#Yucatán •
Por El Siervo de Xcalachén
Al concluir el cuarto Domingo de Adviento —que este año coincidió con el 24 de diciembre— la Navidad encontró la oficina de San Pedro a reventar.
En esta ocasión la guardia era doble: tanto la Dirección Adjunta de Defunciones como la de Justicia y Misericordia trabajaban para procesar la cascada de peticiones de todo el mundo que llegaban por conducto de millones de ángeles de la Guarda.
Era uno de los días de fiesta más importantes; pues se conmemoraba el Nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo y por ello era imposible describir la que ya está escrito, pues como se recordará, eran cosas que “ojo no vió ni oído oyó”.
Sin embargo, ese día personal de Justicia y Misericordia se presentó al escritorio de Pedro; adornado con parte de las doce piedras de la Nueva Jerusalén: jaspe, zafiro, ágata, esmeralda, ónice y muchas otras más.
-¿Cuál es el problema? Se supone que hoy hay doble turno, no deberían tardarse las peticiones.
-Don Pedro, se presentaron cambios importantes y de Yucatán vienen tres ángeles a exponerlos conforme a la voluntad divina. Se trata de tres mujeres cuyos ruegos han sido escuchados por El Señor.
-¿Yucatán? Me suena….¿Dónde queda? preguntó, rascándose la negra barba. A ver que pasen los ángeles y expliquen.
El primer ángel entró con un jarrón de diamantes que contenía las lágrimas de una señora que había atropellado a un niño de la calle. El ángel relató que el suceso trastocó su vida para siempre y motivó un movimiento inusual para proteger a los demás niños en la misma situación.
Agregó que primero pasó de la sorpresa a la consternación, y luego al dolor y la tristeza pero finalmente había pasado al consuelo y a una estrecha relación con Dios que jamás había pensado obtener a raíz del trágico suceso. Sin embargo, dijo su ángel de la guarda, la señora cargó con el peso a sus espaldas de toda una estructura de Pecado Social.
El segundo ángel entró con un jarrón de obsidiana lleno de lágrimas de una señora que este año perdió a su marido. El suceso enlutó la historia de una familia forjada desde la temprana juventud y gozaba de general estimación en la sociedad. El suceso fue inesperado y para agravar la situación sucedió en días previos a la Navidad. La señora, agregó el ángel, es un ejemplo de entereza, pero jamás se imaginó estar en esta condición y además con varios hijos,-relató el ángel.
El tercer ángel entró con un jarrón de esmeralda lleno de lágrimas de una señora cuyo hijo había sido expulsado del colegio por un reto viral. Ella, relató su ángel, pasó de la consternación, a la sensación de injusticia e incomprensión, luego a la soledad y amargura pues nadie supo que detrás de uno de los peores juicios que una sociedad puede hacer contra un joven; ella siempre vió a su pequeño; conocido por su alegría y su capacidad para hacer amigos. Finalmente vino la aceptación y el perdón, a costa de muchas lágrimas.
San Pedro estimó los alegatos y habiendo comprobado el crisol de las virtudes cristianas que le habían relatado los ángeles les dijo:
El Señor ha dispuesto que lleven este mensaje a las tres:
A la primera díganle que ha sido un instrumento para un Bien Supremo. Ella no lo sabe, pero detrás de sus lágrimas hubo muchas otras que corrieron para santificar la presencia del niño que hoy goza en nuestra presencia. No hay más que temer. La vida terrenal del niño es hoy fuente de vida para otros y es vida multiplicada: esta señora es ahora Sierva del Señor pues gracias a ella se cumple lo que está escrito en el Evangelio: “aquí tienes otros cinco talentos más que gané…”
A la segunda es menester recordarle que está escrito en los Salmos que Nuestro Señor se preocupa mucho por las viudas y los huérfanos. Díganle que tiene especial predilección por ellos y que en su santa morada él sigue siendo padre de huérfanos y defensor de viudas. Nadie abusará de ellos sin que él lo sepa, de manera que ahora son una familia predilecta para El Cielo.
A la tercera Nuestro Señor me mande decirle que está escrito que su hijo será siempre un hombre de bien, pues no perderá su alegría y será siempre el signo de su juventud de alma, y sobre todo de signo de amor. Que en este penoso suceso ella se hecho más cercana a la madre de Jesús, pues como un misterio doloroso, ha compartido con ella el dolor de la espada que atravesó su alma. Hoy, Nuestra Buena Madre, tiene especial predilección por este joven.
¿Algún pendiente más?
-Es todo don Pedro.
-Bueno sigan trabajando, hoy es Navidad y tenemos mucho qué hacer.
Y siguió el día, en un lugar donde hay cosas que el ojo no vio, ni el oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, pues son las cosas que Dios ha preparado para los que le aman.