Un héroe anónimo que, irónicamente, nadie puede encontrar

Porque qué mejor manera de demostrar el “compromiso con la seguridad” que perdiendo a un agente de la Policía Estatal Preventiva como si fuera un par de llaves. Martín “N” (porque, claro, proteger la identidad es primordial… hasta que desapareces) fue visto por última vez en Navolato, un municipio tan tranquilo que hasta los policías se esfuman sin dejar rastro. Con este caso, ya son cuatro elementos de seguridad en una semana que han tenido encuentros poco amistosos con la delincuencia. ¿Coincidencia? Probablemente no, pero quién está contando.

La familia pide ayuda, las autoridades, silencio

Los familiares de Martín, en un acto de fe digno de un milagro bíblico, recurrieron a redes sociales para pedir ayuda. Porque, obviamente, cuando un policía desaparece, lo lógico es tuitear en vez de, no sé, mover los hilos del sistema diseñado para… ¿proteger a la ciudadanía? Eso sí, detalles sobre lo ocurrido: cero. Solo sabemos que iba de civil (porque en su día libre, ¿para qué querría ir armado y uniformado, verdad?). Mientras tanto, la Secretaría de Seguridad Pública guarda un silencio tan elocuente que hasta da risa. O llorar. Depende del humor que tengas hoy.

Sinaloa: donde los policías son el blanco móvil

Por si alguien pensaba que esto era un caso aislado, aquí van más perlas de la gestión de seguridad en el estado. El viernes pasado, un agente municipal en Culiacán pidió refuerzos al ver a un grupo armado. Spoiler: cuando llegaron los refuerzos, lo encontraron tirado, golpeado y, lo más importante, sin sus 150 cartuchos de munición. Porque en el crimen organizado, primero saqueas, luego preguntas. O ni eso.

Y como si fuera una mala temporada de Narcos, un día antes, otro agente, Fausto “N”, terminó en el hospital tras un ataque a balazos. Lo curioso es que lo atendieron primero en el Hospital de la Mujer (¿error de sistema o ironía cósmica?). Por suerte, sobrevivió, aunque uno se pregunta: ¿qué hay que hacer para que esto pare? ¿Un ritual con velas? ¿Una carta a Santa Muerte?

Y por si faltaba drama, el miércoles intentaron secuestrar a un comandante policial (fuera de servicio, porque los criminales también respetan los horarios laborales). El tipo forcejeó como en una escena de telenovela, corrió hacia un edificio y, sorpresa, los delincuentes… desaparecieron. ¿Magia? No, solo otro día normal en Sinaloa.

¿Moraleja? Si eres policía en Sinaloa, quizá deberías considerar un seguro de vida. O mudarte. O ambas.

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Cuando la Marina hace limpieza, pero los delincuentes ya tenían lista la mudanza

Ah, Caborca, ese pintoresco rincón de Sonora donde, además de paisajes desérticos, parece haber un almacén clandestino de armas y drogas. Esta vez, los valientes elementos de la Secretaría de Marina, junto con la Agencia Ministerial de Investigación Criminal (AMIC), decidieron hacer un tour por la zona y, oh sorpresa, se encontraron con un grupo de entusiastas de las balaceras que, en lugar de ofrecerles un café, les regalaron plomo.

Según el relato oficial (que suena más a guion de película clase B), los marinos estaban en sus rutinarios paseos de vigilancia cuando, desde una casa, unos amables vecinos les dispararon. ¿Respuesta de los uniformados? Repeler la agresión, lo que en lenguaje coloquial significa: “disparamos de vuelta y ellos salieron corriendo como si hubieran visto un fantasma”. Eso sí, dejaron atrás un botín digno de un bazar narco.

El inventario de lo incautado: ¿armería o tienda de conveniencia ilegal?

Tras la emocionante persecución (que, por cierto, terminó en ningún detenido, porque ¿para qué complicarse la vida?), los marinos registraron la vivienda y encontraron:

• Tres armas largas (por si una no era suficiente).
• Un lanzagranadas (porque, claro, en Caborca hasta las discusiones de tránsito pueden escalar rápido).
• 20 cargadores y 333 cartuchos (para asegurarse de no quedarse cortos en la próxima balacera).
• Dos chalecos tácticos (porque la moda balística es tendencia).
• 16 envoltorios de marihuana (o algo que se le parece, porque ¿quién va a revisar bien en medio del caos?).
• Una bolsa de semillas (para los emprendedores que quieran empezar su propio cultivo).

Todo esto fue entregado a las autoridades correspondientes, quienes seguramente se preguntarán: “¿En qué momento Caborca se convirtió en el set de Breaking Bad: Sonora Edition?”.

La Marina, como siempre, reiteró su compromiso en la lucha contra el crimen organizado (aunque los delincuentes, por su parte, reiteraron su compromiso con huir y esconderse). Eso sí, prometieron seguir trabajando con los tres órdenes de gobierno, porque, al parecer, la seguridad nacional es un trabajo en equipo… aunque el equipo rival sigue sin presentarse a la cancha.

¿Moraleja? Si vas a Caborca, lleva chaleco antibalas… o mejor aún, quédate en casa y mira Netflix.

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El milagro fiscal (o cómo Hacienda se volvió la influencer del dinero)

Parece que alguien en la Secretaría de Hacienda se tomó un café extra fuerte este año, porque la recaudación por importaciones acaba de dar un salto digno de TikTok: 47.6% más que en 2024. Sí, casi el doble, como si hubieran descubierto una mina de oro en las aduanas o, más probablemente, como si les hubieran puesto lupa a todo lo que entra por la frontera (y a las compritas en Amazon).

Los números que harían llorar a cualquier contador (de felicidad)

Para que te des una idea de la hazaña: esperaban recaudar 46,984 millones de pesos y terminaron embolsándose 56,215 millones. O sea, 9,231 millones extras que seguramente ya tienen destino: desde tapar algún hoyo presupuestario hasta comprar más cafés para los funcionarios (prioridades, gente).

Y no solo fue el cobro a las importaciones. El IVA también se puso las pilas con un crecimiento del 13.9%, su mejor desempeño desde 2020 (año en que todos estábamos en pijama y gastando en Uber Eats). ¿La razón? El dólar caro hizo que hasta un paquete de chicles importados valiera su peso en oro (o en pesos, en este caso).

El ISR tampoco se quedó atrás: 9.5% más que el año pasado, gracias a que el empleo y los salarios no están tan mal como nos quejamos en Twitter. Eso sí, el IEPS (ese impuesto que pagas cada vez que llenas el tanque) bajó un 1%, porque aparentemente el gobierno prefiere que no nos arranquemos los pelos cada vez que vemos el precio de la gasolina.

Petróleo, el invitado incómodo de la fiesta fiscal

Mientras todo subía, los ingresos por venta de petróleo decidieron hacer su propio drama: 12.3% menos que en 2024. ¿Motivo? Producimos menos crudo, porque PEMEX sigue siendo PEMEX (y no, no es un spoiler, es la triste realidad).

Pero hey, al menos el déficit presupuestario fue menor de lo esperado: 105 mil millones en lugar de 312 mil millones. O sea, no es que hayamos resuelto todos los problemas, pero al menos no nos hundimos tan rápido como el Titanic (pequeñas victorias, amigos).

¿Moraleja? Si quieres que te vaya bien en la vida, ponte a trabajar en Hacienda o abre una aduana. Y si eres de los que importa cosas… bueno, mejor no mires tu estado de cuenta.

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