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Así como algunos humanos son diestros, zurdos o ambidiestros, estudios señalan que la existencia de una mano dominante es un elemento clave de todos los mamíferos, aunque falta aclarar cómo se manifiesta y si es exactamente igual al de la humanidad.
En el caso de los perros domésticos, por ejemplo, se ha desarrollado un amplio espectro de exámenes para detectar si hay una pata preferida para usar.
Las pruebas incluyen desde estabilizar un juguete y alcanzar un premio dentro de un contenedor hasta remover un objeto -como una manta o una pieza de cinta adhesiva- del cuerpo del animal, revisar con qué pata inicia su andar o cuál levantan ante una instrucción.
Y si bien los resultados han presentado variaciones, se ha concluido que en general los perros son más propensos a tener una pata preferida que ser ambidiestros o no tener una favorita.
Pero a diferencia de los humanos, la preferencia de pata parece estar dividida en proporciones iguales. Esto es, la pata dominante de los perros es específica del individuo, no de la población.
Las investigaciones también mostraron las diferencias en el uso de patas al realizar distintas tareas: mientras que en los ejercicios de estabilizar un objeto se produce un número aproximadamente igual de respuestas entre patas izquierdas, derechas y ambidiestras, en actividades de brindar una pata por instrucción se da un mayor número de respuestas vinculadas a la preferencia de una pata.
En tanto, diversos estudios señala claras diferencias entre sexos: las hembras tienden a ser más diestras, mientras que los machos, zurdos.
Esta diferencia de sexo ha sido descubierta en otras especies no humanas, incluido el gato doméstico.
Hasta el momento, sigue sin aclararse por qué los machos y las hembras difieren en el uso de sus patas, pero algunas explicaciones incluyen factores hormonales y diferencias en la anatomía cerebral.
Más que una preferencia
Desde una perspectiva de bienestar animal, la existencia de una pata dominante puede tomar relevancia, ya que serviría para identificar las emociones de los animales.
Al igual que el humano, el lazo izquierdo del cerebro de un perro controla su lado derecho y está más enfocado en procesar emociones positivas. En contraste, el lado derecho del cerebro de un perro, el cual controla el lado izquierdo, está más focalizado a emociones negativas, como el miedo y la ansiedad.
Del mismo modo, se hallo evidencia de un vínculo entre la preferencia de pata y la personalidad: los perros ambidiestros tuvieran resultados más altos para rasgos agresivos y de temor que los animales con una pata preferida.
Lo anterior puede tener implicaciones en el entrenamiento animal. Hay evidencia de que las pruebas en torno a la preferencia de una pata pueden servir para predecir qué perros se convertirán en perros de guía exitosos.
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