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ORIZABA, VER.- Monseñor Cervantes Merino señaló que perdona a sus asaltantes y pide por todas las personas que vio correr de sus autos para salvar sus vidas, tras los hechos registrados la tarde del miércoles 3 de abril, donde el obispo de la Diócesis de Orizaba junto a los sacerdotes Jafet y el padre Gil fueron robados en la autopista de las Cumbres de Maltrata.
“Me he enterado de su preocupación por lo que nos sucedió esa tarde que veníamos bajando la autopista, ya habíamos pasado la caseta de la Esperanza, y que algunos llaman en lenguaje ordinario un incidente, pero no lo es, pues esto es doloroso y triste que pasa de modo casi ordinario a la comunidad, y me tocó estar ahí”, comentó el obispo de la Diócesis de Orizaba.
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A través de un video para el periódico Buena Noticia de la Diócesis de Orizaba, Cervantes Merino narró que durante el tránsito lento, vio cómo una familia venía en reversa pidiendo se abriera el paso, pues metros adelante había un falso retén, “venían personas armadas, a algunos les dio tiempo de correr pero a otros no, y con palabras agresivas solicitaron nuestras pertenencias, pedían celulares y carteras”.
Asimismo agradeció que tanto el padre Gil como el padre Jafet y él mismo se encuentran bien, aunque reconoció que sintieron impotencia luego de presenciar los hechos.
Señaló que cuando le pidieron sus pertenencias, como el reloj y su cartera, también le exigieron entregar el anillo, el cual es una insignia episcopal que todos los obispos traen. El anillo es un signo del matrimonio espiritual que el obispo contrae con la Iglesia y significa el sello de ese contrato.
“Sentí impotencia, pero confío en Dios orando por las personas que le robaron, provocando miedo, pues tenían en sus manos un arma y su dedo estaba en el gatillo”, dice Monseñor.
Cervantes Merino envió un mensaje a los asaltantes: “no hay rencor, no es el camino que merecen ellos y menos el trato hacia la gente, que canalicen sus energías y modo de ver la vida, tienen muchos caminos para crecer como personas y para desarrollarse, en nuestras parroquias, pueden encontrar un espacio de diálogo, los invito a la conversión, yo los puedo escuchar”.
“Hace falta una tarea, necesitan estrategia adecuada, es complicado dar abrazos cuando te tienen con los brazos levantados en un acto de violencia, en ese momento no puedes bajar los brazos para abrazar”.
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