#Deportes •
El fútbol, siempre un fenómeno social, cultural, simbólico y económico, está experimentando cambios significativos, especialmente con el desarrollo de la Superliga. Tras un fallo del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE), el fútbol debe ajustarse a las reglas que rigen cualquier actividad económica, lo que ha permitido a la Superliga derribar barreras legales para organizar y regular competiciones al margen de la UEFA.
La Superliga, que ya ha convencido al sector financiero, ahora debe persuadir a los agentes sociales y culturales que forman parte integral del fútbol y que están representados por los aficionados. La Superligue Company SL, que ha estado trabajando en su competición, propone tres divisiones: Star, Gold y Blue, con un total de 64 equipos. Hasta ahora, solo el Real Madrid y el Barcelona se han comprometido, y otros clubes como el Nápoles han mostrado interés tras la sentencia.
Sin embargo, llenar los 64 casilleros será un desafío, ya que equipos de la talla del Bayern Munich y el PSG se han mostrado contrarios, y la Premier League no se espera que participe. La Superliga y la Champions League, al menos en una primera fase, se reducirán mutuamente.
La Superliga ya no habla de cerrar la competición para la superélite, pero aún pesa la desconfianza del proyecto. Florentino Pérez sigue al frente del desafío, representando a un club que siempre ha sabido imaginar el futuro y que actualmente está saneado y competitivo.
El artículo también aborda cómo la industria del fútbol en España se debilita ante la pérdida de valores estelares como Messi y Cristiano Ronaldo, y cómo se enfrenta a una desventaja frente a clubes respaldados por pozos de petróleo, fondos de inversión y empresarios caprichosos. La viabilidad del fútbol como un bien comunitario rentable es una pregunta abierta en este debate, donde el dinero lucha contra el dinero para mantener el estatus de cada cual.