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CIUDAD DE MÉXICO.- Rodeado de invitados de excepción y aclamado por miles de personas en un sábado de clima inconfundiblemente británico, Carlos III vivió un histórico primer día de reinado.
El primogénito de la difunta Reina Isabel II fue coronado en la Abadía de Westminster ante unos 2 mil 300 invitados, incluidos un centenar de jefes de Estado extranjeros, durante una solemne ceremonia que duró cerca de una hora.
El arzobispo de Canterbury, Justin Welby, colocó la pesada Corona de San Eduardo, de oro macizo y joyas, sobre la cabeza del Rey, de 74 años. Su esposa, Camila, de 75, también fue coronada inmediatamente después, de un modo más sencillo.
La tradición medieval comenzó cuando el arzobispo presentó a Carlos III a los asistentes como el “rey indudable”. Después, les pidió saludarlo con un cántico protocolario. Afuera se escuchaban jubilosos gritos de “Dios salve al Rey Carlos” y toques de trompeta.
Acto seguido, Carlos III de Inglaterra prestó el solemne juramento de gobernar al pueblo de Reino Unido y de fomentar un entorno en el que gente de todos los credos pueda vivir libremente. Colocó la mano sobre la Biblia y la besó.
Tanto él como Camila se despojaron de sus Túnicas de Estado para recibir la unción, la parte más sagrada e íntima de los rituales de coronación.
El soberano se sentó en la antigua Silla de Coronación de roble, presente en cada rito desde 1308. También se le presentaron objetos ceremoniales que simbolizan el poder secular y espiritual, como el Orbe, que representa el mundo bajo Cristo, y el Anillo del Soberano, que representa la unión de un monarca y su pueblo.
Carlos usó el Guante de la Coronación y sostuvo el Cetro con la Cruz, un símbolo del poder terrenal, en su mano derecha. Con la izquierda tomó el Cetro con la Paloma, por la autoridad espiritual y la misericordia.
Portó por horas la Corona, si bien se trató del único día que la lucirá. La pieza, de 2 kilos, tiene un gorro de terciopelo morado, una banda de armiño y arcos entrecruzados rematados por una cruz; consta de rubíes, amatistas, zafiros, granates, topacios y turmalinas.
Después de la ceremonia, Carlos portó la Corona de Estado Imperial, que pesa casi un kilo, para la procesión de regreso al Palacio de Buckingham.
Ahí, ya en el balcón principal, los Reyes Carlos y Camila saludaron a la multitud acompañados por algunos familiares, como los Príncipes de Gales, Guillermo y Catalina, y sus tres hijos, los Príncipes Jorge, Carlota y Luis; asimismo, los Príncipes Ana y Eduardo, hermanos de Carlos.
La pareja real presenció un vuelo de la Fuerza Aérea que tuvo que reducirse a sólo helicópteros y las Flechas Rojas debido a la fuerte lluvia en Londres, que no impidió que alrededor de 2 millones de personas se concentraran para ver el suceso.
Como se había anunciado, los dos grandes ausentes en esa foto fueron el hijo menor del Rey, el Príncipe Enrique, y Andrés, hermano del soberano; ambos están retirados de la monarquía, algo impensable hace poco tiempo. El primero, por decisión propia; el segundo, tras caer en desgracia por acusaciones de agresión sexual a una menor hace años.
Enrique, quien dejó a su esposa, Meghan Markle, y sus hijos en California, se dirigió al aeropuerto de Heathrow al terminar la coronación para regresar a casa, ya que su hijo, Archie, cumplía 4 años también ayer.
Carlos se convirtió en el cuadragésimo soberano coronado en Westminster. El primero fue Guillermo el Conquistador, en 1066.