Nacional
Vecinos de Poza Rica claman ayuda entre el lodo y el olvido
Una comunidad olvidada lucha contra el lodo y el olvido, mientras la ayuda tarda en llegar al fondo de la colonia.
El grito de auxilio que el río se llevó (y a nadie más le importó)
Imagina esto: vives en el último rincón de la colonia, el lugar tan lejano que ni Google Maps se molesta en actualizar la vista de satélite. Ahora añade medio metro de lodo, el olor a perro muerto y la certeza de que el mundo te ha borrado de su mapa mental. Bienvenidos a Poza Rica, Veracruz, donde el andador Pavoreales se ha convertido en el escenario de una distopía que ni Netflix se atrevería a producir.
Allá en el fondo de las Gaviotas, donde las calles parecen haber firmado un pacto de invisibilidad con las autoridades, Silvia Hernández decidió que si el mundo no iba a ella, ella le gritaría al mundo. Su cartel, un SOS escrito con la desesperación de quien lleva cinco días viendo cómo los vehículos de auxilio hacen *scroll* en la entrada sin bajar hasta el final del *feed*, reza: “SOS AL FONDO TAMBIÉN EXISTIMOS, VENGAN POR FAVOR”. No es un *hashtag*, es una súplica pintada en una lámina que se niega a hundirse en el fango.
Mientras los *influencers* de turno debaten sobre los tonos de beige de la temporada, Silvia y sus vecinos han estado haciendo un *masterclass* de supervivencia extrema. Su menú post-inundación: una dieta a base de tortas y galletas donadas por maestras solidarias que, al parecer, son las únicas que tienen el *GPS* moral funcionando. “No es un reclamo, es una llamada de auxilio”, repite Silvia con la paciencia de quien ha explicado lo obvio demasiadas veces. Porque claro, cuando te han dejado sin comida, sin agua y con tu patrimonio enterrado bajo aguas negras, lo que menos te apetece es sonar *demandante*.
Cuando la solidaridad es *low budget* y las autoridades están en *away*
La noche del diluvio, Silvia tuvo *front row seats* para el apocalipsis desde el tercer piso de una escuela. Mientras el agua devoraba los primeros dos niveles, el *soundtrack* no era el de una película de terror convencional, sino los gritos de vecinos atrapados. Un *experience* que, te aseguro, no viene incluido en ningún paquete turístico de la región.
Al regresar a lo que quedaba de su vivienda, el *unboxing* fue devastador: muebles que decidieron emigrar con la corriente, ausencia total de servicios básicos y ese olor particular que solo logra la combinación de lodo, basura acumulada y *cosas que ya no deberían estar ahí*. La descripción de la zona es para enmarcar: montañas de escombros, colchones hinchados como si se hubieran hecho un *buffet* de agua sucia, y perros muertos que explotan de podridos. Un *aesthetic* que podríamos llamar “pesadilla logística post-desastre”.
Frente a la ausencia estatal más sonora que un *silence* incómodo en una primera cita, la comunidad se organizó. Las vecinas implementaron un sistema de turnos para cocinar, limpiar y cuidar a los niños que haría palidecer a cualquier *project manager* de Silicon Valley. La hija de Silvia, maestra, movió sus redes de contactos para organizar colectas. La solidaridad ciudadana se convirtió en el único gobierno funcional en esta franja de destrucción donde el lodo se ha endurecido con el sol como si fuera cemento de la desidia.
Y entonces, cuando ya habías perdido la cuenta de las puestas de sol que veías desde tu isla de fango, llegó el Ejército. Pasadas las dos de la tarde de un miércoles, cinco días después del evento climático. Su llegada fue recibida con el alivio de quien ve llegar el *Wi-Fi* después de una semana sin conexión. La necesidad inmediata: máquinas de trascabo y de desazolve, esos artilugios mecánicos que son más deseados que el último modelo de iPhone en esta esquina del inframundo terrenal.
Lo grave, lo realmente preocupante más allá del paisaje desolador, es que cada día sin ayuda profesional aumenta exponencialmente el riesgo de enfermedades. Mientras tanto, en otras partes de la ciudad, los funcionarios seguían tomándose fotos para el *feed* oficial, posando con palas limpias y botas sin una mancha de lodo. La performance de la ayuda versus la realidad del abandono.
La emergencia para Silvia y sus vecinos no es solo material. Es psicológica. Es el cóctel tóxico de miedo, cansancio y la certeza del abandono institucional. Pero también es la demostración de que la resiliencia comunitaria puede florecer en los lugares más improbables, como esas flores que a veces brotan entre el concreto agrietado.
“No pedimos mucho, solo agua limpia, comida y que no se olviden de nosotros”, insiste Silvia, mirando su cartel que resiste colgado entre el lodo como un monumento a la dignidad humana. Mientras las máquinas finalmente empiezan a rugir en la distancia, uno no puede evitar preguntarse cuántos Silos invisibles seguirán esperando su turno para ser recordados, para que alguien finalmente les diga: “vemos tu señal, estamos en camino”.
¿Esta historia de resiliencia frente a la adversidad te llegó? Compártela en tus redes sociales y ayuda a amplificar las voces que el lodo intentó silenciar. Explora más contenido sobre solidaridad comunitaria y la fuerza de la gente común en situaciones extraordinarias.
Nacional
Santita explora el amor y el drama con Gael García Bernal
Una historia de amor interrumpido regresa dos décadas después, desafiando a sus protagonistas a enfrentar un pasado lleno de decisiones y consecuencias.
Santita: Una producción de Netflix que fusiona drama y romance
La serie Santita, una de las nuevas producciones originales de Netflix actualmente en su fase de posproducción, presenta a Gael García Bernal y Paulina Dávila como una pareja cuyo vínculo está rodeado tanto por el buen humor como por situaciones dramáticas de gran intensidad emocional. Bajo la dirección del experimentado Rodrigo García, la narrativa sigue a un personaje femenino que, después de sufrir un accidente que la confina a una silla de ruedas, toma la decisión de abandonar al amor de su vida justo en el día programado para su boda.
La trama da un salto temporal de dos décadas, cuando aquel hombre regresa inesperadamente, forzando a la protagonista a un reencuentro inevitable con su historia pasada. Este reencuentro la obliga a confrontar decisiones cruciales que pondrán a prueba no solo su concepción del amor, sino también la percepción que tiene de sí misma y su capacidad de superación.
Complejidad actoral y dinámicas de reparto
El director Rodrigo García ha explicado la profundidad del proyecto: “Paulina realiza un personaje complicado, con una gama de contradicciones internas, lidiando con adicciones y mostrando un buen humor a pesar de las circunstancias. El romance con el personaje de Gael constituye, en mi opinión, uno de los aspectos más sólidos y conmovedores de la serie”. Y abundó sobre la dinámica actoral: “Existe una química notable entre ellos. Gael interpreta a un novio del pasado que resurge después de veinte años. Nos encontramos inmersos en la etapa de posproducción con el objetivo de estrenar el próximo año”.
El elenco de esta ambiciosa producción se ve reforzado por la participación de talentos consagrados como Ilse Salas y Erik Hayser. La serie es una realización de un equipo de productores de primer nivel, entre los que se encuentran Gerardo Gatica, Pablo Zimbrón, Leandro Halperin y Ximena Calvo.
Escenografía y autenticidad en locaciones
Santita fue filmada en locaciones auténticas de Tijuana, así como en foros de la Ciudad de México. Una de las locaciones principales es la emblemática avenida Revolución, un sitio icónico de Tijuana, famoso históricamente por sus pintorescos Burro-Cebras (burros pintados con rayas negras que se convirtieron en un símbolo turístico).
Un integrante del equipo de producción compartió un vistazo del proceso: “En un episodio específico se desarrolla una secuencia de boda que deriva en una situación de locura colectiva. A los personajes no les va particularmente bien en ese evento, pero fue una experiencia tremendamente divertida de filmar”.
La búsqueda de la autenticidad fue una prioridad. María Estela Fernández, la diseñadora de vestuario responsable de la producción, compartió su perspectiva: “Es valioso que se trate de una historia de provincia, permitiendo que la narrativa no se centre siempre en la Ciudad de México. Se cuidó meticulosamente cada detalle para que la ambientación transmitiera veracidad y se sintiera que todo fue realizado allá. La logística del vestuario fue monumental; hay personajes que requieren hasta cinco cambios, además de un extenso número de actores y extras. Yo con Rodrigo estamos dispuestos a trabajar en cualquier locación, ya fuera una fiesta infantil o un set complejo”.
Mientras finaliza Santita, el director Rodrigo García se prepara para el estreno en salas seleccionadas de su más reciente largometraje, Las locuras, que llegará a plataformas de streaming el día 20. Esta película entrelaza cinco historias distintas situadas en la capital mexicana y cuenta con un elenco estelar que incluye a Cassandra Ciangherotti, Adriana Barraza, Luisa Huertas, Ángeles Cruz, Naian González Norvind y Raúl Briones.
García expresó su satisfacción con este nuevo proyecto: “Me siento contento con Las locuras porque funciona como un eco de Nueve vidas, mi película de hace veinte años. Creo que esta nueva obra incorpora aún más humor; con la edad, uno descubre que no desea enfocarse exclusivamente en el drama”, comentó el realizador con una sonrisa.
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Nacional
Detienen a sujetos con arsenal en operativo de Sinaloa
Un día normal en Sinaloa: dos sujetos y su arsenal de película son detenidos en medio de la maleza y una camioneta robada.
Un día normal en Navolato: Armas, fuga y maleza sospechosa
Resulta que en el pintoresco municipio de Navolato, Sinaloa, las fuerzas del orden decidieron que era un buen día para jugar a GTA: Edición Vida Real. En dos movidas separadas que parecen sacadas de un guion narca-genérico, lograron detener a dos caballeros que aparentemente confundieron la vía pública con su armería personal.
Todo comenzó cuando la Policía Estatal Preventiva, en uno de sus tantos recorridos turísticos por el campo pesquero de El Castillo, se topó con una elegante camioneta Sierra GMC color gris. El detalle de moda que hizo sospechar a los agentes fue la total ausencia de placas. Al intentar hacer una consulta de protocolo, el conductor, en un acto de pura cortesía, decidió que lo mejor era pisar el acelerador a fondo e iniciar una emocionante persecución low-budget por la zona.
El botín de la cacería: De un AK-47 a la hierba de la abuela
Tras una breve carrera que no llegó a los niveles de Rápidos y Furiosos, lograron detener al amante de la velocidad. ¿Su equipaje de mano? Nada más y nada menos que un fusil AK-47, dos cargadores listos para la acción, sesenta cartuchos de diversos calibres y, como premio sorpresa, se descubrió que la robusta unidad que conducía tenía un reporte de robo internacional, específicamente en Estados Unidos. Todo un ciudadano global, sin duda. Fue puesto a disposición del ministerio público federal para que continúe su gira internacional.
Pero la función no terminó ahí. Casi como un nivel extra en el mismo videojuego, en otro punto del municipio, específicamente en un camino hacia el campo San Luis, los policías observaron cómo de la maleza salía un sujeto con lo que parecía ser un accesorio de metal poco amigable. Al sentirse observado, el individuo, que claramente no tenía ganas de socializar, intentó escapar. Tras una breve carrera a pie que no calificaría para las olimpiadas, fue alcanzado.
Su kit de supervivencia incluía un fusil tipo CZ Scorpio (porque hay que variar el arsenal), un cargador de disco abastecido, quince cartuchos útiles y, el toque orgánico del día, dos bolsitas con una yerba verde y seca que, para sorpresa de nadie, tenía todas las características de la siempre polémica mariguana. Porque ¿qué es un operativo en Sinaloa sin su componente botánico?
En resumen, un día de trabajo para las autoridades que dejó fuera de circulación un pequeño arsenal y recordó a todos que, a veces, la realidad supera a la ficción, o al menos, a un capítulo muy intenso de una serie narca. La próxima vez, chicos, intenten con una suscripción a Netflix.
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Nacional
Michoacán se viste de blanco en marchas por paz y justicia
Ciudadanos toman las calles vestidos de blanco en un clamor colectivo que resuena desde Uruapan hasta Zamora.
El desfile de la esperanza (y la desesperación)
Parece que en Michoacán descubrieron la fórmula mágica contra la violencia: salir a caminar vestidos de blanco. Qué idea tan novedosa, ¿verdad? Como si los malandrines fueran vampiros asustados por camisetas inmaculadas. Este sábado, en un espectáculo de coordinación que envidiaría cualquier coreógrafo, los habitantes de Uruapan y Zamora decidieron que ya estaba bien de llorar en casa y salieron a llorar en público, pero con estilo.
En Uruapan, la gente abandonó el sagrado ritual del shopping en plazas comerciales para emprender una peregrinación cívica hacia el centro histórico. Porque nada dice “queremos paz” como comenzar la protesta en un templo del consumismo. Eso sí, todo muy organizadito: otra procesión partirá del Paseo Lázaro Cárdenas hacia la Plaza Morelos, ese encantador sitio donde, hace apenas dos semanas, decidieron convertir al alcalde Carlos Manzo Rodríguez en un colador humano. Los detalles importan.
Moda protestante: el blanco es el nuevo negro
Mientras tanto, en Zamora, los manifestantes demostraron una asombrosa falta de originalidad al también elegir el blanco como uniforme oficial del descontento. Se congregaron en la Glorieta 5 de Mayo -porque las glorietas son el lugar predilecto para las reuniones multitudinarias- y emprendieron su paseo por las avenidas principales. Uno casi puede imaginar a los vecinos asomándose a los balcones con una taza de café: “Mira, cariño, los de blanco protestando otra vez. Qué puntuales este año”.
Las exigencias eran tan simples como imposibles: paz y justicia. Nada del otro mundo, solo que el mundo -especialmente este rincón de México- parece empeñado en demostrar que son conceptos tan reales como los unicornios. Eso sí, todos piden justicia para el difunto alcalde Manzo, porque en este país la justicia para los vivos parece ser demasiado pedir.
Morelia: donde la fiesta (protesta) continúa
Para los que se perdieron el espectáculo matutino, Morelia ofrece una función de tarde. A las 11 AM -hora en que cualquier persona normal está pensando en qué va a almorzar- la gente se reunirá en la ya famosa Plaza Morelos para hacer el mismo recorrido de siempre: Acueducto, avenida Madero Oriente, hasta llegar al Congreso del Estado y Palacio de Gobierno. Porque todos sabemos lo efectivas que son estas visitas sorpresa a las instituciones. Seguro los diputados y funcionarios estarán esperando con ansias a la multitud para resolver todos los problemas al instante.
Es conmovedor ver cómo la ciudadanía sigue creyendo que marchar hasta las puertas del poder cambiará algo. Quizás es la versión adulta de pedirle a los Reyes Magos que traigan paz perpetua. La inocencia es bonita, hasta que te das cuenta de que los únicos que hacen caso a estas manifestaciones son los reporteros y los vendedores de globos blancos, que deben estar frotándose las manos con tanto evento pacifista.
Mientras los manifestantes caminan, exigen y esperan, uno no puede evitar preguntarse: ¿servirá de algo este teatro callejero? ¿O simplemente es otro episodio en la interminable telenovela de la violencia michoacana, donde cada capítulo termina igual pero con diferente escenografía? El tiempo, ese cómplice silencioso de todos los absurdos, lo dirá.
¿Te conmovió esta demostración de esperanza vestida de blanco o te pareció otro ejercicio de futilidad bien intencionada? Comparte este artículo en tus redes sociales y únete al debate sobre si las marchas realmente cambian algo o simplemente nos hacen sentir menos impotentes. Explora más contenido relacionado con la compleja realidad social de México y descubre cómo el humor ácido puede ser la mejor arma contra la desesperanza.
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