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“¡Traigo sed de la mala!”
Vox populi
La primera prueba electoral del neoliberalismo tuvo lugar en 1988. En aquellos fatídicos comicios, el régimen priista consolidó dos cosas, una, su autoritarismo, y dos, el viraje económico-social que recién habían iniciado para librarse, de una vez por todas, y al costo que fuera, de los remanentes -ya muy vapuleados- del ala izquierda que aun quedaba dentro del sistema político mexicano.
La crisis política y económica que se venia gestando desde 1968, finalmente se decantó con la instauración del salinato, que, si bien sirvió para dar un respiro a la macro economía, a final de cuentas no sirvió para resolver la crisis social, por la sencilla razón de que el capitalismo de cuates solamente beneficia …a los cuates.
Las cifras macroeconómicas de Salinas mostraban un México en prosperidad ascendente, pero la descomposición social era tan evidente durante ese sexenio, que el candidato propuesto por el régimen para enfrentar la segunda prueba electoral, Luis Donaldo Colosio no tuvo más remedio que señalarlo:
“Yo veo un México con hambre y con sed de justicia. Un México de gente agraviada, de gente agraviada por las distorsiones que imponen a la ley quienes deberían de servirla. De mujeres y hombres afligidos por abuso de las autoridades o por la arrogancia de las oficinas gubernamentales”
Esta lapidaria denuncia, que contrastaba con las cifras alegres y la autocomplacencia del régimen neoliberal las dijo, precisamente el 6 de marzo de aquel terrible 1994, es decir, hace unos días se cumplieron 30 años de que fueron pronunciadas.
Quien esto escribe, su servidor, en aquel entonces militaba activamente en el PRD, por lo que simplemente no creí en las palabras del candidato Colosio. Para mí, y los que estábamos en el partido, eran pura demagogia.
Y como no, si las pronunciaba precisamente quien había estado al frente del partidazo, como se le conocía entonces al PRI, durante el tiempo en que mis compañer@s de partido eran sistemáticamente asesinad@s, desaparecid@s o encarcelad@s y la maquinaria electoral del Estado se echaba en nuestra contra para arrebatarnos los triunfos electorales que con grandes esfuerzos alcanzábamos.
Hoy, treinta años después de que Colosio hiciera aquella severa autocritica, ya sabemos cuál fue el desenlace: el propio Colosio caería asesinado, presumiblemente por sus propios compañeros de régimen; el PRI terminó eliminando a su ala izquierda ideológica y abrazando de lleno las tesis económicas del PAN; Finalmente, y ante la falta de credibilidad democrática del régimen, hubieron de entregar el poder al PAN, quienes gobernaron alegremente del 2000 al 2012.
“haiga sido como haiga sido”, dijo el actual residente de España, Felipe Calderón.
Luego, en 2012, el poder regresaría al PRI, en una muy cómoda alternancia, donde todo cambiaria para seguir igual en un magistral ejemplo de gatopardismo. Durante todo ese tiempo, nos quisieron hacer creer que el único sistema económico valido era el Neoliberalismo.
Cualquier crítica al neoliberalismo, o la sugerencia o la simple mención de cualquier otra tesis económica era atacada con saña tachándola de retrograda, anticuada, ignorante, vacua, ingenua o aplicándole el infaltable epíteto, perene tapete de un conocido difunto: ¡Comunismo!
Y, sin embargo, hoy podemos decir que el malogrado candidato no estaba tan equivocado en su premonitoria apreciación:
“Como partido de la estabilidad y la justicia social, nos avergüenza advertir que no fuimos sensibles a los grandes reclamos de nuestras comunidades, que no estuvimos al lado de ellas en sus aspiraciones, que no estuvimos a la altura del compromiso que ellas esperaban de nosotros”
De haber vivido y llegado a la presidencia de la República, ¿Colosio hubiera sido el campeón de la democracia y de la justicia social, como suelen decir sus panegiristas? Personalmente sigo sin creerlo. Fueron muchos los actos de autoritarismo y antidemocracia en los que tomó parte activa como presidente del PRI, que me impiden darle ese crédito.
Sin embargo, algo si le reconozco, ha sido el único priista, de alto nivel, que ha expresado de manera pública una verdadera autocrítica. ¿Habrá sido pura demagogia? Nunca lo sabremos, pero su discurso quedó para la posteridad como la ultima oportunidad que tuvo el PRI para recuperarse de la severa sangría que ya para entonces padecía.
Solo por eso, si yo fuera priista, tomaría ese discurso como punto de partida para hacer una verdadera autocrítica a lo que es el PRI hoy en la actualidad. Conmemoraría este día con orgullo, pero no, si algo le es repelente a sus dirigentes actuales, es precisamente, la autocrítica.
En lugar de ello, el priismo de hoy ha de conformarse con el remedo de candidatura, botarga de ocasión, de la señora X, que en cuanto se le apaga el teleprompter, empieza a sentir, ¿en memoria de Colosio? hambre de sed …o será acaso, como Calderón, ¿sed de la mala?
Es cuánto.