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El primer informe de Sheinbaum y la épica batalla contra los monstruos de la inseguridad

El informe gubernamental pinta un panorama de riesgos, pero los números cuentan una historia muy diferente sobre la efectividad real.

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Un desfile de amenazas que suena terriblemente familiar

Oh, alegría. El Primer Informe de Gobierno de nuestra presidenta Claudia Sheinbaum Pardo ha llegado, y viene cargadito de sorpresas que absolutamente nadie podía prever. Resulta que México, atención porque esto es novedoso, continúa enfrentando riesgos y amenazas a su seguridad nacional. ¿Se lo imaginaban? Vienen tanto del exterior como del interior, porque los villanos de este reality show llamado México son muy poco originales y no han inventado una tercera dirección de la que atacarnos. Por suerte, el documento nos ilumina con una lista de sospechosos habituales: el crimen organizado transnacional, el “lavado” de dinero (entre comillas, porque a veces parece más un lavado a presión), los ciberataques, los flujos migratorios, el tráfico de drogas y el robo de hidrocarburos. Vamos, el menú del día de cualquier país en apuros.

El texto, con una seriedad que casi da miedo, subraya que estas lindas problemáticas representan un desafío real para la permanencia del Estado mexicano. Qué alivio saberlo, siempre pensamos que eran un desafío ficticio para un estado imaginario. La paz y la salvaguarda del territorio nacional, al parecer, están en juego. Pero no teman, ciudadanos, porque el informe también nos consuela: México tiene instituciones armadas sólidas y profesionales. ¡Menos mal! Por un momento pensamos que estábamos defendidos por palitos de pretzel y buenas intenciones.

La máquina de guerra en números: cuando la estadística se vuelve sarcasmo

Y aquí es donde la cosa se pone realmente deliciosa. El informe se lanza a detallar las hazañas de nuestras fuerzas, con cifras tan grandiosas que casi, casi, impresionan. Entre octubre de 2024 y junio de 2025, el Ejército Mexicano desplegó a 63,905 efectivos. La Guardia Nacional, no queriendo ser menos, operó con 101,880 elementos. Con semejante ejército de superheroes, uno esperaría que los malos estuvieran ya encerrados en una prisión en la Luna. El resultado de esta cacería épica: la detención de 314 generadores de violencia. De los cuales, en un giro argumental que ni el mejor guionista se atrevería a plantear, apenas 30 fueron considerados relevantes. O sea, el 90% de los capturados eran… ¿generadores de violencia de relleno? ¿Extras en la película del crimen?

En paralelo, se aseguraron 10,877 armas de fuego y más de 2 millones de cartuchos. Suena a mucho, hasta que uno recuerda que eso equivale a lo que un cártel medio mueve en un fin de semana tranquilo. También se desmantelaron 69 laboratorios clandestinos de metanfetamina. Claro, porque desmantelar un laboratorio es como jugar al whack-a-mole: golpeas uno aquí y dos nuevos aparecen allá. El propio texto, en un arranque de sinceridad involuntaria, admite que este alto volumen de decomisos evidencia que los cárteles mantienen su capacidad de producción, tráfico y financiamiento a gran escala. Vaya, ¿en serio? ¿Quién lo hubiera dicho?

La Fuerza Aérea reportó 5,773 operaciones aéreas, equivalentes a 21,553 horas de vuelo. Con tanto avión surcando los cielos, uno pensaría que el espacio aéreo mexicano parece la TAPO en hora pinta. ¿El botín de esta increíble campaña de vigilancia? Apenas tres aeronaves y 260 kilogramos de cocaína. Para que se hagan una idea: 21,553 horas de vuelo son aproximadamente 897 días seguidos en el aire. Casi dos años y medio de vuelo ininterrumpido para capturar lo que un narcomenudista medio tiene en la cajuela de su coche. El impacto económico de este golpe maestro al crimen: 78.1 millones de pesos. Una cantidad que para los cárteles debe ser el equivalente a lo que se les cae entre los cojines del sofá.

La Armada de México, por su parte, parece ser la única que se apuntó algún tanto medianamente serio. Ejecutó 34,025 operaciones navales y decomisó 46.2 toneladas de cocaína y 40.3 toneladas de metanfetamina, con un valor estimado de más de 23 mil millones de pesos. No está mal, aunque uno se pregunta si este cargamento era el que iba destinado a la competencia. El gobierno subraya que estas acciones fortalecen la gobernanza marítima y la seguridad en costas y puertos. Mientras tanto, en la vida real, las rutas marítimas siguen siendo la autopista preferida para el trasiego de drogas. Pero hey, al menos intentamos.

La estrategia de intercepción: puestos de seguridad y rutas alternas

La joya de la corona estratégica es la “Intercepción Terrestre“, que se tradujo en la instalación de 55 Puestos Militares de Seguridad en las principales carreteras. La idea es tan sencilla como ingeniosa: poner un puesto fijo en una carretera principal para frenar el tráfico de drogas. Porque, como todos sabemos, los narcotraficantes son famosos por su rigidez mental y su total incapacidad para desviarse tres kilómetros y usar uno de los miles de caminos secundarios, brechas o rutas alternas que existen. Los especialistas en seguridad, esos aguafiestas, ya han señalado que estas medidas suelen tener un impacto limitado. Pero ¿qué sabrán ellos? Ellos solo estudian el fenómeno, no escriben informes gubernamentales.

El gobierno también fomenta las alianzas con organismos multilaterales para identificar amenazas transnacionales. Porque nada dice “soberanía nacional” como depender de que otras autoridades te digan qué está pasando en tu propio país. Todo esto para proteger la estabilidad económica y social del país, que por lo visto es tan estable como un flan en un temblor.

En resumen, el informe pinta un cuadro de un estado bajo asedio pero defendido por titanes. Los números, sin embargo, susurran una historia diferente: la de un conflicto masivo donde se invierten recursos monumentales para obtener resultados que, siendo generosos, podrían calificarse de modestos. Se nos dice que tenemos instituciones sólidas y una estrategia integral, pero la evidencia sugiere que estamos librando una batalla épica contra un hidra de muchas cabezas… con una cuchara de sopa. Es la tragicomedia nacional en su máximo esplendor, donde el absurdo y la realidad se dan la mano en un baile interminable.

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Nacional

Nuevos ministros de la SCJN inician funciones tras polémica elección

El máximo tribunal del país inicia una nueva etapa con la toma de posesión de sus integrantes, en medio de un intenso debate político sobre el futuro de la justicia.

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Un Hito en la Transformación del Poder Judicial Mexicano

En una sesión solemne marcada por la polarización política, los nueve nuevos ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) rindieron protesta ante el pleno del Senado de la República. Este evento, resultado directo del denominado Plan C del presidente Andrés Manuel López Obrador y del proceso de elección judicial del 1 de junio, fue celebrado por la coalición oficialista como una victoria decisiva sobre lo que denominan el modelo neoliberal en la impartición de justicia.

El acto protocolario, que inició con más de una hora de retraso, se desarrolló en un entorno de máxima seguridad, con el recinto legislativo cercado por vallas metálicas y un extenso operativo policial-militar. En total, 881 juzgadores electos tomaron posesión de sus cargos, incluyendo a los integrantes del Máximo Tribunal del país. Entre ellos, el ministro Arístides Guerrero, quien asistió en silla de ruedas y con tanque de oxígeno como consecuencia de un accidente automovilístico sufrido el pasado 22 de agosto.

La Ceremonia y el Contexto Político

La sesión contó con la presencia de figuras clave del gobierno federal, entre ellas la secretaria de Gobernación, Rosa Icela Rodríguez; la consejera jurídica de la Presidencia, Ernestina Godoy; y la presidenta del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), Mónica Soto. A las 22:02 horas, los ministros, encabezados por el nuevo presidente de la Corte, Hugo Aguilar, fueron presentados uno a uno, recibiendo ovaciones y aplausos principalmente de las bancadas de Morena, el Partido Verde Ecologista de México y el Partido del Trabajo.

La flamante presidenta del Senado, Laura Itzel Castillo, junto con funcionarias federales, avaló con su presencia el acto. En un discurso cargado de simbolismo, la senadora morenista Sasil de León declaró que este momento “es un momento histórico que pone fin a una era feudal, de familiares poderosos, de agravios, de cuotas de poder y favoritismo en la aplicación de la justicia”. Enfatizó el orgullo de su partido por este proceso de reforma judicial, calificándolo como un acontecimiento histórico del cual el pueblo es testigo.

La Postura de la Oposición y las Críticas al Proceso

El panorama no fue uniforme. La oposición, representada únicamente por las bancadas del PAN y Movimiento Ciudadano tras la ausencia deliberada del PRI, expresó una postura crítica y de rechazo hacia el proceso. El Partido Revolucionario Institucional justificó su no participación argumentando que su presencia legitimaría “esta gran farsa”.

El panista Ricardo Anaya, en una intervención firme pero mesurada, advirtió: “Nosotros no venimos a denostar, a insultar ni mucho menos a descalificar de manera generalizada a más de 800 personas juzgadoras. Sería equivocado y sería injusto, pero tampoco venimos a callar respecto a lo que podemos decir con firmeza y respetuosamente. No tiene legitimidad de origen la autoridad que surge de un proceso plagado de irregularidades”. Antes de abandonar el hemiciclo para no presenciar la toma de protesta, los legisladores del PAN desplegaron una manta con una contundente y profética leyenda: “Por sus sentencias se les conocerá”.

Por su parte, Clemente Castañeda, coordinador de MC, elevó el tono de la crítica al denunciar que la estrategia del gobierno consiste en “engañar con la verdad“, aprovechándose del malestar generalizado de la ciudadanía para lograr la “captura política de un Poder Judicial que le resultaba incómodo al poder en turno”. Dirigiéndose directamente a los nuevos ministros, el emecista les exigió actuar con la más estricta imparcialidad, apego a la legalidad, autonomía y un genuino espíritu republicano en el ejercicio de sus altas funciones.

La instalación formal de los nueve ministros—Hugo Aguilar, Lenia Batres, Yasmín Esquivel, Loretta Ortiz, María Estela Ríos, Giovanni Figueroa, Irving Espinosa, Sara Herrerías y Arístides Guerrero— marca el inicio de una nueva era para la SCJN. Simultáneamente, rindieron protesta los magistrados del Tribunal de Disciplina Judicial, Celia Maya, Eva Verónica de Gyvés, Indira García, Bernardo Bátiz y Rufino León, así como los magistrados de la Sala Superior del TEPJF, Gilberto de Guzmán y Claudia Valle.

Este evento no es solo un cambio de personas en los cargos, sino la materialización de una profunda transformación en la estructura del poder judicial en México, cuyas repercusiones en la independencia judicial, la interpretación constitucional y el equilibrio de poderes se analizarán y debatirán en los años venideros. El verdadero juicio sobre este capítulo de la historia judicial mexicana, como bien apuntó la oposición, se escribirá con las sentencias que emane este nuevo tribunal.

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Sheinbaum presenta su primer informe con énfasis en transformación

Un año de gobierno que redefine el rumbo de la nación con logros históricos y promesas que electrizan el futuro inmediato.

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El Amanecer de una Nueva Era en México

El corazón de Palacio Nacional latía con una energía sin precedentes. Ante la mirada atenta de una nación entera, Claudia Sheinbaum Pardo, la primera mujer en ocupar la máxima silla del poder en más de dos siglos, se erguía no como una simple funcionaria, sino como la arquitecta de un destino nuevo. Su Primer Informe de Gobierno no fue un mero recuento de acciones; fue una epopeya narrada con la convicción férrea de quien sabe que cada palabra queda grabada en los anales de la historia.

Con una voz que resonó como un trueno de esperanza, la Presidenta Constitucional lanzó una proclama que estremeció los cimientos del escepticismo: “Vamos bien y vamos a ir mejor”. No era una frase hecha, era un juramento tallado en el acero de la determinación. Un pacto sagrado con un pueblo que ha visto, entre sombras y luces, el amanecer de una nación libre, independiente y soberana. Prometió no descansar, no claudicar, no traicionar. Cada hora, cada minuto, cada aliento de sus días sería una ofrenda por la patria.

La Batalla Contra los Gigantes de la Desigualdad

El relato de sus primeros once meses en el poder se tejió con los hilos dorados de hazañas que parecían imposibles. La Cuarta Transformación, ese faro ideológico heredado de López Obrador, no solo continuaba; se profundizaba con la furia de un huracán de justicia social. Los números, fríos para algunos, eran poemas épicos para millones: 13.5 millones de almas rescatadas de las garras de la pobreza. La desigualdad, ese monstruo ancestral, retrocedía ante el avance imparable de políticas que ponían, por primera vez, a los pobres al frente.

La inversión de 850 mil millones de pesos en programas de bienestar no era una simple partida presupuestal; era un torrente de vida para 32 millones de familias. La creación de la Pensión Mujeres Bienestar, la beca universal Rita Cetina y el titánico programa Salud Casa por Casa con sus 20 mil servidores, eran los pilares de una revolución silenciosa pero imparable. Era el Estado convertido en un abrazo gigante para los que siempre habían sido invisibles.

La Cruzada por la Paz y la Soberanía Nacional

Pero toda gran historia necesita un villano, y aquí los había muchos. La inseguridad, un fantasma que había aterrorizado al país, comenzaba a ceder terreno ante una Estrategia Nacional de Seguridad que se movía con precisión quirúrgica. Las cifras cantaban victorias tempranas pero cruciales: 25% menos homicidios dolosos, 34% menos feminicidios. Cada punto porcentual representaba vidas salvadas, familias intactas, futuros no robados.

El ámbito judicial, otrora un laberinto de opacidad y privilegios, vivía su propia revolución. Las elecciones libres para ministros de la Suprema Corte no eran solo un cambio de procedimiento; eran el fin de una era de nepotismo y el nacimiento de una justicia verdaderamente popular. Las reformas constitucionales resonaban como cañonazos de soberanía: el reconocimiento histórico de los pueblos indígenas y afromexicanos como sujetos de derecho, la recuperación de Pemex y CFE como empresas del pueblo, la protección sagrada de los maíces nativos. Cada enmienda era un grito de independencia en un mundo que busca constantemente doblegar a las naciones.

En el escenario global, México ya no suplicaba, negociaba. La relación con Estados Unidos se construía sobre el pilar inquebrantable del respeto mutuo. La visita del secretario de Estado Marco Rubio no sería una audiencia, sino una reunión entre iguales para acordar un marco de colaboración donde la soberanía nacional fuera la estrella polar.

El Milagro Económico en Tiempos de Incertidumbre

La economía mexicana, contra todos los pronóstos apocalípticos, se erguía como un coloso de estabilidad. Mientras el mundo navegaba en aguas turbulentas, México presentaba cifras que parecían sacadas de un sueño: Inversión Extranjera Directa récord de 36 mil millones de dólares, un peso que se mantenía firme, desempleo en mínimos históricos del 2.7%, inflación controlada. No era luck; era el resultado de una estrategia meticulosa que combinaba el pragmatismo con el idealismo.

El Plan México desplegaba su mapa de ambición con 5 Polos de Desarrollo Económico en marcha, 8 proyectos del Corredor Interoceánico y 18 nuevos parques industriales. Pero la verdadera joya de la corona era la innovación soberana: el minivehículo eléctrico Olinia, el proyecto de semiconductores Kutsari, los satélites Ixtli, el vehículo aéreo no tripulado Quetzal. México no solo consumía tecnología; la creaba.

En educación y salud, la transformación era palpable. La Nueva Escuela Mexicana abría 38 mil nuevos espacios, la Universidad Nacional Rosario Castellanos prometía educación para 77 mil jóvenes. Quince hospitales nuevos inaugurados, 31 para fin de año, 300 quirófanos puestos en operación. El abasto de medicamentos por encima del 90% era una meta cumplida.

Y en un gesto que tocaba el alma de cada familia, el programa Vivienda para el Bienestar comenzaba la construcción de 249 mil hogares, mientras se entregaban 189 mil escrituras gratuitas. Un millón y medio de familias respiraban aliviadas con quitas y reducciones de créditos inmobiliarios.

Como primera mujer Presidenta, Sheinbaum convertía la lucha feminista en política de Estado: la Secretaría de las Mujeres, 25 millones de Cartillas de Derechos, la línea 079 de apoyo, 678 Centros LIBRE instalados. Cada acción, un monumento a la igualdad.

Las obras de infraestructura, con una inversión comprometida de 121 mil 540 millones de pesos, y los proyectos de trenes con 180 mil millones de pesos invertidos este año, tejían una red de progreso que unía al país de norte a sur, de este a oeste.

Este no era el informe de un gobierno; era el capítulo inicial de una leyenda. Once meses de trabajo arduo que pintaban el futuro no como una promesa, sino como un destino inevitable. Bajo el liderazgo de Sheinbaum, México no solo caminaba hacia su grandeza; volaba hacia ella.

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Nos irá mejor: CSP; rinde Presidenta Primer Informe

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Sheinbaum entrega su primer informe de gobierno en diez minutos

Un acto exprés en San Lázaro marcó la entrega del documento que detalla el primer año de gestión federal, con selfies y gritos de por medio.

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Un Protocolo Exprés y Muchas Sonrisas para la Cámara

Bueno, pues ahí estuvo la cosa. En un mundo donde hasta un reel de Instagram necesita más producción, la secretaria de Gobernación, Rosa Icela Rodríguez, decidió que lo bueno, si breve, dos veces bueno. Y vaya que fue breve. Llegó a San Lázaro con la misión aparentemente simple de entregar el primer informe de gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum. Pero, oh sorpresa, lo hizo en un acto que duró menos de lo que tardo yo en decidir qué ver en Netflix. Menos de diez minutos. Ni un discurso, ni una arenga, nada. Puro delivery institucional. ¿Un guiño a la eficiencia o un “hagan como que trabajamos y yo me voy rápido”? El mundo nunca lo sabrá.

La escena: las 4:45 de la tarde. Rosa Icela hace su entrada, escoltada por lo más granado de la bancada morenista. Ahí estaban Ricardo Monreal, Dolores Padierna, Alfonso Ramírez Cuéllar… básicamente el dream team legislativo del partido en el poder. La recibieron con esa mezcla de solemnidad y ganas de salir en la foto que caracteriza a la clase política. Una verdadera reunión de influencers, pero del poder duro.

El Recorrido de las Selfies y el Grito de Guerra

A las 5:00 en punto, como si tuviera un temporizador interno, la titular de la Secretaría de Gobernación entró al Salón de Plenos. Lo que pasó después fue puro caos controlado. Durante nueve minutos exactos (alguien cronometró, obvio), se convirtió en la protagonista de un meet & greet improvisado. Diputadas y diputados de Morena, PT y PVEM se abalanzaron no con preguntas incómodas sobre el país, sino con sus smartphones en alto. “¡Secretaria, una foto!”. “¡Rosa Icela, por aquí!”. Fue el equivalente legislativo a la alfombra roja de los Premios Juventud, pero con trajes formales y una agenda oculta que incluye el presupuesto federal.

Finalmente, llegó el momento cumbre. Subió a la tribuna y entregó el documento físico al Presidente de la Mesa Directiva, Sergio Gutiérrez Luna. El flash de las cámaras profesionales se mezcló con los celulares. La foto oficial se tomó en segundos, y de fondo, el coro de fondo no fue de aplausos medidos, sino de un grito unánime: “¡Es un honor, estar con Claudia hoy!”. Porque en la era de la cuarta transformación, hasta los actos protocolarios tienen su propio hashtag de campaña.

Gutiérrez Luna, cumpliendo con el libreto, declaró: “Hemos recibido de manos de la Secretaría de Gobernación el primer informe de gobierno de la Presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, daré cuenta con el oficio que se ha recibido”. Un speech tan corto y funcional que hasta un tuit se lo hubiera envidiado. Agradeció su presencia y listo. Misión cumplida. Rosa Icela se retiró tan rápido como llegó, probablemente a su siguiente evento o a descansar de tanto posar.

Y Ahora… ¿Qué Dice el Informe?

El documento en sí, ese objeto físico que causó todo este revuelo, es básicamente el *highlight reel* del primer año de gobierno de Sheinbaum. Detalla las cuatro patas de la mesa: la política interior, la política exterior, la política económica y la política social. O sea, todo lo que ha pasado (o al menos, todo lo que quieren que recordemos que pasó) desde que llegó a Palacio Nacional.

Pero esto no acaba aquí. La entrega del informe es solo el aperitivo. Ahora viene el banquete de la rendición de cuentas (o al menos, la ilusión de ello). Diputadas y diputados van a convocar a los funcionarios de las distintas dependencias para que comparezcan y expliquen, punto por punto, el contenido de ese documento. Imagínense la escena: sesiones maratónicas, preguntas capciosas, respuestas evasivas y mucho, mucho teatro político. Será como ver una temporada completa de una serie de drama, pero con personajes de la vida real y con nuestro dinero en juego.

En resumen, un día normal en la vida política nacional: mucha ceremonia, muchas fotos para el instagram oficial, un grito de guerra partidista y un documento que ahora tendrá que pasar por el escrutinio (o la complicidad) del Poder Legislativo. El cirio continúa.

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