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Ciencia y Tecnología

Científicos pueden detectar acumulación de magma meses antes de la erupción

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#CienciaYTecnologia •

La novedosa metodología de interpretación que utilizaron los investigadores durante la erupción volcánica de La Palma ha arrojado prometedores resultados y los estudios que se han desarrollado van a permitir detectar la acumulación de magma cerca de la superficie terrestre antes de que se produzca la erupción.

Lo han comprobado un equipo de investigadores del Instituto de Geociencias (IGEO) -centro mixto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Universidad Complutense de Madrid (UCM)- que han logrado detectar esa acumulación de magma cerca de la superficie meses antes de que se produzca una erupción.

El trabajo analiza la deformación del terreno producida por la actividad volcánica mediante una metodología que combina la observación por radar de satélite de última generación con una nueva técnica de interpretación desarrollada por investigadores del IGEO durante el transcurso de la erupción volcánica en la isla de La Palma, y los resultados de la investigación se han publicado en la revista Scientific Reports.

“La combinación de fuentes obtenidas con esta metodología, junto con el modelo estructural de la corteza bajo la superficie de la isla, podría ayudar a predecir la apertura de posibles fisuras o bocas eruptivas durante episodios de reactivación volcánica y, en combinación con otras técnicas, a pronosticar el tiempo de inicio de una próxima erupción”, ha explicado el investigador del IGEO José Fernández en una nota difundida hoy por el CSIC.

La erupción del volcán en La Palma

La erupción en La Palma comenzó el 19 de septiembre de 2021 y estuvo precedida y acompañada de un enjambre sísmico que comenzó ocho días antes, el día 11 de septiembre, con más de 6.600 eventos detectados.

Los resultados obtenidos en este trabajo muestran que, entre el 13 y el 20 de septiembre, coincidiendo con los últimos días del enjambre sísmico, aparecieron fuentes someras que indicaban la fracturación horizontal y vertical del terreno que provocaría la fisura eruptiva, la fractura por donde sale a la superficie terrestre el magma procedente del interior del volcán.

La configuración obtenida en este estudio del sistema de alimentación del magma y de las fracturas asociadas podría ayudar a explicar algunos procesos que se producen después de la erupción, como la persistencia de las emisiones de gases en las zonas de Puerto Naos y La Bombilla, que un año después todavía impide el retorno de sus habitantes.

Un artículo previo del mismo equipo científico, publicado a principios de 2021, ocho meses antes de la erupción en La Palma, indicaba que entre los años 2009 y 2010 había comenzado la reactivación volcánica de la isla, y señalaba ya que se había detectado una importante fracturación del terreno bajo Cumbre Vieja asociada a ese proceso en 2019 y 2020.

“Esta fractura representaba el probable camino usado por el magma hacia una zona de debilidad estructural, lo que facilitó la formación de un reservorio magmático a una profundidad entre dos y cinco kilómetros unos tres meses y medio antes del inicio de la erupción en la zona de Cumbre Vieja. Esta localización del reservorio resalta la importancia de conocer el modelo estructural de la isla junto a las rutas seguidas por el magma en su ascenso en erupciones recientes”, ha precisado Fernández.

Casi dos meses antes de la erupción, a finales de julio de 2021, los datos obtenidos por los investigadores reflejaban síntomas de fragilidad en la corteza ante una subida más masiva de magma.

“Este resultado, en caso de haber podido utilizar la nueva técnica de interpretación en esos momentos, hubiese podido ser una alarma que motivase un aumento de la vigilancia en la zona para hacer un seguimiento en tiempo real de la fase final previa a la erupción”, según el investigador del IGEO.

El trabajo demuestra la importancia de conocer no sólo el sistema de alimentación magmática y la fracturación en profundidad, sino también la estructura de la corteza, particularmente en los primeros kilómetros bajo la superficie, así como la historia eruptiva reciente, para determinar las potenciales zonas de acumulación de magma en reservorios someros y los posibles caminos de erupción.

«Esta es una información fundamental en la evaluación del riesgo volcánico y en la planificación de infraestructuras y de desarrollo urbano, tanto en la isla como en otras áreas volcánicas”, ha concluido José Fernández.

Milenio

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