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CIUDAD DE MÉXICO.- Bronco, norteño y dicharachero, con esa confianza de perdonavidas, de caballo que distrae y que cree que alcanza, con la familia, la bebé, la esposa, la porra y el dirigente del partido, Samuel García se registraba para ser precandidato a la Presidencia, sin terminar aún su periodo como gobernador de Nuevo León. Igual que Jaime Rodríguez, “El Bronco”, hace cinco años.
El patio del edificio de Movimiento Ciudadano, de unos seis metros de ancho en la Colonia Nápoles, estaba atiborrado. El Comité de Procesos Internos, seguidores con playeras color naranja que decían “Presidente regio”, “Imparable”, legisladores, aspirante a senadores, reporteros, acarreados. “¡Eres nuestro gallo!”, le gritaban y él andaba engallado.
“Hoy la batalla ya no es el Frente, esos ya están fritos, hoy la batalla es con Morena y vamos por ellos”, decía García, ardiente la voz, al medio día. Pulcro el peinado, el oscuro traje, la camisa blanca, la corbata, su promesa rota de que no iba a buscar otro puesto hasta concluir con la gubernatura.
“Ya los desbancamos, ya van en picada, arrancamos fuertes y sólidos en un segundo lugar, y para atrás ni para agarrar vuelo, porque en el norte decimos que caballo que alcanza gana”, afirmaba. A sus casi 36 años ya tan bronco.
Rodeado por su familia y la cabeza emecista: Mariana Rodríguez, su esposa, toda de naranja encendido; Dante Delgado, el dirigente del partido; Clemente Castañeda, coordinador de los senadores; Jorge Álvarez Máynez, de los diputados, como si García fuera el único precandidato.
Y no lo era. Descalza y cargando una perrita, Indira Kempis, la senadora que fue su compañera de fórmula al Senado en 2018, había entrado dos horas antes. Casi sola, si no fuera por su marido, entraba y salía en menos de 10 minutos, cuando ni las sillas habían acomodado. Gritaba su discurso sobre la banqueta.
“Me amenazaron para que no me registrara. Una amenaza real, hay amenazas reales dentro y fuera del partido. No querían que llegáramos, pero aquí estamos y no nos vamos”, decía apretando los dedos desnudos sobre el pavimento.
Se había descalzado para dedicarle su registro a los que caminan sin zapatos. Había levantado el rebozo de su bisabuela y había llorado.
“Si llegamos con pactos en la oscuridad, con esa típica y tradicional cultura del viejo PRI, Movimiento Ciudadano corre el riesgo de convertirse en el nuevo viejo PRI”, añadía cuando aún no encendían las pantallas sobre la calle Louisiana.
Los seguidores del gobernador seguían llegando y aún no permitían el paso a los fotógrafos para el registro. Así que pocos se enteraron.
“No (la amenazaron) al contrario, lo que les puedo decir es que se inscribió a las 10:00 de la mañana, es la información que yo tengo”, decía Dante Delgado, el principal impulsor de que MC compita en solitario en 2024, a esa hora en que afuera seguían los gritos de ¡Presidente! ¡Presidente! y esa música como villancico “Movimiento naranja, movimiento cuidando”. Cuando le decían que muchos los ven como esquiroles de Morena, se sonreía.
“Pues yo me sonrío, me sonrío”, respondía.
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