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Será el 11 de junio, a las 19:00 horas, en la explanada del Museo de Historia Mexicana
Monterrey, Nuevo León.- La danza guerrera de los “Sonajeros de Tuxpan”, los zapateados libertarios en los “Sonecitos de las Tierras”, el nacionalismo en los “Jarabes de Jerez” y la cadencia del “Vals”, conforman el programa de Son de México “Vestigios de Lucha. Danza entre fuego y pasión”, que presentará el Ballet Folklórico Magisterial Nuevo León, Sección 21 del SNTE, dirigido por el maestro Jaime Guerrero, el domingo 11 de junio a las 19:00 horas en la Explanada Museo de Historia Mexicana.
Jaime Guerrero comenta que cada danza tiene su propia historia, por ello la labor de los maestros de música y danza es muy importante, gracias a sus investigaciones se ha podido documentar, conservar y difundir los repertorios bailables que dan identidad a los estados de la República Mexicana.
CUENTA LA HISTORIA
La danza de Sonajeros de Tuxpan, Jalisco, tiene origen prehispánico “se comenta que un grupo de la etnia Azteca emigró de Tenochtitlán al occidente de México, poblando la región de lo que hoy es Jalisco. Es una danza de carácter guerrero, en su ejecución empuñan una sonaja de madera labrada de un barrote de madera prevista de dobles platillos metálicos, colocados ingeniosamente para lograr un buen sonido al agitarla.
“Esta sonaja tiene un antecesor, el mazo prehispánico, usado como arma de defensa en sus batallas”, comenta Guerrero.
Agrega que a finales de 1700 e inicio de 1800 surgieron Los Sonecitos de las Tierras, una manifestación artística que mostraba el descontento del pueblo por la opresión al que era sometido, “se convirtió en un movimiento libertario en contra de las autoridades eclesiásticas, algunos jarabes fueron censurados por atentar a la buena moral y las buenas costumbres”.
Una de las coreografías que presentará el domingo 11 de junio es Los Jarabes de Jerez, cuyas piezas más reconocidas son: Pájaros Azules, La Pulquera, La Chirriona, El Torito y La Cabrona, que muestran del sincretismo entre los gustos dancísticos y musicales de las familias de gran abolengo y los rancheros zacatecanos que se dio gradualmente entre los siglos 19 y 20.
Con una arquitectura de toque morisco, la Villa de Jerez de la Fronteras se fundó en el siglo 16 como un lugar de descanso de las familias españolas de gran abolengo, cuyas fiestas eran amenizadas por un conjunto de cuerdas.
La ciudad estaba rodeada de rancherías con un nacionalismo muy arraigado, donde predominaba la música alegre y bravía que surgía de los conjuntos de tambora, tarola, saxofón, flautín, trompetas y platillos.
La música, como otras costumbres, recibieron influencia en las distintas épocas: La Colonia, La Reforma, El Porfiriato y evolucionaron hasta alcanzar su propia identidad y popularizarse en las fiestas familiares, fiestas religiosas, ferias del pueblo.
Jaime Guerrero señala que las danzas de la Fiesta Costeña en Nayarit son un gran crisol que fusiona las herencias culturales asiáticas, africanas, indígenas, criollas y europeas: los primeros asentamientos del Señorío de Aztlán; la transformación de San Blas como puerto de guerra tras de la conquista en el siglo 18; el encallamiento en el municipio de Ixcuintla de un barco con esclavos negros que sobrevivieron y escaparon ocultándose en los esteros y manglares; y el comercio interoceánico con Europa, Asia y Sudamérica.
En la costa brava de Nayarit, los músicos locales dedicados a la agricultura y pesca formaron modestas bandas líricas con instrumentos de viento; canciones con textos descriptivos y localistas; y adquirieron un estilo propio al combinar los elementos de la costa con los sonecitos de la tierra, tamborazo zacatecano y banda sinaloense.
Jaime Guerrero señala que los ritmos costeños están presentes en cuatro géneros: el son, derivado de los Sonecitos de la tierra; el corrido, producto de la lírica tradicional, de copla lírica y picaresca; el paso doble, una recopilación de estilos; y el vals, de melodías lentas.
“Estos se interpretan en fiestas de carácter familiar, social, religioso y hasta en velorios. El estilo del baile es muy peculiar de gente fogosa, con un constante vaivén de la cadera en la mujer y el hombre muy altivo contrastando con un ligero troteadito al ritmo de un movimiento cadencioso”.
En la coreografía de la Fiesta Ranchera en Jalisco, el Ballet Folklórico Magisterial interpretará el son jalisciense, nacido en la época colonial e inspirado en los “Sonecitos de las Tierras”, melodías populares, espontáneas, cantables y bailables que unen el sentimiento español e indígena, usualmente de carácter amoroso, pero abordado ingeniosamente con ironía y jocosidad.
Las grandes fiestas jaliscienses en las que se bailaban estos sones se apreciaba abiertamente la coquetería y el galanteo en las parejas de bailadores, como es el caso de los cuatro sones más tradicionales: La Abajeñas, El Jalisciense, La Alazanas, La Negra y El Jarabe Nacional.
La presentación de Son de México-Vestigios de Lucha. Danza entre fuego y pasión, con el Ballet Folklórico Magisterial Nuevo León, Sección 21 del SNTE, dirigido por el Mtro. Jaime Guerrero, será el domingo 11 de junio a las 19:00 horas en la Explanada Museo de Historia Mexicana.