericanos Junior 2025
La delegación mexicana brilla con 45 preseas mientras los jóvenes atletas escriben una página dorada en la historia deportiva.

¡México brilla con 45 medallas en los Juegos Panamericanos Junior!
La energía y el talento de nuestros jóvenes atletas están dejando huella en Asunción 2025. Con un total de 45 medallas y contando, el equipo mexicano demuestra que la pasión y la disciplina son el combustible del éxito. ¡Cada una de estas preseas es un testimonio de esfuerzo, corazón y la grandeza que llevamos dentro!
Oro histórico en squash: Mariana y Wally escriben su leyenda
El noveno oro llegó de la mano de la dupla dinámica Mariana Narváez y Wally Ávila, quienes barrieron 2-0 a Perú en un partido lleno de garra y técnica. ¿Sabes qué hizo la diferencia? ¡Su mentalidad imbatible! Mientras el mundo miraba, ellos convirtieron cada golpe en una declaración: México juega a ganar.
Pero esto no es solo su victoria, es la de todo un equipo que vibra al unísono. Inspirados por este triunfo, Paola Franco y Ana Karen Botello subieron al podio por la plata, mientras Gilberto Aceves y Santiago Medina sellaron su lugar con un bronce que reluce como oro. ¡Así se construye el futuro del deporte nacional!
Celebremos cada paso, cada medalla, cada sueño cumplido
¿Qué nos enseñan estos campeones? Que los límites solo existen si los creemos. Desde la primera hasta la última medalla, cada logro es una semilla de inspiración para las próximas generaciones. ¡Imagina lo que viene! Con esta cosecha de metales, México no solo suma números, sino que siembra esperanza y demuestra que el trabajo duro siempre da frutos.
Y tú, ¿listo para ser parte de esta ola de triunfos? Comparte esta increíble historia y hagamos viral el orgullo mexicano. ¡Sigamos celebrando cada esfuerzo y descubramos juntos las próximas leyendas del deporte! #MexicanoDeCorazón #PanamericanosJunior
¡Comparte esta victoria en tus redes y sigamos impulsando el sueño de nuestros atletas! ¿Quieres más historias de superación? Explora nuestro contenido y únete a la celebración del deporte que nos une.
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Kenia Lechuga sueña con el oro olímpico tras su bronce mundial
La remera mexicana, tras su podio mundial, ya piensa en la gloria olímpica con una mentalidad renovada y un equipo fortalecido.

Lágrimas, mariachis y una obsesión dorada
Ahí estaba, la teniente Kenia Lechuga, dejando escapar unas cuantas lágrimas de emoción en pleno Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México. Porque, ¿qué mejor manera de recibir a una heroína moderna que con mariachis y flores, cortesía de la Secretaría de Marina? Uno casi esperaría que también soltaran palomas o que un coro de niños cantara el himno nacional. En ese instante de puro dramatismo aeroportuario, la remera olímpica, con la vista quizás nublada por la emoción y el jet lag, reafirmó su único y verdadero propósito existencial: “Siempre el oro es lo que estamos buscando. […] Este ciclo tiene que ser mejor que los anteriores”. Claro, porque conformarse con menos sería de plebeyos.
Lechuga acababa de aterrizar, literal y metafóricamente, después de conquistar el bronce en el Campeonato Mundial de Remo en la exótica Shanghái, China. Un tercer lugar en la final A de Scull ligero individual femenil que, para sorpresa de nadie, se pintó de tricolor. Pero, ¡oh, tragedia! Kenia no se conforma con este metal. Al parecer, el bronce es el nuevo participante, esa medalla que solo sirve para recordarte lo cerca y lo lejos que estás de la verdadera gloria. Su mirada, como la de un halcón, ya está puesta en el Santo Grial: los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 2028. Porque, ¿qué son tres años de espera cuando tu obsesión es el oro?
El año de la iluminación deportiva (o cómo por fin le salió bien)
Con una modestia que roza lo sarcástico, la atleta declaró: “Este ha sido definitivamente mi mejor año en cuanto a la mentalidad, lo físico y el equipo técnico. Todo mejoró muchísimo. […] Ahora lo disfruto más“. Traducción: por fin entendí cómo funciona esto de ser una atleta de élite y no sufrir en cada entrenamiento. Valoro el estar en cada competencia y siento que eso hace que se vea reflejado en los resultados”, reconoció la remera. Qué concepto tan revolucionario, ¿verdad? Disfrutar lo que haces para ser mejor. Quién lo hubiera dicho. Parece que el secreto del éxito no era remar hasta que los pulmones exploten, sino encontrar un poco de felicidad en el proceso. Una revelación, sin duda.
La presea de bronce en el Campeonato Mundial, ese trofeo que probablemente brilla menos de lo que nos imaginamos, cerró con broche de oro (de bronce, en realidad) el año competitivo de la atleta mexicana. Pero, como en una telenovela deportiva, el ciclo olímpico debe continuar. Y los retos que le esperan en el 2026 suenan a una lista de tareas titánicas: “Serían las Copas del Mundo que son tres, el Mundial y los Juegos Centroamericanos”, explicó Lechuga con la naturalidad con la que uno pediría un café. Porque, claro, ¿qué es un año sin tres copas del mundo, un mundial y unos juegos regionales? Un año aburrido, eso es.
Remando juntos hacia la gloria (o el agotamiento)
Para este ciclo olímpico, la remera mexicana ha sentido el apoyo de su equipo de trabajo, un detalle tan conmovedor que casi hace olvidar el hecho de que se pasa el día remando en solitario en un bote. Gracias a este respaldo, se ha podido centrar enteramente en su entrenamiento profesional, que uno supone consiste en remar, pensar en remar y soñar que rema. Y para cerrar con una metáfora que haría llorar a un poeta, concluyó: “Vamos en ese bote remando todos juntos”. Una imagen preciosa: todo un equipo nacional, los técnicos, los nutricionistas, los psicólogos, todos apiñados en un frágil bote de remos, avanzando al unísono hacia un futuro dorado. O, más probablemente, tratando de no hundirse.
Así que ahí lo tienen. Mientras usted lee esto desde la comodidad de su sofá, Kenia Lechuga probablemente está en algún lago o gimnasio, remando con la fuerza de mil soles y el humor de quien sabe que el bronce es solo un escalón en su camino hacia la deificación olímpica. Uno no puede evitar preguntarse si, en sus momentos de mayor agotamiento, se ríe imaginando la cara de sus rivales cuando cruce la meta en primera posición en Los Ángeles 2028. O si, simplemente, se concentra en no caerse del bote.
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Marineros y Azulejos disputan el pase a la Serie Mundial
El equipo del noroeste desafía el jet lag con una estrategia de viaje inusual, mientras un novato emerge como la sensación de los playoffs.

La estrategia de viaje que desafía al sentido común (y al sueño)
Imaginen esto: acaban de lograr una victoria épica que los catapulta a una instancia que no pisaban desde que usábamos pantalones de campana y escuchábamos a Britney Spears en un Discman. ¿Qué harían? ¿Una fiesta desenfrenada? ¿Empacar a las carreras? No, si son los Marineros de Seattle. Su plan maestro fue… quedarse sin dormir en casa. Sí, leyeron bien. Prefirieron aguantar la resaca emocional en su ciudad antes que sufrir un jet lag catastrófico en Toronto. Básicamente, la versión beisbolística de “prefiero sufrir ahora en mi cama que sufrir mañana en una oficina ajena”. Después de sellar su pase con un 3-2 sobre los Tigres de Detroit, el equipo decidió que dormir es sobrevalorado y se quedaron en Seattle, llegando a la tierra del sirop de arce el sábado por la noche, justo a tiempo para comenzar su Serie de Campeonato de la Liga Americana contra los Azulejos. Porque nada dice “estamos listos para la gloria” como llegar con las ojeras marcadas y preguntándose si el desayuno es comida o cena.
Para Seattle, esta es su cuarta aparición en esta serie, un logro que no concretaban desde el lejano 2001, un año en que el mayor drama era si Harry Potter moriría en el libro y el “problema Y2K” era un recuerdo fresco. Mientras tanto, los Azulejos, que eliminaron a los Yankees de Nueva York el miércoles, han tenido el lujo de un descanso de tres días, básicamente un fin de semana largo en el que probablemente vieron los highlights de sus rivales mientras comían poutine. La serie al mejor de siete abrirá el domingo por la noche, en un duelo que promete más tensión que elegir la foto perfecta para un perfil de Tinder.
El despropósito de los abridores y un novato que pone a todos de pie
En lo que solo puede describirse como una estrategia de lanzamiento sacada de un videojuego, Seattle utilizó a tres abridores en la victoria clave del viernes, con las estrellas Luis Castillo y Logan Gilbert entrando desde el bullpen. Esto deja a Bryce Miller como el elegido para abrir el fuego el domingo, con solo tres días de descanso. Miller, quien lanzó 55 veces en el cuarto juego, permitiendo dos carreras en poco más de cuatro entradas, se enfrentará a Kevin Gausman de Toronto. Gausman no lanza desde el 4 de octubre, lo que significa que ha tenido más tiempo de descanso que cualquiera de nosotros después de una semana laboral intensa. El mánager de los Azulejos, John Schneider, justificó la elección citando la “consistencia y calma” de Gausman, lo que en lenguaje millennial se traduce como “el tipo no se altera ni cuando se le cae el Wi-Fi”.
Pero el verdadero protagonista inesperado de esta postemporada es el novato Trey Yesavage. El chico estableció un récord de postemporada para los Azulejos al ponchar a 11 Yankees en cinco entradas y un tercio. Schneider lo describió como “una posibilidad definitiva” para comenzar el segundo duelo, lo que es la forma elegante de decir “este chico es nuestra nueva obsesión y no vamos a soltarlo”.
La maldición histórica y el receptor que aterra a los lanzadores
Los Marineros cargan con una etiqueta que duele: son el único equipo actual de las Grandes Ligas que nunca ha jugado una Serie Mundial. En sus tres viajes previos a esta instancia, ganaron dos juegos o menos, perdiendo ante Cleveland y los Yankees. Es la clase de dato que te hace pensar en las maldiciones deportivas, justo cuando creías que la única maldición que existía era la de la canción de Britney Spears que no se te sale de la cabeza.
Por el lado de Toronto, que perdió esta serie en 2015 y 2016, la tarea inmediata es contener a Cal Raleigh, el receptor ambidiestro que se ha convertido en una pesadilla viviente para los lanzadores rivales. Raleigh conectó 60 jonrones en la temporada regular y añadió uno más en la serie divisional. Pero lo más aterrador son sus números en Toronto: siete cuadrangulares en 11 juegos de temporada regular, y un rendimiento demoledor en la serie de comodines de 2022. Si los lanzadores de los Azulejos logran silenciar su bate, será un milagro comparable a que tu ex te devuelva ese libro que le prestaste hace años.
Durante la temporada regular, Toronto ganó cuatro de seis enfrentamientos con Seattle, aunque perdió dos de tres en casa en abril y barrió una serie de tres juegos en Seattle en mayo. Desde entonces, no se han vuelto a ver, lo que añade un manto de intriga mayor que el final de una temporada de tu serie favorita. ¿Quién avanzará a la Serie Mundial? ¿Los Marineros romperán su maldición histórica? ¿O los Azulejos demostrarán que el descanso extra vale más que cualquier estrategia de viaje?
¿Vives y respiras cada lanzamiento de esta emocionante postemporada? Comparte este análisis con otros fanáticos del béisbol en tus redes sociales y explora más contenido sobre esta apasionante Serie de Campeonato para no perderte ningún detalle de la lucha por el banderín de la Liga Americana.
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Tiger Woods se somete a su séptima cirugía de espalda
El legendario golfista enfrenta otro largo proceso de rehabilitación que pone en duda su futuro inmediato en los campeonatos.

La espalda de Tiger Woods: un proyecto de renovación eterna
Parece que la espalda de Tiger Woods ha decidido convertirse en el proyecto de renovación más constante de su vida, incluso más que su swing. El golfista, que probablemente tiene más cicatrices que trofeos en estos momentos, acaba de añadir otra joya a su colección: su séptima intervención quirúrgica en esa zona que, francamente, merece ya su propia placa conmemorativa.
Esta última aventura médica, digna de una temporada de Grey’s Anatomy dedicada exclusivamente a atletas obstinados, consistió en reemplazar un disco lumbar que había decidido colapsar. Porque claro, ¿qué es un disco vertebral sino un accesorio más que puede ser intercambiado cuando deja de funcionar correctamente? Woods, en un arrebato de optimismo que raya en lo heroico (o en lo temerario), declaró en redes sociales que esta fue “la decisión correcta para su salud y su espalda”. Como si después de siete cirugías, finalmente hubiera encontrado la fórmula mágica.
El calendario de Woods: más vacío que un campo de golf un lunes por la mañana
Lo más divertido (si por divertido entendemos “trágicamente absurdo”) es que el caballero no se molestó en proporcionar detalles sobre cuánto tiempo estará fuera de circulación. Nada de fechas, ni plazos, ni estimaciones. Es como si su cuerpo fuera una ruleta rusa médica y él simplemente espera a ver qué bala sale primero. ¿Intentará jugar en el Hero World Challenge en las Bahamas? ¿O en el Campeonato PNC con su hijo Charlie? Quién sabe. Ambos eventos son en diciembre, lo que da a Tiger un margen de… bueno, básicamente ningún margen considerando que estamos en octubre.
No ha jugado desde el año pasado, cuando sufrió una derrota en el desempate en el Campeonato PNC. Por supuesto, para un tipo que ha pasado más tiempo en quirófanos que en campos de golf últimamente, una derrota en desempate debe sentirse como unas vacaciones comparado con lo demás.
Esta es su segunda cirugía del año – porque claramente una no era suficiente – después de romperse el tendón de Aquiles izquierdo en marzo. En los últimos 13 meses, Woods ha visitado el quirófano con la misma frecuencia que la mayoría de nosotros visitamos el supermercado. Uno se pregunta si tiene un programa de fidelización con algún hospital que le ofrezca la décima cirugía gratis.
El golfista, demostrando una paciencia que haría palidecer a un santo, comentó que consultó a médicos y cirujanos tras experimentar dolor y falta de movilidad. Porque, claro, después de seis cirugías previas, uno pensaría que ya tendría el número de teléfono memorizado y quizás hasta un descuento por volumen.
“Las exploraciones determinaron que tenía un disco colapsado en L4/5, fragmentos de disco y un canal espacial comprometido”, declaró Woods el sábado con la naturalidad de quien lee la lista de la compra. “Opté por reemplazar mi disco ayer, y ya sé que tomé una buena decisión para mi salud y mi espalda”. La confianza es admirable, realmente. Siete cirugías y todavía cree que puede tomar “buenas decisiones” sobre su espalda.
De milagro médico a fenómeno estadístico
Woods inició este viaje quirúrgico que ya parece eterno en abril de 2014, lo que eventualmente llevó a fusionar su espalda baja en 2017. El milagro médico (o tal vez el castigo divino) es que un año después de esa fusión, ganó el Campeonato del Tour y en 2019 capturó su decimoquinto major y su quinta chaqueta verde en el Masters. Porque nada dice “recuperación médica” como ganar uno de los torneos más prestigiosos del mundo con la columna vertebral parcialmente fusionada.
Hoy, su espalda es solo una entre varias partes de su cuerpo que han presentado lesiones en los últimos cinco años. Podríamos decir que Tiger Woods se está desmontando pieza por pieza, como un mueble de Ikea mal ensamblado. Lo más grave fue ese accidente automovilístico en febrero de 2021 que destrozó su pierna y tobillo derechos, llegando al punto – según Woods – de que casi deciden amputar. Porque cuando tu carrera depende de caminar por campos de golf y tu cuerpo decide que caminar es opcional, tienes un problema.
El tipo logró regresar un año después en el Masters de 2022, demostrando que o tiene un pacto con el diablo o simplemente le gusta sufrir. Desde el accidente automovilístico, Woods ha jugado solo 15 veces en los últimos cuatro años, cuatro de ellas en el Campeonato PNC donde puede usar un carrito para el evento de 36 hoyos. Es decir, el hombre que una vez dominó el golf mundial ahora depende de un vehículo de golf para poder competir. La ironía es tan densa que podría usarse como bola de golf.
Uno se pregunta si en algún momento considerará que quizás el universo le está enviando una señal. Siete cirugías de espalda, un accidente que casi le cuesta una pierna, tendones rotos… ¿no será hora de considerar que el cuerpo humano tiene límites, incluso para las leyendas? Pero no, Tiger Woods parece empeñado en demostrar que puede vencer no solo a sus oponentes, sino también a la biología básica, la física y el sentido común.
Mientras tanto, los fanáticos nos quedamos mirando, entre la admiración y el horror, este espectáculo de obstinación humana que redefine lo que significa ser “terco”. Porque si hay algo más impresionante que el talento de Tiger Woods en su mejor momento, es su capacidad para ignorar la realidad física de su propio cuerpo.
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