MOSCÚ
Las tensiones sobre Ucrania se producen después de que las relaciones entre Rusia y la OTAN volvieran a tocar fondo, en contraste con la situación de hace unos años, cuando el presidente de Rusia, Vladimir Putin, planteó incluso que su país se sumara a la alianza militar.
A continuación, un vistazo a los lazos entre Rusia y la OTAN:
GUERRA FRÍA Y EL COLAPSO DEL COMUNISMO
Durante décadas en la Guerra Fría, la Unión Soviética y sus aliados del Pacto de Varsovia en Europa Central y Oriental estuvieron inmersos en un tenso pulso con la OTAN.
Esa confrontación remitió en la década de 1980, cuando el líder soviético Mijaíl Gorbachov reformó la Unión Soviética y fomentó reformas democráticas en los países del bloque del este. Gorbachov no intentó evitar el colapso de los regímenes comunistas en esos países aliados, y aceptó con rapidez la reunificación de Alemania tras la caída del Muro de Berlín en 1989.
Durante las conversaciones de la reunificación alemana, Gorbachov recibió promesas de Occidente de que la OTAN no se expandiría hacia el este, pero él nunca documentó esas promesas verbales.
Ocupado con las crisis económicas y políticas que siguieron al colapso de la Unión Soviética en 1991, el presidente de Rusia Boris Yeltsin prestó poca atención cuando Polonia, Hungría y República Checa se unieron a la OTAN en 1999.
Ese mismo año, la campaña aérea de la OTAN contra lo que ahora es Serbia, aliado de Rusia, supuso la primera gran disputa entre Moscú y la alianza militar desde el colapso de la URSS.
PUTIN ENTRA CON UN BREVE DESHIELO
Después de que Putin sucediera a Yeltsin en 2000, se movió deprisa para mejorar las relaciones con Occidente, e incluso tanteó el terreno para una posible incorporación de Rusia a la OTAN.
Lord George Robertson, que fue secretario general de la OTAN entre 1999 y 2004, recordó hace poco cómo Putin le preguntó cuándo iba invitar a Rusia la alianza, y cómo se ofendió cuando Robertson respondió que Moscú tendría que solicitar la membresía como cualquier otro candidato.
Putin dijo más tarde que la OTAN no estaba dispuesta a aceptar a Rusia porque Occidente temía su poder y su actitud independiente.
Mientras tanteaba la posible membresía a la OTAN, Putin también maniobró para estrechar los lazos políticos y de seguridad con Washington y sus aliados.
Tras los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, Putin fue el primer mandatario extranjero en llamar al entonces presidente George W. Bush y ofrecerle asistencia. Recibió de buen grado el despliegue militar de Estados Unidos en bases en antiguas repúblicas soviéticas en Asia Central por la guerra en Afganistán. En otro gesto cordial, Putin cerró bases de la era soviética en Cuba y Vietnam.
Aunque la candidatura de Moscú a la OTAN nunca se concretó, Rusia y la alianza acordaron en 2002 establecer un consejo para coordinar políticas y cooperar en lucha antiterrorista y otros asuntos.
LA FRIALDAD REGRESA
Las relaciones entre Rusia y la OTAN empezaron a empeorar en 2002 después de que Washington abandonara un tratado de la Guerra Fría que prohibía las defensas contra misiles balísticos, algo que Moscú interpretó como una posible amenaza a sus medidas de disuasión nuclear.
La guerra de Estados Unidos en Irak en 2003 fue muy criticada por Moscú y tensó más las relaciones.La inclusión de Bulgaria, Rumanía, Eslovaquia, Eslovenia y las exrepúblicas soviéticas de Estonia, Letonia y Lituania en la OTAN en 2004 aumentó el malestar en Moscú.
Las tensiones entre ambas partes crecieron en 2004 por las protestas de la Revolución Naranja en Ucrania, que forzaron la cancelación de la victoria electoral envuelta en fraude de un candidato presidencial apoyado por el Kremlin. El Kremlin vio esas protestas y la destitución anterior de un líder impopular en la exrepública soviética de Georgia como una intromisión instigada por Occidente en lo que consideraba como su zona de influencia.
En un decisivo discurso en una conferencia de seguridad en Múnich, Alemania, en 2007, Putin criticó duramente las iniciativas estadounidenses en el mundo, dijo que Washington “se ha propasado de sus fronteras nacionales en todos los aspectos” y tachó la expansión oriental de la OTAN de “grave provocación”.
LA GUERRA ENTRE RUSIA Y GEORGIA
Rusia protestó con contundencia cuando la OTAN prometió la membresía a Ucrania y Georgia en una cumbre en Bucarest, Rumanía, en abril de 2008, por considerarlo un golpe a sus intereses vitales de seguridad.
Cuatro meses después, Rusia invadió Georgia en una guerra de cinco días iniciada cuando la nación del Cáucaso Sur utilizó la fuerza para recuperar el control de la región separatista de Osetia del Sur, que contaba con apoyo de Moscú.
Rusia reconoció con rapidez a Osetia del Sur y a otra provincia rebelde georgiana, Abjasia, como naciones independientes, y reforzó su presencia militar allí.
MOVIMIENTOS Y CONTRAMOVIMIENTOS POR EL CONFLICTO EN UCRANIA
En 2014, el presidente de Ucrania, Viktor Yanukovych, que era afín al Kremlin, fue expulsado del poder por manifestaciones masivas desencadenadas cuando decidió rechazar un acuerdo con la Unión Europea en favor de un acercamiento a Moscú.
Rusia respondió anexionándose la Península ucraniana de Crimea y respaldando a los rebeldes separatistas en el corazón industrial de Ucrania, conocido como el Donbás. El conflicto, que ya está en su octavo año, ha dejado unos 14.000 muertos, y los esfuerzos por buscar una solución política han fracasado. Moscú niega haber intervenido y afirma que los rusos implicados en los combates son voluntarios que se sumaron a los separatistas.
Como respuesta, Estados Unidos y sus aliados sancionaron a Moscú y la OTAN paralizó toda la cooperación práctica con Moscú, además de reforzar sus contingentes cerca de Rusia. El Kremlin calificó esos despliegues y las maniobras cerca de sus fronteras como una amenaza de seguridad.
Rusia suspendió en octubre su misión en la OTAN y ordenó el cierre de la oficina de la alianza en Moscú, después de que la OTAN retirase la acreditación de ocho funcionarios rusos para su sede de Bruselas debido a sus supuestos lazos con la inteligencia rusa.
Las tensiones se dispararon el mes pasado cuando Rusia movilizó tropas cerca de Ucrania. Putin ha negado planear un ataque, pero reclamó que Occidente prometiera que la OTAN no incluiría a Ucrania en la alianza ni desplegaría a sus tropas allí, una expansión que describió como una “línea roja” para Moscú.
En una videollamada la semana pasada, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, advirtió a Putin de “graves consecuencias” si Rusia invade Ucrania, aunque prometió celebrar consultas para abordar las preocupaciones de Rusia.
PRÓXIMOS PASOS PARA LA OTAN Y RUSIA
La credibilidad de la OTAN se basa en su garantía de defensa mutua, conocida como Artículo 5 y que establece que un ataque a un miembro se considera un ataque a todos, así como su compromiso de ofrecer la membresía a cualquier país europeo que pueda contribuir a la seguridad en Europa y Norteamérica. Pero tanto Ucrania como Georgia tienen conflictos sin resolver en sus territorios, e incluirlas ahora obligaría a los 30 estados miembros a salir en su defensa con medios militares.
Rusia quiere que Occidente haga una promesa vinculante de no desplegar fuerzas y armas en Ucrania, y el Ministerio ruso de Exteriores reclamó la semana pasada que la OTAN rescindiera su promesa de 2008 de aceptar como miembros a Ucrania y Georgia.
Estados Unidos y otros miembros de la OTAN rechazaron las demandas de Rusia. “La relación de la OTAN con Ucrania la decidirán los 30 aliados de la OTAN y Ucrania, nadie más”, dijo la semana pasada el secretario general de la alianza, Jens Stoltenberg.
Putin respondió que si bien Ucrania es libre de decidir sus acuerdos de seguridad, estos no deben amenazar a Rusia.
“Desde luego, cada país tiene el derecho de elegir la forma más aceptable de garantizar su seguridad, pero debe hacerlo de una forma que no infrinja los intereses ni socave la seguridad de otros países, en este caso Rusia”, dijo Putin. “La seguridad debe ser global y proteger a todos por igual”.