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CIUDAD DE MÉXICO.- El Zócalo estaba lleno desde las ocho de la noche. Media hora después los Tigres del Norte iniciaron su concierto ante miles y miles que corearon y bailaron sus canciones, para devolverle el alma a la plaza que en dos ceremonias del Grito anteriores había permanecido vacía por culpa de la pandemia.
La lluvia intermitente no dispersó sino en todo caso apretujó a la multitud. Algunos acamparon por días para ganar lugar de privilegio en el concierto; por la tarde llegaron los militantes de Morena o beneficiarios
de programas de todo el país. En una zona cercada, justo abajo del balcón presidencial, bailaban soldados.
Algunos habían estado en Aguililla, Michoacán para confrontar al crimen organizado. Los premiaron con su asistencia al Zócalo y bailaron “El jefe de jefes”. Pero el grueso de asistencia fue el pueblo de siempre
que quería festejar tras dos años de silencio. Volvió la fiesta masiva, los sombreros de charro, las banderitas, las matracas, los mostachos, las adelitas. El ¡Viva México! a la menor provocación.
La multitud revivió, como antaño, la fiesta del Grito. Aunque esta vez, con los Tigres, rugieron con emoción.
Gane o pierda ante Gennady Golovkin, Saúl Álvarez celebrará algo que ningún otro deportista mexicano ha conseguido en la historia: ganar 461 millones de dólares en sueldos.
Desde su debut en 2005, “Canelo” ha ido aumentando gradualmente sus ingresos por subir al ring, una historia que inició con 800 pesos en su primer pleito profesional, en la Arena Chololo Larios de Tonalá, Jalisco, hasta los 45 millones de dólares garantizados por pelear por tercera vez ante “GGG”, mañana en la T-Mobile Arena de Las Vegas.
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