El partido donde el gol tuvo más suspense que un capítulo de “La Rosa de Guadalupe”

Oh, qué sorpresa. Pumas Femenil venció a Necaxa en el Estadio Olímpico Universitario, porque, claro, ¿qué mejor lugar para un drama futbolístico que un escenario que ya ha visto de todo? Las auriazules lograron su segunda victoria del Apertura 2025, aunque no sin antes hacer sufrir a su afición como si fueran protagonistas de un thriller de bajo presupuesto. El marcador final: 1-0, porque ¿para qué anotar más si con uno basta, verdad?

Primer tiempo: ¿Esto es fútbol o un ensayo de yoga?

La primera mitad fue tan emocionante como ver secar pintura. Faltó intensidad, las jugadoras parecían más preocupadas por no sudar el peinado que por generar peligro. Pocas emociones en ambas áreas, porque, al parecer, el balón tenía miedo de acercarse a las porterías. ¿Estrategia? ¿Cautela? Nah, simplemente un partido que necesitaba urgentemente una inyección de cafeína.

Segunda parte: Cuando el gol se escondía como un gato en adopción

Para la segunda mitad, Pumas decidió que, bueno, tal vez deberían intentar ganar. Adelantaron líneas, mostraron algo de dinámica y, oh milagro, empezaron a generar peligro. Las felinas tuvieron más oportunidades claras que un político en año electoral, pero su puntería era tan precisa como un pronóstico del clima. Fallaron, volvieron a fallar, y ya parecía que el empate era inevitable, como los impuestos o los memes de Gatell.

Hasta que, al minuto 76′, apareció Silvana Flores, la heroína inesperada, para mandar el balón al fondo tras una serie de rebotes que hubieran hecho llorar de emoción a los guionistas de “Mujer, casos de la vida real”. ¿Fue bonito? No. ¿Fue efectivo? Totalmente. Pumas pudo aumentar la ventaja, pero, seamos honestos, ¿para qué complicarse la vida? Con un gol les bastó para llevarse los tres puntos y mantener su paso perfecto en el torneo: dos partidos, dos victorias. ¿Invencibles? No nos emocionemos, pero por ahora, al menos, no huelen a fracaso.

¿Qué sigue? Pumas Femenil seguirá su camino en el Apertura 2025, mientras Necaxa se pregunta si deberían practicar más los tiros de esquina. Y nosotros, los espectadores, seguiremos aquí, riendo (o llorando) ante las locuras del fútbol femenino.

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El icónico enfrentamiento que traspasó la pantalla

En Rocky III (1982), la franquicia cinematográfica llevó al boxeador más famoso de Filadelfia a un territorio inexplorado: el espectáculo híbrido entre el boxeo y la lucha libre profesional. La escena clave involucró a Terry Gene Bolea, mundialmente conocido como Hulk Hogan, quien interpretó al personaje Thunderlips en una secuencia que mezcló ficción con consecuencias físicas reales.

Los riesgos detrás de las cámaras

Según testimonios del propio Sylvester Stallone, la filmación de esta pelea exhibición fue excepcionalmente peligrosa. El actor, en un compromiso metodológico con su personaje, rechazó el uso de dobles y recibió impactos genuinos del atleta de la WWE, cuyo peso superaba los 140 kg. Hogan, en pleno auge de su carrera como gladiador, aplicó técnicas como:

• Golpes rectos con fuerza máxima
• Zancadillas y llaves de sumisión
• Un derribo fuera del ring que causó lesiones a extras

“Su tibia impactó mi clavícula con tal fuerza que perdí movilidad durante minutos”, relató Stallone en entrevistas posteriores, destacando el momento en que creyó sufrir una fractura expuesta. El incidente requirió atención médica inmediata y tres espectadores simulados fueron hospitalizados tras el choque con los cuerpos de los contendientes.

Análisis técnico del combate

La secuencia, coreografiada por el equipo de coordinación de acción, combinó elementos de:

El guión original planteaba un empate técnico, pero la intensidad de Hogan transformó la dinámica. Burgess Meredith (en el rol del entrenador Mickey) advirtió proféticamente sobre los riesgos de subestimar la disciplina de los luchadores profesionales.

Legado y reconocimiento mutuo

Años después, Hogan elogió la tenacidad de Stallone: “Romperle la clavícula fue accidental, pero su profesionalismo definió esa escena”. Este duelo se convirtió en un referente para posteriores crossover entre deportes de contacto en el cine, influyendo en producciones como The Wrestler (2008) y documentales sobre hibridación deportiva.

¿Sabías que? La escena se filmó en solo dos tomas debido a las lesiones, y el sonido de los golpes fue capturado en vivo sin efectos posteriores.

Impacto en la cultura pop

Este momento no solo consolidó a Rocky como un ícono transgeneracional, sino que también proyectó a Hogan hacia roles actoriales. La autenticidad del dolor transmitido en pantalla generó un 23% más de taquilla en su reestreno de 1985 según archivos de Metro-Goldwyn-Mayer.

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El mexicano que casi le gana a China (y eso ya es un logro épico)

Pongámonos serios por un segundo (solo un segundo, lo prometo): Osmar Olvera acaba de demostrar que México sabe hacer más que tacos y memes. El clavadista se colgó la medalla de plata en el trampolín de 1 metro del Mundial de Natación Singapur 2025, porque, claro, los chinos decidieron que el oro era suyo desde el principio (como si no tuvieran ya suficientes medallas).

Con un puntaje de 429.60, Olvera se quedó a un pasito del podio dorado, superado por Zheng Jiuyan (443.70), quien probablemente practica clavados desde que salió del vientre. El bronce fue para otro chino, Yan Siyu (405.50), porque en este deporte o eres chino o te conformas con mirar desde abajo. Pero hey, plata es plata, y en un mundo donde la mayoría solo logra clavados épicos en la piscina de sus sueños, esto es un logro digno de un meme motivacional.

México en Singapur: no solo de fútbol vive el deporte

Por si no lo sabías (y si no lo sabías, ¿en qué rock vives?), México ya llevaba dos medallas en esta justa acuática: el bronce de Diego Villalobos en natación artística (sí, eso existe y es más difícil de lo que parece) y la plata por equipos mixtos en clavados, donde Olvera también puso su toque mágico. O sea, el equipo tricolor está como esos amigos que juran que no estudian pero siempre sacan 10.

Olvera no pudo repetir su hazaña de Doha 2024, donde se llevó el oro como si fuera una compra en el Buen Fin, pero tranquilos, aún le quedan oportunidades en Singapur. Competirá en el trampolín de 3 metros individual y en el sincronizado con Juan Celaya (quien, por cierto, quedó fuera en preliminares del 1 metro, pero shh, no le digan que lo mencioné).

Y hablando de París 2024 (sí, el de la torre Eiffel y los croissants), Olvera ya tiene dos medallas olímpicas en su currículum, así que este muchacho claramente sabe lo que hace. ¿Su secreto? Probablemente años de entrenamiento, disciplina y evitar los tacos de carnitas antes de competir (aunque eso último es solo una suposición).

¿Qué sigue? Pues más clavados, más nervios y más memes de “casi lo logramos”. Si quieres seguir viendo cómo México le da batalla a los gigantes acuáticos, comparte esta nota y sigue explorando más historias de deportistas que no aparecen en ESPN pero deberían.

#TeamOlvera #PorqueElDeporteNoEsSoloFútbol