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CIUDAD DE MÉXICO. -Para garantizar que los pacientes tengan acceso a un mejor diagnóstico y tratamiento del dolor crónico, asociaciones médicas latinoamericanas urgieron a los gobiernos que éste sea clasificado como una enfermedad.
En México, según datos de Human Rights Watch, alrededor de 28 millones de personas enfrentan situaciones de dolor sin acceso adecuado a tratamientos eficaces y seguros para disminuirlo o eliminarlo.
Recientemente, el presidente Andrés Manuel López Obrador informó que buscaría la prohibición del uso médico del fentanilo, lo cual perjudicaría precisamente a pacientes con dolor crónico quienes son los que requieren este medicamento para controlarlo, advirtieron expertos.
Más de una decena de asociaciones de dolor de América Latina suscribieron la Declaración de Lima sobre Dolor Crónico, cuyo propósito es generar conciencia sobre su clasificación como enfermedad en sí misma y el grave problema de salud pública que representa en la región.
Los especialistas instan a la pronta implementación de la CIE-11, que reconoce al dolor crónico primario como enfermedad, y a destinar los recursos y esfuerzos necesarios para la investigación y capacitación de profesionales de la salud.
José de Jesús Salvador Villafaña Tello, fundador y actual presidente de la Fundación Nacional Mexicana de Medicina Paliativa, advirtió que en el país no existe el suficiente número de unidades para el tratamiento del dolor crónico y médicos capacitados para atender a los pacientes con este padecimiento.
Respecto al tema de medicamentos para dolor crónico, indicó, datos del Instituto Farmacéutico señalan que lo que el sector público destinó para su compra fueron mil 260 millones de pesos anuales en promedio de 2015 a 2020, lo que representa apenas el 3.4 por ciento del gasto total en medicinas.
Y considerando que entre IMSS e ISSSTE abarcan tres cuartas partes de ese gasto, es fácil imaginar que los no derechohabientes —los que menos tienen, una vez más—, son los menos atendidos en sus dolores.
Agencia reforma ha publicado que para pacientes que ya no tienen cura, el control del dolor es básico, sin embargo, sólo la tercera parte de ellos tiene suficiente acceso a los medicamentos opiáceos, específicamente la morfina, a pesar de que son fármacos muy económicos.
En México falta legislar para facilitar la producción, distribución y acceso de fármacos derivados de amapola para cuidados paliativos, como la morfina, y es que, aunque hay cultivo de amapola, éste se destina para producir drogas ilícitas y no para atender el dolor crónico de los pacientes terminales.
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