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Inundaciones en Morelos y Sinaloa activan protocolos de emergencia nacional

La furia de la naturaleza evidenció la vulnerabilidad de comunidades en dos estados, con daños materiales severos y una respuesta de emergencia multisectorial en marcha.

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Análisis de los Eventos Meteorológicos Extremos y su Impacto en Morelos y Sinaloa

Un episodio de precipitaciones de alta intensidad, registrado entre la noche del miércoles 25 y la madrugada del jueves 26 de septiembre de 2025, impactó significativamente el territorio mexicano, con consecuencias particularmente severas en los estados de Morelos y Sinaloa. Este fenómeno meteorológico ocasionó una serie de afectaciones en infraestructura residencial, interrupciones en la vialidad y la inmediata implementación de protocolos de emergencia por parte de las autoridades estatales y federales. El presente análisis examina de manera meticulosa los alcances del evento, las respuestas institucionales desplegadas y el contexto de vulnerabilidad que estos eventos revelan.

Evaluación de los Daños y la Respuesta Inmediata en el Estado de Morelos

En el estado de Morelos, la magnitud de los daños obligó al gobierno estatal a activar un Sistema de Comando de Incidentes, una estructura operativa diseñada para la coordinación eficiente de recursos durante crisis. El balance preliminar, proporcionado por las autoridades locales en la jornada del jueves, cuantificó las afectaciones en al menos 140 viviendas anegadas distribuidas en 11 municipios. La región sur de la entidad fue la más golpeada, con focos rojos en municipios como Zacatepec, Jantetelco, Ayala y Yecapixtla.

Un caso paradigmático de la severidad del evento se registró en la colonia Lázaro Cárdenas de Zacatepec. Residentes de la calle Sufragio Efectivo reportaron la infiltración de agua en sus domicilios durante las primeras horas de la mañana, con niveles de inundación que, en varios casos, superaron el metro de altura, lo que resultó en la pérdida de enseres domésticos y mobiliario. Inicialmente, los habitantes manifestaron una percepción de ausencia de autoridades en los momentos críticos; no obstante, la respuesta gubernamental se materializó posteriormente con un operativo que integró a personal de Protección Civil estatal, Servicios de Salud y el Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF). Como medida de auxilio inmediato, la administración estatal reportó la distribución de 100 canastas alimentarias y kits de emergencia.

La complejidad de la situación demandó la intervención de instancias federales. Se desplegaron brigadas del Plan DN-III-E, un protocolo de auxilio a la población civil ejecutado por el Ejército Mexicano y la Guardia Nacional en coordinación con las autoridades estatales. De forma paralela, la Comisión Nacional del Agua (Conagua) y equipos de Protección Civil de municipios aledaños realizaron trabajos de desazolve, labores de limpieza y evacuación de agua estancada mediante el uso de motobombas. Adicionalmente, y como una medida profiláctica fundamental, brigadas de salud iniciaron evaluaciones epidemiológicas para identificar y prevenir brotes de enfermedades diarreicas, respiratorias y padecimientos transmitidos por vectores, como el dengue, cuyos riesgos se incrementan exponencialmente tras eventos de inundación.

Impacto del Sistema Tropical Remanente en la Costa de Sinaloa

De manera simultánea, en la costa del Pacífico mexicano, el estado de Sinaloa enfrentó las consecuencias de los remanentes de un sistema tropical. Las lluvias intensas se concentraron en la zona sur de la entidad, generando inundaciones y un riesgo latente de colapso en infraestructura crítica. En el puerto de Teacapán, la fuerza de las precipitaciones provocó que el agua ingresara hasta las recámaras de viviendas localizadas en las áreas topográficamente más bajas, además de imposibilitar el tránsito vehicular en calles de terracería, aislando a varias comunidades.

Uno de los incidentes de mayor relevancia desde la perspectiva de la protección civil ocurrió a escasa media hora de Teacapán. Más de 800 individuos, entre estudiantes, cuerpo docente y personal administrativo de la Universidad Tecnológica de Escuinapa (UTESC), fueron evacuados de forma preventiva. La decisión se tomó ante el riesgo inminente de colapso de un canal de desagüe, cuya falla estructural ya había comenzado a afectar la cinta asfáltica del camino de acceso a la institución educativa. La precipitación acumulada en este municipio alcanzó un volumen extraordinario, superando los 226 milímetros en un lapso de 12 horas. Otras comunidades, como El Trébol 1 y Palmillas, reportaron anegaciones con niveles de agua entre 30 y 40 centímetros. La fuerza de los escurrimientos también derivó en un incidente que ilustra los peligros subyacentes: una camioneta agrícola cayó en una zanja que se abrió como resultado del desbordamiento de un estanque.

Estos eventos en Morelos y Sinaloa no son fenómenos aislados, sino que deben enmarcarse dentro de patrones climáticos más amplios y recurrentes. La recurrencia e intensificación de episodios de lluvia extrema plantean interrogantes críticas sobre la capacidad de adaptación de las infraestructuras urbanas y rurales, la efectividad de los sistemas de alerta temprana y la necesidad de políticas públicas orientadas a la gestión integral de riesgos. La respuesta de emergencia, aunque crucial, es una fase reactiva; la mitigación de futuros desastres requiere de una planificación territorial y una inversión en infraestructura resiliente que aborde las causas subyacentes de la vulnerabilidad.

¿Conoces los protocolos de emergencia para inundaciones en tu localidad? Comparte esta información para fomentar la conciencia colectiva y explora más contenido relacionado con la gestión de desastres naturales en nuestro sitio web.

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Citan a comparecer al contralmirante prófugo por huachicol fiscal

El alto mando naval enfrenta una audiencia crucial que definirá su situación legal tras ser acusado de liderar una red de corrupción en aduanas.

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Un Llamado Judicial Crucial

El contralmirante Fernando Farías Laguna, alto mando de la Marina actualmente prófugo de la justicia por su presunta vinculación con una extensa red de huachicol fiscal en las aduanas del país, recibió una citación formal para comparecer el próximo 1 de octubre a las 9:00 horas. La audiencia se llevará a cabo ante la jueza de Control Nancy Selene Hidalgo Pérez, con residencia en el penal de El Altiplano, quien fue la autoridad que emitió la orden de aprehensión en su contra. Este mandamiento judicial está relacionado con el delito de delincuencia organizada con fines de cometer ilícitos en materia de hidrocarburos, dentro del marco de la causa penal 325/2025. Su presencia en esta audiencia inicial es obligatoria y marca un punto de inflexión en el proceso legal.

Las consecuencias de una inasistencia son graves. La suspensión provisional que le fue concedida por la titular del Juzgado Decimoprimero de Distrito en Materia Penal, Emma Cristina Carlos Ávalos, quedaría inmediatamente sin efecto. Esta suspensión era el escudo legal que impedía su detención inmediata. Al extinguirse este beneficio, la Fiscalía General de la República (FGR) quedaría facultada para ejecutar su captura en cualquier momento y lugar. Farías Laguna, quien es sobrino político del exsecretario de Marina, José Rafael Ojeda Durán, se juega su libertad en esta decisión.

Formalización de la Audiencia y Medidas Cautelares

La jueza de Distrito Nancy Selene Hidalgo Pérez actuó en cumplimiento de un requerimiento específico de la jueza de Amparo Emma Cristina Carlos Ávalos. Mediante un acuerdo formal, se informó que la audiencia inicial, regida por lo establecido en el artículo 310 del Código Nacional de Procedimientos Penales, quedó oficialmente señalada para la fecha y hora mencionadas. Este acto procesal es el primer paso formal dentro del proceso penal 325/2025 en contra de Fernando Farías Laguna.

Para mantener la vigencia de la suspensión provisional que le protege de ser aprehendido, el contralmirante cumplió con una obligación financiera clave. De acuerdo con acuerdos publicados en las listas de amparo, el pasado 17 de septiembre Farías Laguna pagó una garantía de 49 mil pesos. Además, el 24 de septiembre notificó a la jueza de Distrito sobre una medida que afecta su situación económica: el bloqueo de sus cuentas bancarias personales y las de sus familiares directos. Ante esta circunstancia, el imputado solicitó formalmente una medida de seguridad alternativa relacionada con la garantía. Su petición busca sustituir la fianza monetaria por una prenda, hipoteca o fideicomiso que le permita seguir accediendo al beneficio de gozar de libertad durante el proceso penal que se le sigue.

Negativa de Acceso a Información Reservada

El camino legal del contralmirante ha encontrado otro obstáculo significativo. Hace unos días, la jueza Emma Cristina Carlos Ávalos negó la solicitud de Fernando Farías Laguna para obtener una copia certificada de la orden de aprehensión en su contra. Farías Laguna es señalado como el presunto cabecilla de la red de huachicol fiscal que operaba desde las aduanas marítimas con presunta complicidad al interior de la Secretaría de Marina, una trama en la que también está implicado su hermano, Manuel Roberto, quien se encuentra actualmente en prisión.

La magistrada fundamentó su rechazo en dos argumentos principales. En primer lugar, destacó que el contralmirante no ha comparecido aún ante la jueza que emitió el mandamiento de captura. En segundo lugar, y más importante, clasificó el documento como de carácter reservado y confidencial. Esta reserva se justifica porque la orden de aprehensión no solo concierne a Farías Laguna, sino que involucra a otros 12 coacusados, en lo que las autoridades investigan como potentially el caso de corrupción más grande de la historia reciente de México.

Esta decisión fue plasmada en un acuerdo derivado del amparo 813/2025, promovido por el propio imputado. La jueza argumentó que proporcionar una copia certificada al contralmirante Fernando Farías Laguna podría afectar de manera severa la investigación de la FGR. La fiscalía construye su caso dentro de la causa penal 325/2025, donde se le imputa el delito de delincuencia organizada para cometer delitos en materia de hidrocarburos. La resolución judicial fue contundente: “(…) no se observa que haya comparecido ante la autoridad del proceso que se le sigue, aunado a que del análisis de la orden de aprehensión reclamada se advierte que inmiscuye a personas diversas al aquí justiciable, por lo que en este supuesto opera la reserva o confidencialidad de dicha información, al no ser concerniente únicamente al quejoso; pues de lo contrario se le permitiría tener acceso a constancias que tienen el carácter de reservadas, con lo cual se contravendrían disposiciones de orden público, respecto a las cuales su difusión podría afectar la investigación de los hechos con apariencia de delito”.

Respecto al acceso a las pruebas aportadas por el juez de Distrito Especializado en el Sistema Penal Acusatorio –quien funge como juez de Control–, la jueza Carlos Ávalos estableció una condición. Indicó que Fernando Farías puede consultar dicha información directamente en la sede de su Juzgado de Distrito, en un día y horario hábil, para que pueda manifestar lo que considere pertinente a su defensa. Sin embargo, este acceso está supeditado a un requisito previo e ineludible: debe acreditar fehacientemente que ha comparecido ante la autoridad que lleva el proceso penal en su contra. Esto significa que su presencia en la audiencia del 1 de octubre es la llave para acceder a los elementos de la investigación que sostienen los cargos en su contra.

Este caso continúa en desarrollo y representa una prueba significativa para las instituciones mexicanas en su lucha contra la corrupción de alto nivel. Comparte este análisis para mantener informada a tu red sobre los procesos judiciales de interés nacional y explora más contenido relacionado con la transparencia y la rendición de cuentas en nuestro sitio.

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México registra su día con menos homicidios en el sexenio

La cifra más baja de víctimas en un solo día desde 2018 contrasta con los picos de violencia registrados a lo largo del año.

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Un respiro (sí, lo leíste bien) en la estadística macabra

Parece que el universo, en un giro inesperado digno de un final de temporada de una serie que todos creíamos cancelada, nos ha dado un dato que no nos obliga a cerrar los ojos y contar hasta diez. Ayer, el Informe diario de Seguridad del Gobierno federal, ese documento que normalmente leemos entre los dedos como si fuera una escena de terror, arrojó una cifra que hizo que más de uno se frotara los ojos incrédulo: 37 víctimas de homicidio doloso en todo el país. Sí, treinta y siete. No es un error de tipeo, no es un sueño febril. Es la cifra más baja registrada en un solo día desde que el ex Presidente Andrés Manuel López Obrador empezó su administración en diciembre de 2018. Básicamente, el equivalente a encontrar un aguacate perfecto en el supermercado un domingo por la tarde: un evento raro, casi mítico.

Para ponerlo en perspectiva, este número supera (o mejor dicho, “infra”) la marca previa de 38 casos que se había contabilizado en julio de este mismo año. Un récord que, en este macabro ranking, uno prefiere batir hacia abajo. El contraste con lo que hemos vivido en 2025 es tan brutal que duele. ¿Se acuerdan de marzo? Parece una eternidad, pero fue este mismo año cuando el país se estremeció con un pico de 84 homicidios en un sólo día, un número impulsado en gran medida por la confrontación interna en Sinaloa que nos tuvo a todos en vilo, checando las noticias con la misma ansiedad con la que se revisa la cuenta bancaria después de unas vacaciones.

La montaña rusa de la violencia: de los picos a los valles (relativos)

La cosa no mejoró mucho después. En junio, la pesadilla se repitió con 79 víctimas en una jornada. Es como si la violencia en México siguiera la lógica de las tendencias de TikTok: un desafío terrible se vuelve viral y todos quieren imitarlo. Pero hablemos de promedios, porque un día puede ser una anomalía, una casualidad estadística. Aquí es donde el asunto se pone más interesante (y usamos “interesante” en el sentido más amplio y sarcástico posible).

El mes de agosto pasado nos regaló el promedio diario más bajo del sexenio: 52.7 asesinatos al día. Suena horrible decir “regaló” y “52.7 asesinatos” en la misma frase, pero así de distorsionada está nuestra realidad. En el otro extremo del espectro, tenemos a noviembre, que se lleva el dudoso honor de ser el mes más violento hasta ahora, con un promedio de 74.4 homicidios diarios. Es la diferencia entre tener un día “tranquilo” en el infierno y un día particularmente intenso. La montaña rusa emocional que vivimos los ciudadanos, que solo queremos checar si hay muertos en la nota roja antes de desayunar, es digna de un parque de atracciones que nadie en su sano juicio visitaría.

Por supuesto, las autoridades, en un intento de mantener los pies en la tierra y evitar que nos ilusionemos como si hubiéramos ganado la lotería, aclaran que estos datos corresponden a un conteo preliminar y están sujetos a ajustes conforme avanzan las investigaciones ministeriales en los estados. O sea, el clásico “cálmate, no cantes victoria todavía” institucional. Pero el hecho histórico, la marca de 37 homicidios en un día, ya está ahí, brillando con una luz tenue en la oscuridad estadística.

Este respiro, por pequeño que sea, llega después de meses marcados por episodios de violencia vinculados a disputas criminales en estados como Sinaloa, Tabasco, Guerrero, Guanajuato, Michoacán y el Estado de México. Parece el elenco de una telenovela de narcos, pero es nuestra vida real. Las disputas son atribuidas a un catálogo de grupos que suenan más a nombres de bandas de rock alternativo que a organizaciones criminales: facciones de “La Mayiza” y “La Chapiza” (ambas del Cártel de Sinaloa); un conflicto entre Los Ardillos y La Familia Michoacana (que suena a pelea entre especies de roedores), y las eternas disputas entre el Cartel Jalisco Nueva Generación y el Cartel de Santa Rosa de Lima, entre otros. Es tan surrealista que si lo escribieras para una serie, te dirían que es demasiado exagerado.

Y para recordarnos que la calma es frágil, ayer mismo el repunte de la violencia lo lideró Guanajuato con seis personas asesinadas. Entre los crímenes que empañan cualquier atisbo de optimismo, destaca especialmente la muerte de un trabajador de la Fiscalía estatal y el hallazgo de dos cuerpos con signos de tortura en una carretera en las inmediaciones de Pénjamo. Un recordatorio brutal de que, aunque la cifra nacional baje, la tragedia individual y local sigue su curso implacable.

Así que, ¿qué hacemos con esta noticia? ¿La celebramos con cautela como cuando tu equipo anota un gol en el minuto 89 pero aún puede perder? ¿O la miramos con escepticismo, esperando a que el siguiente informe diario nos devuelva a la “normalidad” aterradora? En un país donde la violencia se ha normalizado de una manera espeluznante, un día con “solo” 37 homicidios se siente como una victoria. Y eso, quizás, es lo más triste de todo este análisis. Es el reflejo de una sociedad que ha tenido que ajustar su barómetro del horror para encontrar un atisbo de esperanza en lo que, en cualquier otro lugar, sería una estadística inaceptable.

¿Crees que esta tendencia a la baja se mantendrá o es solo un espejismo estadístico? Comparte este análisis en tus redes sociales y ayúdanos a ampliar la conversación sobre la seguridad en México. Explora más contenido relacionado con la actualidad nacional en nuestro sitio.

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México registra su día con menos homicidios en el sexenio

La cifra más baja de víctimas en un solo día desde 2018 marca un hito inesperado en medio de la espiral violenta.

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Un respiro (sí, lo leíste bien) en la montaña rusa de la violencia

Parece que el universo, en un giro argumental que ni el guionista de la temporada más caótica de Narcos se habría atrevido a plantear, nos ha dado un día de descanso. Ayer, el Informe diario de Seguridad del Gobierno de la Cuarta Transformación soltó un dato que hizo que más de uno se limpiara los ojos para asegurarse de no estar viendo cosas: 37 víctimas de homicidio doloso en todo el país. Sí, treinta y siete. Una cifra que, en el contexto mexicano, suena casi a utopía. Para que te des una idea, es como si de pronto tu feed de noticias dejara de estar saturado de tragedias por un instante, un brevísimo, casi incómodo, momento de paz.

Este número no es solo un dígito bajo; es un récord histórico a la baja. Se cargó la marca anterior de 38 casos que se había registrado en julio de este mismo año, un verano que, por cierto, también tuvo sus picos de locura. El contraste es tan brutal que duele. Si lo comparamos con el pico más alto del 2025, que fue en marzo con 84 homicidios en un solo día (impulsado, cómo no, por el drama interno en Sinaloa), la diferencia es abismal. Es la clásica montaña rusa emocional a la que nos tiene acostumbrados la realidad nacional: un día estás en el punto más alto de la violencia y, cuando menos te lo esperas, caes en una curva que, por una vez, no te desgarra el estómago.

Promedios que pintan un panorama menos aterrador (pero no cantemos victoria)

Ahora, si nos ponemos en modo data analyst y miramos los promedios mensuales, la cosa también pinta… ¿mejor? Suena raro decirlo, pero es la verdad. El agosto pasado se alcanzó el promedio diario más bajo del sexenio, con 52.7 asesinatos al día. Suena a mucho, porque lo es, pero cuando lo contrastas con el mes más violento hasta ahora, que fue noviembre con un promedio de 74.4 homicidios diarios, la cosa se ve un poquito menos apocalíptica. Es como si, después de meses de una serie de terror sin fin, por fin hubiera un capítulo con un final… ¿tranquilo? No nos emocionemos, el narrador siempre puede volver a sacar un giro inesperado.

Eso sí, el informe oficial, con esa prudencia burocrática que nos caracteriza, aclara que estos son datos preliminares y están sujetos a ajustes conforme avanzan las investigaciones ministeriales en los estados. O sea, la cifra podría cambiar, pero por ahora, nos aferramos a este pequeño rayo de esperanza como si fuera el último episodio de nuestra serie favorita en un día lluvioso.

Lo que hace que este dato sea tan significativo es que, a pesar de ser un conteo preliminar, se coloca como la marca más baja registrada desde el inicio del sexenio del ex Presidente Andrés Manuel López Obrador en diciembre de 2018. Seis años después, por fin hay un día que rompe el récord… pero para bien. Un auténtico plot twist en la narrativa de la violencia que ha definido a esta administración.

El contexto: un país que sigue ardiendo en focos rojos

Este respiro estadístico llega tras meses marcados por episodios de violencia vinculados a disputas criminales que suenan más a elenco de una película de acción mal coordinada que a la realidad. Tenemos a las facciones de “La Mayiza” y “La Chapiza”, ambas del Cártel de Sinaloa, en su eterno drama familiar por el control. Luego está el conflicto entre Los Ardillos y La Familia Michoacana, una rivalidad que parece sacada de un videojuego de mundo abierto. Y, por si fuera poco, las disputas entre el Cartel Jalisco Nueva Generación y el Cartel de Santa Rosa de Lima, entre otros. Básicamente, el país es un gran tablero de ajedrez donde las piezas se mueven con fuego y sangre.

Y ayer, justo cuando se registraba este mínimo histórico, el repunte de violencia lo tuvo Guanajuato, con seis personas asesinadas. Entre los crímenes, destaca la muerte de un trabajador de la Fiscalía estatal y el hallazgo de dos cuerpos con signos de tortura en una carretera en las inmediaciones de Pénjamo. Un recordatorio cruel de que, aunque el promedio nacional baje, la violencia no se ha ido; solo ha cambiado de código postal. Es como si el monstruo de la inseguridad diera un respiro a nivel macro, pero a nivel micro sigue haciendo de las suyas.

En resumen, este dato es un suspiro, un paréntesis en la crónica negra de México. No es la solución, ni mucho menos, pero es un hecho que invita a la reflexión. ¿Será el inicio de una tendencia o solo un espejismo en el desierto de la violencia? El tiempo, y los próximos informes de seguridad, lo dirán. Mientras tanto, toca analizar este momento con la mezcla de esperanza y escepticismo que define a toda una generación acostumbrada a las malas noticias.

¿Te sorprende esta cifra récord? Comparte esta nota para generar conversación y explorar más análisis sobre la seguridad en México.

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