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Nación

Cuatro preseas para México en olimpiada cervecera

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Cd. de México

Desde 1996, cada dos años, Brewers Association -asociación de cerveceros independientes de Estados Unidos-, reúne a profesionales de todo el mundo en la World Beer Cup, la competencia más importante de la industria.

En esta, la edición más disputada en la historia de la justa, más de 200 jueces evaluaron 11 mil 155 cervezas, demostrando con cifras que, a pesar de las dificultades pandémicas, la industria se mantiene más fuerte que nunca, señala Rodolfo Andreu, juez mexicano de la copa y cofundador de Cervecería Primus.

Los resultados fueron revelados el pasado 5 de mayo en Mineápolis, Minnesota. Cervezas ligeras y propositivas dieron a México su participación más galardonada: tres medallas de bronce y una de plata.

El Gardenia, cervecería chihuahuense, fue galardonada con plata, en la categoría Chili Beer, por su Picúe, una Cream Ale con chile jalapeño.

Las medallas de bronce fueron para la pionera tijuanense Rámuri por su mítica Lágrimas Negras, en la categoría Chocolate Beer; la regia Principia con su emblemática American Wheat Ale, en la categoría American Wheat Beer, y la queretana Compañía Cervecera Hércules por su English Summer Ale Caballo Blanco, en la categoría English Ale.

Semáforo de tendencias “Hubo ciertos cambios, sobre todo en los formatos de evaluación; ahora son mucho más ágiles y precisos. La pandemia dejó algunas cosas buenas como la conciencia del no desperdicio y la eficiencia en los procesos de evaluación”, detalla el maestro cervecero.

Provenientes de todos los rincones del mundo, las cervezas inscritas en la competencia determinan las categorías a evaluar -más de 100 en esta ocasión- y el número de entradas por estilo habla claramente sobre tendencias en la industria. “Este año, las Pilsner y las Lager tuvieron muchísimo protagonismo.

El mercado está regresando a lo que es mucho más tomable, fuera de lúpulos y cervezas experimentales”, afirma Rodolfo. El nuevo hito dentro de la industria: la categoría de cervezas sin alcohol, que demanda cada vez más técnica.

“En la competencia había grandes exponentes. Es muy distinto conseguir una cerveza sin alcohol volatilizándolo para llegar a 0.0, a utilizar ciertas levaduras que reducen considerablemente el volumen de alcohol. “Volatilizar implica perder otras características; las de bajo alcohol preservan mucho mejor las características organolépticas”, explica Andreu.

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