Mientras el Senado guarda un silencio ensordecedor, las calles se llenan de cumbia, pañuelos verdes y una exigencia que no puede esperar más.
La marea verde inunda las calles exigiendo derechos y el fin de la criminalización. Un llamado colectivo que transforma la lucha en esperanza.
Un grito de alerta ante la desprotección de mujeres que enfrentan barreras inhumanas para ejercer sus derechos.