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Autoridades desmantelan centro de huachicol y drogas en Hidalgo

Un despliegue de fuerzas descubre un arsenal de vehículos y droga en un predio clave. La lucha contra el crimen organizado da un golpe significativo.

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Un Tesoro en la Montaña (Pero del Tipo que Te Manda Directo a la Cárcel)

Parece que en el municipio de Atotonilco de Tula, Hidalgo, alguien tenía un plan de negocios bastante… fluido. Y no, no estamos hablando de una startup de agua embotellada. Las siempre eficientes y perfectamente coordinadas autoridades estatales y federales (esta vez sí, sorprendentemente, funcionó el WhatsApp grupal) decidieron hacer una visita sorpresa a un predio en la comunidad de Conejos. ¿El resultado? Un botín que haría llorar de emoción a cualquier contador de una banda delictiva… y de desesperación a su jefe.

El operativo, que seguramente requirió más café que un maratón de programadores, fue el glorioso desenlace de esas labores de investigación de las que siempre oímos hablar pero que rara vez vemos materializarse en algo más que un reporte archivado. La SSPH, la PGJEH y el Ejército se unieron para, por una vez, hacer algo más productivo que perseguir a influencers en TikTok.

El Supermercado del Crimen: Todo en Uno

Al entrar al inmueble, las autoridades se encontraron con lo que solo puede describirse como la convención anual de tanques cisterna. No era un estacionamiento cualquiera; era el parque vehicular de los sueños húmedos de cualquier huachicolero. Había de todo: 15 remolques cisterna de diversas capacidades, porque al parecer en el mundo del robo de combustible también hay que tener opciones para todos los gustos y necesidades. Seis de 31 mil litros, tres de 31.500 (porque esos 500 litros extra marcan la diferencia, ¿verdad?), uno de 20 mil, dos de 55 mil (los SUV de la familia), uno de 43 mil y dos más de 33.500 y 35 mil.

Como detalle encantador, se confirmó que al menos cuatro de estas joyas sobre ruedas tenían su reporte de robo vigente. Es decir, no solo robaban combustible, sino que también practicaban el reciclaje… de vehículos. Muy ecológicos de su parte.

Pero esperen, ¡hay más! Porque ¿qué sería de un centro de operaciones delictivas sin una sección de farmacia? Además del combustible robado (26.875 litros de hidrocarburo que ya no llegarán a encharcar terrenos ni a alimentar ductos clandestinos), el allanamiento también dejó al descubierto una camioneta Chevrolet sin placas (clásico), dos tractocamiones (para los pedidos a granel), y un surtido de drogas: 193 dosis de mariguana y 67 de cristal. Vamos, era el Oxxo de lo ilícito: combustible, vehículos y droga, todo en un mismo lugar para su conveniencia. ¿Tarjeta de puntos incluida?

Toda esta colección de bienes mal habidos fue, cómo no, puesta a disposición de la Fiscalía General de la República (FGR) para las investigaciones correspondientes. O, en otras palabras, para que empiecen otro expediente que probablemente termine acumulando polvo en un archivo, pero hey, al menos las fotos para la prensa quedaron estupendas.

Esta acción, nos dicen, es parte de una gran estrategia para combatir el robo de combustible y el tráfico de narcóticos en el sur de Hidalgo, una zona que en los últimos años se ha convertido en el patio de recreo favorito de grupos delictivos. Qué alivio saber que finalmente se están tomando en serio un problema que lleva años creciendo a vista y paciencia de todos. ¡Bravo!

La verdadera pregunta es: ¿cuántos de estos puntos de operaciones siguen funcionando impunemente mientras nos felicitamos por haber desmantelado uno? Pero eso, queridos lectores, es una especulación cómicamente innecesaria que no nos corresponde hacer. Por ahora, contentémonos con saber que 15 tanques menos estarán robando combustible… hasta que los repongan la próxima semana.

¿Te sorprende la audacia de estos grupos delictivos? Comparte esta nota en tus redes sociales y ayúdanos a visibilizar la realidad de este problema. Explora más contenido relacionado para mantenerte informado.

Nacional

La CDMX sustituye sus palmeras por árboles nativos

La capital dice adiós a un ícono paisajístico infestado por un hongo. Un plan ambicioso busca transformar el verde urbano.

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Adiós a las reinas del asfalto (y hola a los árboles de verdad)

Parece que el Gobierno de la Ciudad de México le está dando un swipe left definitivo a las palmeras. Sí, esas mismas que por décadas han sido el fondo de Instagram de medio CDMX, pero que al parecer tienen más red flags de las que creíamos. En un movimiento que ha puesto a hablar a todo el mundo, la jefa de Gobierno, Clara Brugada, anunció que el plan de reverdecimiento de la capital no incluye, ni por error, a estas divas del paisaje urbano. La razón oficial: un hongo que las está mandando al otro lado desde 2011 y que ha convertido a unas 9,000 de ellas en un riesgo latente. Básicamente, son el invitado tóxico de la fiesta que se niega a irse.

El ‘plant-pocalypse’ ha comenzado

Entre septiembre y diciembre de este año, 1,500 palmeras que ya muestran síntomas letales serán retiradas. El resto… bueno, tendrán que esperar su turno durante el sexenio. ¿El motivo? Sus raíces son unas anarquistas que no respetan el pavimento y, para colmo, no aportan ni sombra ni resiliencia ambiental. Vamos, que son más decorativas que funcionales. Serán reemplazadas por árboles nativos como duraznillo, tejocote o arrayán —especies que sí saben portarse y que además embellecen de verdad la ciudad—. O sea, estamos cambiando a la modelo de pasarela por la científica que salva el planeta. Prioridades, queridos.

El 86% de estas palmeras se concentran en las alcaldías Benito Juárez, Cuauhtémoc, Coyoacán y Miguel Hidalgo. Justo donde más duele… y donde más riesgo hay de que una palmera decida despedirse dramáticamente encima de un auto o, peor, de una persona.

¿Y cómo llegaron aquí estas divas exóticas?

Resulta que todo fue culpa de un viaje de trabajo. Como en un mal episodio de *Emily in Paris*, pero en los años 40. Miguel Alemán regresó embelesado del lujoso Beverly Hills, con su aura tropical y sus palmeras como símbolo de estatus, y decidió que la CDMX necesitaba ese *vibe*. Así que importó las phoenix canariensis directamente desde las Islas Canarias. Y así, durante décadas, hemos vivido en una versión low cost de California… hasta que el hongo dijo “ya estuvo bueno”.

Desde 2011, estos ejemplares comenzaron a mostrar una declinación progresiva asociada a hongos y microorganismos que atacan hojas, troncos y raíces. Vamos, que les cayó el peor de los Tinderinos: el que no solo ghostea, sino que destruye.

El operativo: más complejo que un drama de vecinos

Para esta misión casi apocalíptica, la Sedema aportará alrededor de 120 especialistas, incluyendo trepadores, dictaminadores, biólogos y podadores capacitados para trabajar con ejemplares de gran altura. También se sumarán 25 unidades y equipos de apoyo, entre ellos un minicargador, tres destoconadoras y dos grúas de 40 toneladas. Suena a película de acción, pero con árboles.

En coordinación con la Secretaría de Obras y Servicios (Sobse), se formarán cuadrillas que operarán en vialidades y parques de alto tránsito. Habrá metas semanales de derribo, destoconado y plantación. Y cada árbol sustituido contará con labores de riego, mantenimiento y monitoreo. O sea, no solo las sacan: les aseguran un buen futuro a sus reemplazos. #ResponsabilidadAfectivaVerde.

Así que ya saben: si en los próximos meses ven que su palmera de confianza desaparece, no es el fin del mundo… es el inicio de uno nuevo, con más oxígeno y menos drama fungal.

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La promesa final en medio de la tragedia de Iztapalapa

La solidaridad emerge entre las cenizas de una tragedia que ha conmocionado a la capital. Un acto de honor en medio del caos.

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Un último ruego en medio del infierno

Ciudad de México.- Porque, claro, en medio de un mar de llamas y con la certeza de que la parca llama a tu puerta, lo realmente importante es que no te confundan con un John Doe cualquiera. Juan Antonio Hernández Betancourt, de 51 años y repartidor de tés (sí, esa bebida caliente que ahora suena a cruel ironía), tuvo el temple –o la desesperación– de suplicarle al policía Alberto Paredes que, por favor, fuera tan amable de guardar su celular y su cartera. “¡No quiero morir como un desconocido!”, le imploraba. Porque en esta vida de likes y identidad digital, hasta el tránsito al más allá necesita una verificación de perfil.

Su viuda, Rosa María, con esa entereza que solo te da el haber planificado un funeral en 72 horas, narró la última conversación que sostuvo con su esposo. Quince minutos después de decirle que estaba atorado en el tráfico cerca del Puente de la Concordia (el eufemismo del año), le volvió a llamar. “Me dice ‘señora, señora, me estoy quemando ya me llevó la chingada despídeme de todos'”. Y uno pensaría que el protocolo de despedida en estas situaciones incluiría un “te amo” o un “cuida a los niños”, pero no, el pánico es un guionista muy malo. Rosa, desde luego, le respondió “Toño, Toño, ¿qué está sucediendo?”. La línea se cortó. Fin de la transmisión.

La carrera contra un reloj de cenizas

¿Qué hace una esposa ante semejante llamada? Llama a un Uber, obviamente. Rosa pidió ayuda a su familia y la llevaron en un vehículo hasta la zona, pero el tráfico post-apocalíptico no cooperó. Así que, en un giro de acción hollywoodense, se bajó del coche en Ermita y se encontró con un chavo en moto. “Acércame lo más que puedas”, le dijo. El anónimo buen samaritano, que probablemente esperaba un viaje a Oxxo y se encontró con una escena de Mad Max, accedió. Al llegar, Rosa vio las botas de su esposo y la puerta abierta del camión. Un detalle macabro para confirmar lo que ya sabía.

Los policías en la zona, esos seres sobrehumanos que deciden arriesgar el pellejo por el salario de un empleado de Starbucks, le informaron que Juan Antonio estaba en el Hospital General 53. Ella, con una energía que solo el desespero provee, corrió el kilómetro de distancia. Y oh, sorpresa, la dejaron entrar inmediatamente a verlo. Porque en las tragedias, a veces el protocolo hospitalario sí hace excepciones para los dramas personales.

Juan Antonio, el hombre que repartía tés y sonrisas, siempre vivió en Santa María Aztahuacán. La noticia de su fallecimiento fue, cómo no, “devastadora para la comunidad”. Rosa lo recuerda como un esposo ejemplar y un hombre solidario. Claro, porque los maridos menos ejemplares suelen sobrevivir a estos eventos por pura mala leche.

El héroe de opereta (pero con final honesto)

Y he aquí el plot twist: el policía Alberto Paredes, en quien el difunto depositó su última esperanza (y sus pertenencias), sí cumplió su palabra. En un mundo donde hasta los políticos prometen y no cumplen, este uniformado hizo lo impensable: les llamó desde el celular de Toño para entregarles sus pertenencias. Les contó que él y otra persona sacaron al esposo de Rosa del camión en llamas. Toño le pidió que sacara sus cosas de la guantera: “no quiero morir como desconocido”. Una solicitud tan vanidosa como profundamente humana.

“El oficial arriesgando su vida le hizo favor de guardar su documentación y estoy sumamente agradecida”, exaltó la viuda. Porque nada dice “gracias” como reconocer que alguien jugó a la ruleta rusa con una pipa explotando para rescatar una cartera y un iPhone.

El balance macabro: cuando los números sí importan

Mientras tanto, en el frío mundo de las estadísticas, la Secretaría de Salud de la Ciudad de México (Sedesa) reportó que el número de fallecidos ascendió a 13. Porque las tragedias necesitan un conteo oficial, para que los titulares sean más impactantes. Hasta la mañana de este sábado se registró el deceso de dos personas más que estaban hospitalizadas. Entre las víctimas, está Alicia Matías, la abuelita que protegió a su nieta de la explosión. Porque incluso en el caos, los instintos maternales (o abuelentes) sobreviven a todo.

“Al corte de las 10:00 horas, lamentamos el fallecimiento de dos personas, con lo que suman 13 en total; se reportan 40 hospitalizadas y 30 dadas de alta”, señaló la Sedesa en su cuenta oficial de X. Porque las redes sociales son el lugar ideal para informar sobre la muerte, entre memes y debates políticos.

La juventud, truncada

Y como si el universo necesitara añadir más dramatismo, el Instituto Politécnico Nacional (IPN) confirmó que José Gabriel Hernández, estudiante del CECyT 7 “Cuauhtémoc”, de apenas 17 años, fue una de las víctimas. Con él, suman ya dos los estudiantes del IPN que han perdido la vida en esta tragedia. Porque el destino a veces elige a sus víctimas con una saña particularmente cruel.

El IPN, en un mensaje en X que mezcla el duelo con la marca institucional, expresó: “Lamentamos profundamente el fallecimiento de nuestro querido alumno José Gabriel Hernández Méndez, del #CECyT7. Acompañamos con respeto y solidaridad a su familia, amistades y comunidad en este doloroso momento. Descanse en paz”. Porque hasta la pena debe ser hashtagueable.

Así, entre actos heroicos, pérdidas absurdas y burocracia, la ciudad intenta recomponerse. Porque la vida, con su humor negro y sus giros inesperados, sigue su curso. Y nosotros, los espectadores, nos quedamos con una pregunta: ¿realmente importa cómo mueres, o solo cómo te recuerdan?

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Estados Unidos renuncia a ejecutar a los hermanos Treviño Morales

La justicia estadounidense toma una decisión crucial sobre el destino de dos de los narcotraficantes más sanguinarios.

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La Justicia Estadounidense Decide No Pedir la Silla Eléctrica

En un giro que seguramente dejó a más de uno con la ceja arqueada, el Departamento de Justicia de los Estados Unidos, en un arranque de… ¿misericordia? ¿estrategia? ¿o simplemente pereza administrativa?, informó solemnemente a un tribunal federal que no buscará freír en la silla eléctrica a los hermanos Miguel y Omar Treviño Morales, los célebres Z-40 y Z-42. Porque, claro, ¿qué sería de la lucha contra el narcotráfico sin un poco de imprevisibilidad?

La comunicación, una misiva digna de cualquier trámite burocrático, fue dirigida al Juez Trevor McFadden. En ella, se detalla con la emoción de un manual de instrucciones que la decisión fue autorizada personalmente por el Fiscal General y, lo más importante, ya se notificó a la defensa. No vaya a ser que los abogados se lleven una sorpresa desagradable. El documento, firmado por un elenco de fiscales con nombres de personaje de serie legal, reza textualmente: “Este despacho ha sido instruido para no solicitar la pena capital”. Una forma muy elegante de decir “hoy no es día de ejecución”.

De Los Zetas al CDN: Un Reinado Desde la Cárcel

Parece que la cárcel es el nuevo centro de operaciones de lujo para el crimen organizado. Estos dos capos, enviados a Estados Unidos a finales de febrero en un paquete que incluía a otras 27 joyas de la delincuencia (entre ellos el nostálgico fundador del Cártel de Guadalajara), no han dejado que unos barrotes les estropeen el negocio. Las acusaciones son tan surrealistas que dan para una serie de streaming: dirigir al sanguinario Cártel del Noreste desde la prisión, donde llevaban una década disfrutando de las vistas.

Según los documentos oficiales, que deben leerse con un tone de incredulidad, los hermanos no solo rebautizaron a Los Zetas con el nombre más genérico de “Cártel del Noreste” (CDN), sino que, desde sus celdas, siguieron manejando los hilos con la dedicación de un teletrabajador ejemplar. Instalaron a varios familiares en puestos clave para que operaran desde el exterior, porque ¿qué es la familia si no una red de apoyo logístico para tu imperio criminal internacional?

Su negocio, todo hay que decirlo, era bastante completo. No se limitaban al aburrido tráfico de toneladas de cocaína y marihuana. Oh, no. Ellos ofrecían un servicio integral: extorsión, secuestro, asesinato e intimidación de funcionarios públicos, todo en un mismo lugar. Un verdadero Walmart de la ilegalidad que operó con impunidad durante más de dos décadas en México, Guatemala, Venezuela y Colombia. Todo un éxito de exportación.

El Musical de Liderazgos y Lavado de Dinero

La historia de liderazgo dentro de la organización es tan enrevesada como un culebrón de las tarde. Miguel Treviño Morales, alias Z-40, asumió el mando tras la oportuna muerte de Heriberto Lazcano en 2012. Luego, tras su arresto en 2013, el testigo pasó a Omar, el Z-42, que aguantó el tipo hasta su captura en 2015. Y aunque uno pensaría que eso sería el final, oh, amigo ingenuo, fue entonces cuando la obra realmente comenzó. Desde prisión, continuaron dirigiendo la organización, demostrando que para un verdadero líder, una celda es solo una oficina con menos ventanas.

Además de los delitos de toda la vida, como la empresa criminal continua, la conspiración para asesinar y el narcotráfico, nuestros protagonistas también enfrentan acusaciones por lavado de dinero. Porque de nada sirve tener millones de dólares en ganancias ilícitas si no puedes pasarlos por la lavadora para que huelan a limpio. La fiscalía detalla cómo utilizaban una red de transferencias internacionales para ocultar el origen de los fondos y financiar sus actividades. Una lección de contabilidad creativa que haría llorar de emoción a cualquier banquero.

Así que, en resumen, tenemos a dos individuos acusados de una retahíla de crímenes atroces, que dirigían un cártel desde la prisión, que manejaban una fortuna obscena… y la justicia del país más poderoso del mundo decide que la pena capital no va con ellos. Irónico, ¿verdad? Uno casi puede imaginar la reunión: “¿Los ejecutamos?” “Nah, demasiado papeleo”.

¿Qué mensaje envía esta decisión? ¿Es una cuestión de principios morales contra la pena de muerte? ¿Una estrategia legal para asegurar condenas? ¿O simplemente el reconocimiento tácito de que el sistema está tan saturado que prefiere evitar el espectáculo de un juicio capital? Las preguntas se amontonan, pero las respuestas brillan por su ausencia. Mientras tanto, el Cártel del Noreste sigue su camino, probablemente riéndose de la situación entre balazo y balazo.

¿Te ha sorprendido esta decisión judicial? Comparte esta noticia en tus redes sociales y dinos qué piensas sobre los vericuetos de la justicia internacional. Y si te interesa el intrincado mundo del crimen organizado, explora más contenido relacionado en nuestro sitio. La realidad, al parecer, siempre supera a la ficción.

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