CIUDAD DE MÉXICO
Aguerrido, aventado y experimental, esa es la fórmula con la que Apio Quijano ha llegado a dónde está.
El integrante de Kabah atravesó momentos muy difíciles desde que era muy joven, pues creció en un seno familiar fracturado y sufrió de bulliyng durante la etapa escolar, pero todos los desencuentros a los que se enfrentó desde niño lo llevaron a conocerse mejor, descubrirse y levantarse bajo cualquier circunstancia. Esta es su historia.
André, alias “Apio“, Quijano nació el 15 de abril de 1977 en la Ciudad de México. A su llegada, ya lo esperaban sus hermanos mayores, Federica y Eduardo. Justo en el año de su nacimiento –cuenta en el programa “El minuto que cambió mi destino”-, sus padres se divorciaron. Esta separación fue el detonante para que los hermanos Quijano Tapia vivieran una infancia complicada, a tal grado que el cantante la recuerda y denomina como “espantosa”.
Mientras en casa vivía en un núcleo fracturado, en la escuela fue víctima de bullying; durante toda la primaria y hasta mediados de la secundaria, pues siempre fue un niño muy tímido y sensible, de “energía femenina”, que no empataba con las características varoniles, con las que son asociadas los varones, motivo por el que los niños lo trataban muy mal. Fue así que lo cambiaron de escuela, en diferentes ocasiones, pero eso no evitó que el rechazo despertara en él el deseo de no seguir viviendo.
“De chiquito me molestaban por ser el raro: me decían ´la niña´, ´el maricón”
“De chiquito me molestaban por ser el raro: me decían ´la niña´, ´el maricón”, aunque uno crece y no dejan de decírtelas en el medio artístico”, reconoció. Sin embargo, son señalamientos que ya no le afectan como antes, porque parte de su crecimiento, es el amor por sí mismo. En este contexto, Quijano dijo que le da alegría que, actualmente, el bullying sea un tema combatido en las escuelas y que, en general, en la sociedad el amor y el respeto entre humanos hayan alcanzado un nivel de trascendencia, donde los insultos y el odio ya no sean bien vistos.
En el interior de su hogar, también había problemas que aquejaban la vida emocional de Apio, quien –hasta sus 10 años- vivió con su madre, y aunque con ella siempre se sintió bien, le tocó presenciar algunos eventos de violencia, que su mamá vivió a lado de la pareja con la que se encontraba en ese momento. “Mi mamá aguantó varias cosas con tal de apoyarnos, porque él también nos proveía, porque ella no podía con todo” recordó, pero después él y sus hermanos se mudaron con su padre, quien no tuvo el cuidado que requería un pequeño de esa edad.
“Nunca supo realmente cómo lidiar con sus hijos”
Y aunque vivía con su padre, el cantante de 45 años dijo que fue una persona muy egoísta con sus hijos, pues no quiso hacerse cargo de ellos y, aunque vivían bajo su techo, prácticamente vivían solos. “Nunca supo realmente cómo lidiar con sus hijos”. Apio recuerda que sufrió como nunca, pues no tenían qué comer y no por pobreza, sino por descuido, porque su padre salía por mucho tiempo y ellos no sabían qué hacer. “Llevaba de lunch chochitos para pastel y eso comía”, recordó.
Otro de los momentos duros que vivió fue cuando se escondió en la azotea para probar que no les importaba a sus familiares, y no fue sino hasta 24 horas después que lo encontraron. Luego de ese episodio, Apio volvió a casa de su madre y su padre decidió dejar de pagar la escuela primaria de Quijano, por lo que él empezó a solventar sus estudios con los primeros sueldos de Kabah, agrupación a la que ingresó sólo a los 14 años.