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En un enfrentamiento electrizante en el escenario más grande del fútbol universitario, los Michigan Wolverines demostraron su dominio absoluto al vencer a los Washington Huskies con un marcador de 34-13 en el NRG Stadium. Esta victoria otorgó a Michigan su primer campeonato nacional desde 1997, consolidando su temporada perfecta con un récord de 15-0.
Desde el inicio del juego, los Wolverines establecieron su autoridad en el campo, superando a la defensa de los Huskies y manteniendo el control durante todo el encuentro. Este equipo, guiado por su lema “Michigan vs. Everybody”, enfrentó desafíos considerables durante la temporada, incluidas acusaciones de robo de señales y suspensiones del entrenador en jefe Jim Harbaugh.
A pesar de las controversias que rodearon al equipo, Michigan demostró una fortaleza impresionante tanto en la ofensiva como en la defensiva. El mariscal de campo J.J. McCarthy lideró una ofensiva estratégica, respaldado por una línea ofensiva sólida que abrió paso para los corredores Blake Corum y Donovan Edwards, quienes combinaron sus esfuerzos para cuatro touchdowns.
La defensa de los Wolverines mantuvo una presión constante sobre el mariscal de campo rival, Michael Penix Jr., dificultando el juego aéreo de los Huskies y limitando sus oportunidades de anotación. El equipo de Michigan mostró una dominación total, acumulando 209 yardas terrestres en la primera mitad y manteniendo a los Huskies en su mayor déficit de la temporada al finalizar el primer tiempo con una puntuación de 17-3 a favor de los Wolverines.
El partido culminó con una actuación magistral de Corum, quien lideró la FBS con 27 touchdowns totales y selló la victoria con un touchdown crucial en los últimos minutos del juego. Esta victoria no solo marca el regreso triunfal de Michigan al título nacional, sino que también subraya su excepcional desempeño a lo largo de la temporada, superando desafíos y mostrando un dominio impecable en el campo de juego.
El triunfo de Michigan Wolverines no solo celebra su éxito deportivo, sino que también deja una marca imborrable en la historia del fútbol universitario, reafirmando su posición como uno de los equipos más destacados en la historia de la NCAA.