Por segundo año consecutivo, Arizona y Nevada enfrentan una reducción en la cantidad de agua que podrán usar del río Colorado debido a la intensa sequía que agobia al occidente de Estados Unidos, anunciaron funcionarios el martes. México también sufrirá recortes de abastecimiento.
RECORTES
Los recortes planeados para el próximo año obligarán a los estados a tomar decisiones críticas sobre dónde reducir el consumo y si habrá que dar prioridad a las ciudades o a las zonas agrícolas.
Debido al as reducciones, los gobiernos estatales volverán a verse apremiados a planificar en torno a un futuro más caluroso, más seco y con mayor población.
“Estamos tomando medidas para proteger a las 40 millones de personas que dependen del río Colorado para su vida y su sustento”, declaró Camille Touton, comisionada de la Oficina de Recuperación, la cual administra los recursos hídricos.
ABASTO
El río proporciona agua para siete estados de Estados Unidos además de México, y ayuda a sustentar la industria agrícola cuya producción alcanza un valor anual de 15.000 millones de dólares. Ciudades y granjas están a la espera de las proyecciones oficiales sobre el futuro del caudal del río para determinar el alcance y la magnitud de los recortes a sus suministros de agua.
Pero el asunto no acaba ahí. Además de los recortes acordados, la Oficina de Recuperación dijo el martes que los estados no cumplieron con un plazo establecido para entregar propuestas sobre cómo reducir al menos un 15% adicional, el cual es necesario para impedir que los niveles de agua en los embalses del río continúen cayendo.
Por ejemplo, las autoridades pronostican que los niveles del lago Mead, el mayor embalse de la nación, seguirán bajando. Actualmente, el lago se encuentra a un 25% de su capacidad.
“Los estados en conjunto no han identificado ni adoptado medidas específicas de magnitud suficiente para estabilizar el sistema”, expresó Touton.
Después de que el año pasado se colocó la mayor parte de la presión en la industria agropecuaria, las autoridades de Arizona ahora deberán decidir si extienden las restricciones a las ciudades en crecimiento que dependen del río.
Los recortes no tienen previsto tener un efecto tangible en Nevada, que ya ha implementado las medidas de conservación de agua más agresivas de la región, que incluyen programas de descuentos y prohibiciones al césped.
Si bien la Oficina de Recuperación está “muy concentrada en superar esto el año entrante”, posiblemente será necesario tener vigentes los recortes por más tiempo, dijo el hidrólogo de la Universidad de Oxford, Kevin Wheeler.
“Está bastante claro que estas reducciones tendrán que continuar hasta que termine la sequía o nos demos cuenta que tendrán que intensificarse y ser más estrictas”, indicó.
Las reducciones se basan en un plan que los siete estados y México firmaron en 2019 para mantener los niveles de los embalses.
Conforme al plan, la cantidad de agua asignada a los estados depende del nivel de agua en el lago Mead. El año pasado, el nivel del lago descendió lo suficiente para que el gobierno federal declarara la primera escasez de agua en la historia de la región, lo que propició recortes obligatorios en Arizona, Nevada y México en 2022.
Las autoridades prevén que la continua disminución del nivel del agua provoque restricciones adicionales en Nevada, Arizona y México el año entrante. Los estados con mayor prioridad en derechos del agua no tendrían reducciones en el suministro.
Los niveles del embalse han ido en descenso desde hace años —y mucho más rápido de lo que pronosticaron los expertos— debido a los 22 años de una sequía que se ha deteriorado por el cambio climático y el uso excesivo del agua del río.
Las elevadas temperaturas y un menor derretimiento de nieve en la primavera han reducido la cantidad de agua que fluye desde las montañas Rocosas, donde se origina el río antes de recorrer 2.334 kilómetros (1.450 millas) de manera serpenteante por el suroeste hasta el golfo de California.
De hecho, ya se han adoptado medidas extraordinarias este año para conservar el nivel del agua en el lago Powell, el otro embalse del río Colorado, que se encuentra río arriba del lago Mead y se extiende hasta la frontera entre Arizona y Utah. El agua de ese lago corre por la presa del Cañón Glen, que genera suficiente electricidad para entre 1 y 1,5 millones de hogares cada año.
Después de que el nivel del agua en el lago Powell descendiera hasta poner en peligro la generación hidroeléctrica, las autoridades federales dijeron que retendrían más de 592 millones de metros cúbicos o 156.000 millones de galones (480.000 acres-pie) de agua para garantizar la producción de energía de la presa. Esa agua normalmente seguiría su curso hasta el lago Mead.
De acuerdo con las reducciones anunciadas el martes, Arizona recibirá poco menos agua de la que recibió este año, en el que el abasto se le redujo en un 18%. Para 2023 le disminuirán otro 3%, para un total acumulado de 21% respecto a su asignación inicial.
México perderá 7% de los 1,5 millones de acres-pie que recibe cada año del río. El año pasado, su disminución fue de 5%. El agua es vital para las ciudades desérticas del norte del país como Tijuana y una gran industria agrícola en el Valle de Mexicali, al sur de la frontera con el Valle Imperial de California.
Nevada también perderá alrededor del 8% de su suministro, pero la mayoría de los habitantes no resentirá las consecuencias ya que el estado recicla la mayor parte del agua que usa en interiores y no consume todo su volumen asignado.