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América Latina enfrenta el desafío de reducir la violencia provocada por grupos criminales mediante estrategias más efectivas.
Ciudad de México (ADN/Staff) – Durán, la ciudad ecuatoriana con una de las tasas de asesinato más altas del mundo, refleja un problema que afecta a toda América Latina. En un continente que concentra un tercio de los homicidios a nivel global, la violencia ha sido un flagelo constante que ha traído miseria y dolor a sus habitantes.
Ante esta situación, varios gobiernos de la región han optado por medidas drásticas para intentar frenar la ola de criminalidad. El caso de El Salvador, donde se han realizado arrestos masivos bajo políticas impulsadas por el presidente Nayib Bukele, es un ejemplo de ello. A pesar de la reducción en el índice criminal en dicho país, expertos señalan que este modelo no necesariamente tendría los mismos resultados en otras naciones.
Los grupos criminales, fuertes y organizados, han logrado generar empleo y mantener el orden en comunidades donde el Estado no ha logrado llegar. Esta situación les ha hecho ganar simpatía entre los habitantes y complicado la tarea de combatir la delincuencia de manera efectiva.
En este sentido, expertos proponen estrategias como la “disuasión focalizada”, que busca desalentar a los miembros más violentos de los grupos criminales de cometer actos brutales. Asimismo, se destaca la importancia de fortalecer el estado de Derecho y atacar las estructuras financieras del crimen para debilitar su poder.
Por último, se hace hincapié en la necesidad de desmotivar el reclutamiento de jóvenes en los grupos criminales, brindándoles oportunidades educativas y laborales que los alejen de la delincuencia. Solo a través de un enfoque integral y coordinado, centrado en disminuir los ingresos de las pandillas y combatir la corrupción, se podrá avanzar en la lucha contra la violencia en América Latina.
[Con información de Sputnik]