La noche en que Ecuador jugó al “rompe-sedes diplomáticas”

Ah, la noche del 5 de abril de 2024. Mientras algunos dormían plácidamente, el gobierno ecuatoriano decidió que las reglas de la Convención de Viena eran más bien… opcionales. ¿El plan? Irrumpir en la embajada de México en Quito como si fuera un black friday diplomático, con el objetivo de llevarse de souvenir a Jorge Glas, el exvicepresidente que, al parecer, molestaba más que un mosquito en una habitación oscura.

Y luego dicen que la diplomacia es aburrida

Para añadirle drama a la telenovela, la embajadora mexicana, Raquel Serur, fue declarada persona non grata (o, en cristiano, “no te queremos ni en pintura”). Mientras tanto, el pobre Roberto Canseco, jefe de Cancillería, intentó defender la embajada como si fuera el último taco al pastor en la fiesta, solo para ser sometido por las autoridades locales. ¿Y el personal de seguridad? Agredido. Porque nada dice “respeto internacional” como una buena patada en el protocolo.

Ante semejante espectáculo, el entonces presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, no dudó en cortar relaciones diplomáticas con Ecuador. Vamos, ¿para qué mantenerlas si iban a tratar las embajadas como un buffet de all-you-can-arrest? La titular de la SRE, Alicia Bárcena, lo resumió con elegancia: “Esto fue una violación flagrante de todo lo sagrado en diplomacia”. O algo así, pero con más palabras legales.

México, en un acto de rebeldía bien justificada, no solo otorgó asilo político a Glas, sino que también movilizó a todo su cuerpo diplomático para salir de Ecuador más rápido que un turista que descubre que no hay wi-fi en el hotel.

La CIJ entra al quite (con ironía incluida)

Como todo buen drama necesita un juez, México llevó el caso a la Corte Internacional de Justicia, porque ¿qué mejor manera de resolver un conflicto que con más abogados? La demanda destacó el pequeño detalle de que, oh sorpresa, las embajadas son inviolables. Ecuador, mientras tanto, seguía actuando como si las reglas fueran meras sugerencias.

Y para cerrar con broche de oro, la presidenta Claudia Sheinbaum lanzó una indirecta digna de telenovela: “Ojalá en Ecuador pronto griten ¡Presidenta con A!”. Porque, claro, lo que este conflicto necesitaba era un toque de humor político.

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