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Es necesario reforzar la cultura de prevención sobre los sismos, para que la población en general sepa enfrentar adecuadamente un fenómeno natural de este tipo en Tabasco, consideró Raymundo Eric Amaro Martínez durante el Café Científico del CCYTET con el tema: Más allá de los sismos, ¿Qué debemos saber y hacer?.
Entrevistado por Katia Herrera Xicoténcatl, coordinadora de Información y Divulgación Científica, el especialista en Geofísica dijo que en Tabasco se presentan unos 150 sismos al año, sin embargo, en su mayoría son de baja intensidad, debido a que se encuentra en la clasificación B2 que es una zona intermedia donde estos temblores no son tan frecuentes, “pero nos encontramos cerca de Chiapas, donde su actividad sísmica es fuerte y lo que pasa allá lo sentimos acá”.
La mayoría de los sismos que se registran en la entidad es nivel 4, el cual es una sensación de mareo o cuando pasa un camión muy pesado al lado de nosotros; cuando es un grado 5 es cuando las cosas empiezan a vibrar y cuando llega a un grado 6 estaríamos hablando de daños a inmuebles.
“La época cuando ocurren más sismos en el estado de Tabasco es de marzo a julio, debido a que en la época de calor se secan los ríos y las lagunas, favorece más la extracción de agua potable en todos los municipios, entonces quedan espacios vacíos y cuando la gravedad hace su trabajo se sienten pequeños temblores o por la perforación petrolera también se registran estos movimientos”, explicó el investigador.
Dijo que en Tabasco se podría implementar una estación sismológica, para monitorear esta actividad, de tal manera que se pudieran establecer planes de acción, que permitan saber qué hacer antes, durante y después de un sismo.
Explicó que un sismo es una vibración del subsuelo provocada por la acumulación de energía, en un punto al que llamamos hipocentro, que tiene que ver con el nivel de profundidad y cuando está sobre la superficie se le llama epicentro.
El último fenómeno importante que ocurrió en Tabasco fue en el 2017 y posteriormente el que ocurrió en México el 19 de septiembre de ese mismo año que ya fue en la zona del centro del país y fue un precursor del 7 de septiembre, debido a su gran magnitud, que es la manera de cómo se mide un sismo.
Cuando el sismo de 2017 se rompió un fragmento de la Placa de Cocos, formando una especie de cuña entre ésta y la del Caribe y una parte que choca con la norteamericana que la va empujando, lo que está aumentando la sismicidad en esta región del sureste.