El arte de pedir paz mientras el mundo arde

En un giro que nadie vio venir (mentira, todos lo vimos venir), la Secretaría de Relaciones Exteriores de México ha decidido que su contribución a la crisis en Medio Oriente será… ¡un comunicado de prensa! Sí, mientras algunos países envían drones, otros envían tweets. Prioridades, ¿no?

Con la solemnidad de un monje tibetano en un spa, la Cancillería mexicana declaró que la restauración de la convivencia pacífica es su “mayor prioridad”. Claro, porque nada dice “paz” como un PDF subido a un sitio web a las 3 PM de un sábado. ¿Se habrán imaginado que los misiles se detendrían al ver el logo de la SRE en el encabezado?

Los principios que nadie sigue pero todos aplauden

El comunicado, más predecible que un final de telenovela, incluyó los clásicos mexicanos: no intervención (traducción: “no es nuestro problema”), solución pacífica (“háblenlo como adultos, por favor”) y cooperación internacional (“llamen a la ONU, nosotros estamos ocupados con el T-MEC”). Eso sí, las embajadas están “en contacto permanente” con connacionales. O sea, tienen el WhatsApp abierto por si acaso.

El timing, como siempre, es impecable: justo cuando la región parece un juego de Call of Duty en modo realista. ¿Qué provocó esta escalada bélica? Nadie lo sabe (mentira otra vez: todos lo saben, pero fingimos que es un misterio). Lo importante es que México ha hablado: ¡que vuelva la paz! ¿Cómo? Eso ya es tema para otro comunicado… o quizá para un webinar.

Mientras tanto, en la nota relacionada, un tal Donald Trump amenaza con convertir Irán en un estacionamiento nuclear. Pero eso es otra historia… o quizá la misma, pero con más explosiones y menos diplomacia.

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Por fin, un calendario que necesitarás un doctorado en paciencia para entender

Ah, la Comisión Nacional de Vivienda (CONAVI), ese organismo que, con la eficiencia de un trámite bancario a las 3 PM, nos recuerda que el derecho a una vivienda digna existe… en teoría. Desde su creación, esta joya institucional despliega programas con nombres tan bonitos como “Vivienda del Bienestar”, que suenan a promesa electoral pero se materializan con la velocidad de un sloth en cámara lenta.

El arte de hacer filas: edición CONAVI

Recientemente, la CONAVI —en un arrebato de transparencia— publicó un calendario de fechas clave. ¿Lo malo? Parece diseñado por alguien que jamás ha intentado registrar a 24,047 personas en 62 predios mientras evita colapsar el sistema. Aquí, el resumen para los valientes que intentarán navegar este laberinto:

Primera Etapa (Julio-Agosto): Donde 24,047 almas esperanzadas se embarcan en la aventura de llegar antes que el vecino a los polígonos designados. Prioridad: quienes no tengan Infonavit ni Fovissste (o sea, casi todos, porque ¿quién tiene eso?).

Segunda Etapa (Agosto-Noviembre): Aquí la magia ocurre… o no. 20,637 personas más se unen a la lista de “¿y ahora qué hago?”, mientras CONAVI repite el mantra: “registro en los polígonos” como si fuera la solución a la vida misma.

Tercera Etapa (Septiembre-Diciembre): El gran final, con 45,456 solicitantes compitiendo por 100 predios. Matemática básica: sobran 45,356 personas preguntándose si valió la pena madrugar.

Y así, entre fechas que suenan a parto burocrático y cifras que harían llorar a un contador, el sueño de la vivienda se reduce a un juego de azar con menos probabilidades que sacarse un premio mayor en la lotería… pero con más papeleo.

¿Moraleja? Si logras sobrevivir al proceso, mereces una medalla. O mejor, una casa.

¿Te atreves a intentarlo? Comparte este manual de supervivencia con otros valientes y sigue explorando cómo sobrevivir a los programas sociales sin perder la cordura.

Operativo relámpago (o cómo perder al narco otra vez)

En un giro que nadie vio venir (mentira, todos lo vimos), el Ejército Mexicano y la FGR protagonizaron su propia versión de “¿Dónde está Wally?”, esta vez buscando a William Edwin Rivera Padilla, alias El Barbas. Spoiler: no lo encontraron. De nuevo. Pero hey, al menos confiscaron suficientes armas como para equipar a un pequeño ejército… irónico, ¿no?

El botín: todo menos el barbudo

Entre lo incautado en el rancho del capo hay 10 vehículos (aparentemente el CJNG tiene mejor flota que Uber), granadas (por si acaso el tráfico se pone feo), 525 balas (para esos días “productivos”) y, cómo no, un kilo de cocaína. ¿La guinda del pastel? El propio El Barbas volvió a esfumarse, probablemente riéndose en un helicóptero dorado mientras los soldados revisaban sus chalecos tácticos.

Y por si alguien dudaba de la eficacia de las autoridades, el alcalde de Zitácuaro, José Antonio Ixtláhuac, soltó la frase del año: “Hemos sido rebasados”. Traducción: “No tenemos ni idea de qué hacer, así que que venga papá Gobierno a salvarnos”. Entre lágrimas (metafóricas), también pidió “unidad”, porque nada une más que el pánico colectivo y un niño de cuatro años asesinado en medio de balaceras.

El crimen paga (y las autoridades corren)

Mientras el edil se quejaba de las “opiniones tendenciosas” (léase: ciudadanos exigiendo seguridad), el CJNG demostró por quinta vez consecutiva que en México los narcos tienen mejor logística que Amazon Prime. ¿Transportistas cómplices? ¿Policías en nómina? ¡Qué sorpresa! Casi como si el problema fuera sistémico… pero mejor hablemos de la Guardia Nacional, que prometió “redoblar esfuerzos” (o sea, aparecer más en fotos para la prensa).

Lo único claro es que, mientras los políticos se pasan la pelota, Zitácuaro sigue siendo el escenario perfecto para una tragicomedia: tiendas incendiadas, balas perdidas que no pierden a nadie (excepto cuando sí), y un alcalde que parece más preocupado por su imagen que por los cadáveres. ¿Conclusión? El Barbas sigue barbón, el Ejército sigue corriendo, y los civiles… bueno, ellos siempre pagan el pato.

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