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Con la idea de conmemorar el corto documental Centinelas del silencio, producido por Manuel Arango, y escrito y dirigido por Robert Amram, en 1971, el director Francisco Laresgoiti, experto en fotografía aérea, revisitó las locaciones de los sitios ancestrales desde las alturas, con la más nueva tecnología en cuanto a drones, óptica y calidad de imagen.
Centinelas del silencio ganó dos premios Oscar, de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas, en 1972: el primero como Mejor Cortometraje, y el segundo como Mejor Documental Corto; narrado por Orson Welles y Ricardo Montalbán, para sus versiones en inglés y español, respectivamente. La audacia de esta obra cinematográfica fue filmar en siete sitios arqueológicos de México, desde las alturas, con la naciente tecnología de 1970, ya que las tomas se hicieron desde un helicóptero, lo que permitió hacer imágenes aéreas nunca antes vistas de Teotihuacan, Monte Albán, Mitla, Tulum, Palenque, Chichén Itzá y Uxmal.
Laresgoiti recuerda haber visto el filme cuando era niño, y el gran impacto que le causó. De aquella inspiración nació, a manera de homenaje, Santuarios del infinito, producida por Miguel Bonilla Schnaas.
Se trata de una producción original de Corriente Alterna, cuya realización contó con el apoyo de la Secretaría de Cultura federal, a través de la coproducción del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), gracias a la gestión del director general, Diego Prieto Hernández, y de la Coordinación Nacional de Difusión; Arte 7 Producciones, La Casa de Cine y Xzagon Media.
La realización de esta pieza documental se llevó a cabo en 2021, en plena contingencia sanitaria por la COVID-19, lo que representó un reto logístico, pero también la oportunidad de fotografiar, sin gente, ocho sitios arqueológicos: Tulum, en Quintana Roo; Chichén Itzá y Uxmal, en Yucatán; Palenque, en Chiapas; Calakmul, en Campeche; Teotihuacan, en Estado de México; Monte Albán, en Oaxaca, y Paquimé, en Chihuahua.
Más allá de exaltar los elementos naturales y el diseño arquitectónico de cada sitio, el reto narrativo del director era lograr una mirada nueva desde el aire, la cual pudiera llevar a los ojos del espectador esa perspectiva y ese detalle cercano, imposibles de contemplar desde una vista a ras del suelo. Las posibilidades de vuelo y acercamiento quedan plasmadas en esta película, como también se deja testimonio del avance tecnológico desde los tiempos en que Arango y Amram hicieron lo suyo, en esos mismos lugares.
Para completar una obra que evoca paisajes sonoros, en la música se contó con piezas del maestro Jorge Reyes; para ilustrar y explicar los paisajes de una manera poética, se incluyeron textos del historiador e investigador Antonio Saborit García Peña, en la voz de la cantante y compositora Lila Downs.
A propósito de Santuarios del infinito, el realizador Francisco Laresgoiti señala que: “Estamos en un momento idóneo para revisitar nuestros santuarios prehispánicos; la tecnología y la belleza de nuestro México se conjugan en esta pieza única e histórica. Orgullo para México, para el cine y para el mundo”.
“Queremos que esta pieza cinematográfica invite a un público amplio, sobre todo a las nuevas generaciones, a conocer y reflexionar sobre la grandeza del conocimiento y herencia que nos han brindado las culturas prehispánicas. Entender que la historia es materia viva y que evoluciona a la par de las herramientas que nos permiten rescatarla”, finaliza el productor Miguel Bonilla Schnaas.
Santuarios del infinito invita a conocer y visitar ocho de los sitios arqueológicos más relevantes de las civilizaciones prehispánicas de México, para revalorar la gran herencia cultural que nos brindan los pueblos originarios de nuestro país.
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