EFE.-México llegó al Día Internacional de la Mujer con una violencia incesante con más de mil feminicidios en 2021 y fracasos en la estrategia de seguridad de un gobierno con un discurso un tanto ambiguo que enciende más si cabe al movimiento feminista.
María del Carmen Volante lleva desde noviembre de 2017 buscando incansablemente a su hija, Pamela Gallardo, desaparecida a los 23 años tras acudir a un festival de música electrónica en la Ciudad de México con amigos.
“Estas autoridades a lo único que le tiran es a que las madres nos cansemos, nos enfermemos, y al final lleguemos a un estado de muerte sin encontrar a nuestras desaparecidas”, cuenta a la mujer, referente de la lucha en el país.
La historia de María del Carmen es la de muchas madres. Se sienten desatendidas por las autoridades. Ninguneadas y sin avances en las investigaciones por desaparición o feminicidio, se apoyan de la sororidad y del activismo para sostenerse.
“Estigmatizan desde el momento en que desaparece tu hija. (…) Me costó dos años llegar al proceso de desaparición. Dos años de estar insistiendo de que Pamela fue levantada (secuestrada), Pamela fue violentada. Porque para las autoridades era una ausente y extraviada, alguien que se quiso ir del núcleo familiar”, denuncia Volante frente a la antigua glorieta dedicada a Cristóbal Colón, actualmente renombrada por activistas como Glorieta de las Mujeres que Luchan, en el Paseo de la Reforma.
Su dolor es el de tantas en un país que suma casi 25 mil desaparecidas o no localizadas, en el que cada día matan a más de 10 mujeres y que el año pasado registró oficialmente más de mil feminicidios -asesinatos por razón de género-, un incremento del 2.66% frente a 2020.
Además, según datos de la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (Endireh) de 2016, el 66.1 % de las mujeres mexicanas han sufrido algún tipo de violencia a lo largo de su vida.
Como reflejo de la brecha existente entre hombres y mujeres, la tasa de participación de las mujeres en el mercado laboral es del 44%, mientras que en ellos asciende al 75%.
La incapacidad de las autoridades se traduce en el elevado nivel de impunidad que hay en México, superior al 95% para la mayoría de crímenes.
“Hay que ponerle un alto a la impunidad. Porque esta lo que hace es dar un mensaje de permisibilidad”, dice a Efe la titular del Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres), Nadine Gasman, quien aseguró que se está trabajando de la mano de las fiscalías.
No obstante, el gobierno mexicano ha recibido críticas antes los recortes en varios de sus rubros -el mismo Inmujeres vivió una reducción de su presupuesto- o por la eliminación de fideicomisos que servían para dispersar recursos hacia varios colectivos y causas.
Aunque Gasman asegura que el presupuesto general busca en buena medida cerrar la brecha de desigualdad y de género con programas prioritarios como la pensión universal o las becas para jóvenes, sumando más de 232 mil millones de pesos (unos 11 mil 500 millones de dólares).
Pero esta explicación no convence a la mayoría de víctimas de la violencia ni a expertas.
“Se han quitado los presupuestos para atención a problemáticas de violencia, salud, seguridad y justicia. Y entonces tenemos una impunidad muy grande”, explica a Efe la doctora en Derecho Patricia Olamendi.
Olamendi, quien fue consultora internacional de ONU Mujeres, denunció recortes o eliminación de presupuesto en temas como los refugios para mujeres, la atención del cáncer cervicouterino, vacunas para prevenir el papiloma humano o incluso para las guarderías.
De 2019 a la fecha el movimiento feminista se radicalizó tras unas mediáticas protestas en la Ciudad de México que acabaron con fuertes altercados y la vandalización de monumentos.
Lejos de calmarse los ánimos, la llama no ha dejado de crecer con la ocupación de la sede de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), denuncias de abusos policiales a mujeres, protestas disueltas con el uso de la fuerza y la proliferación de acusaciones de abuso contra rostros conocidos.
Ello pese a logros como una mayor paridad de género en la política o la decisión de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) de considerar inconstitucional la penalización del aborto.
El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, ha atizado el fuego con sus declaraciones. Por ejemplo, al afirmar que detrás del movimiento se esconde el conservadurismo.
El lunes, el mandatario pidió que no hubiera “violencia” en las marchas: “Tenemos información de que se están preparando con marros, con sopletes, con bombas molotov”.
Dijo tener información de que hay un contingente que, presuntamente, tiene como objetivo vandalizar edificios públicos.
“Ya eso no es defender a las mujeres, ni siquiera es feminismo. Eso es una postura conservadora, reaccionaria, en contra nuestra”, remarcó.
“México vive bajo el yugo de una misoginia provocada en este Gobierno. Con ningún Gobierno hemos tenido esta negativa tan grande de reconocer que la violencia contra las mujeres es una emergencia nacional”, expresa Olamendi.
“El presidente de la República nos la pintó, cuando entró a su mandato, muy bonito, y dijo que esto (la violencia) iba a desaparecer. Pero a 3 años de su Gobierno (…) las mujeres estamos por debajo de sus pies. Que no se le olvide que él vino de una mujer”, concluye María del Carmen Volante.
Con un camiseta con la imagen plasmada de Pamela y su edad, esta madre no pierde la esperanza de poder abrazar un día de nuevo a su hija, una joven “libre y feliz” a la que el Estado, como a tantas otras, falló