Nueva York, EU
En “Mrs. Harris Goes to Paris“, una mujer de mediana edad y recursos muy limitados en Londres tras la Segunda Guerra Mundial sueña con poseer un vestido de gala Christian Dior. Pero en 1957, en la cúspide del estilo de New Look de Dior, esto no era tan sencillo. No había una sucursal en Inglaterra o un catálogo para encargar. Ni siquiera hubo una línea de confección por una década más. Todo era hecho a la medida. La única manera en la que Ada Harris pudiese tener su propio vestido, como lo sugiere el título, era viajando a la Casa Dior en el número 30 de Avenue de Montaigne.
UN CUENTO DE HADAS
La película, que se estrena en Estados Unidos esta semana, es un cuento de hadas colorido y romántico protagonizado por Lesley Manville como la señora Harris, una viuda de la guerra que descubre a Dior limpiando la casa de uno de sus adinerados patrones, e Isabelle Huppert como la empleada snob Madame Colbert, que refunfuña ante la idea de que una mujer como Ada use un Dior. Esta es una película que, según espera el director Anthony Fabian, encantará e inspirará al público no sólo por sus cualidades aspiracionales, sino por la dignidad con la que trata a su heroína.
Fabian conocía la historia desde hace una década. No estaba familiarizado con el libro de Paul Gallico de 1958 (“Mrs. ´Arris Goes to Paris”) o la película para televisión de 1992 protagonizada por Angela Lansbury, Omar Sharif y Diana Rigg, pero un productor pensó en él para dirigir, como alguien que ha vivido en París y Londres, que podía aportar algo único a la historia. Cuando los derechos del libro se liberaron, Fabian los tomó y comenzó a realizar su propia versión del guion, que elevaría la historia de tratarse sólo de un vestido al retrato de una mujer que no es respetada por la sociedad y obtiene una segunda oportunidad en la vida y el amor.
Lesley Manville, como la señora Harris.
ABRE SUS ARCHIVOS
La Casa Dior estuvo de acuerdo en abrir sus archivos y proporcionar bocetos de su sede y taller original, que fueron recreados a detalle por la producción. La película compartió algo de la escasez de la posguerra al tener un presupuesto muy, muy limitado durante los primeros días de la pandemia de COVID-19, incluyendo hacer gran parte de la filmación en Budapest.
A su favor, Fabian pudo convocar a algunos de los artistas más destacados del mundo del cine, incluyendo a la diseñadora de vestuario Jenny Beavan y la diseñadora de producción Luciana Arrighi, ambas galardonadas con el Oscar. Se conocieron en el plató de “Howards End” (“Regreso a Howards End”) de James Ivory y han trabajado juntas en “The Remains of the Day” (“Lo que queda del día”) y “Sense and Sensibility” (“Sensatez y sentimientos”). En la década de 1960, Arrighi fue modelo de Yves Saint Laurent por varios años y su experiencia trajo una mayor comprensión sobre el mundo de la alta costura de mediados del siglo XX.
Isabelle Huppert, como la empleada snob Madame Colbert.
PIEZAS REALES
Las piezas reales de esa época de Dior son escasas y Beavan tuvo que valerse de fotografías, dibujos y varias reproducciones hechas en las décadas de 1980 y 1990 como referencia. Los vestidos de gala Dior Diablotine y Miss Dior serían la inspiración para los trajes escarlata y esmeralda que cautivan a la señora Harris en París.
Conseguir tela suficiente también fue complicado. Con los cierres sanitarios, las restricciones de viaje y ningún taller de vestuario en Budapest, dependían de muestras de tela enviadas por correo, reuniones por Zoom y amigos en París para ayudar a ajustar los vestidos para el elenco francés.